Havelock Ellis (es) describía el pensamiento freudiano como algo "sensible a la infinita significación de las cosas mínimas". Y agregaba sobre el creador del psicoanálisis : "No hay nada tan pequeño que para Freud no está lleno de una significación sin fin". ( Ver aquí ) Cada cosa ínfima es interpretada hasta su ultima consecuencia. Toda actividad humana debe ser explicada, no importa lo pequeña o despreciable que parezca. Ellis lo relataba en 1913, y hoy esta sensibilidad parece haber crecido. Se puede ver esto, sin gran dificultad, en los actuales seguidores del psicoanálisis. Los ínfimos detalles parecen atraer su atención, cual insectos a la luz, ya que allí, según la mentalidad psicoanalítica, podría estar la clave, por supuesto, inconsciente de todo. Freud podía extraer de un mínimo detalle conclusiones asombrosas. Así los seguidores están atentos al mínimo detalle, a la más pequeña variación, al dato minúsculo, con ansias de explicar todo a partir de aquel mínimo detalle. Ellos no ven el bosque, ven las semillas del árbol. Lo voy ejemplificar con una pequeña historia salida de la Facultad de Psicoanálisis. Charlando con unas amigas me di cuenta que esta historia quedo solo en mi memoria y que nunca la había considerado para ponerla en el blog. Aquí rectifico mi olvido.