Havelock Ellis (es) describía el pensamiento freudiano como algo "sensible a la infinita significación de las cosas mínimas". Y agregaba sobre el creador del psicoanálisis : "No hay nada tan pequeño que para Freud no está lleno de una significación sin fin". ( Ver aquí ) Cada cosa ínfima es interpretada hasta su ultima consecuencia. Toda actividad humana debe ser explicada, no importa lo pequeña o despreciable que parezca. Ellis lo relataba en 1913, y hoy esta sensibilidad parece haber crecido. Se puede ver esto, sin gran dificultad, en los actuales seguidores del psicoanálisis. Los ínfimos detalles parecen atraer su atención, cual insectos a la luz, ya que allí, según la mentalidad psicoanalítica, podría estar la clave, por supuesto, inconsciente de todo. Freud podía extraer de un mínimo detalle conclusiones asombrosas. Así los seguidores están atentos al mínimo detalle, a la más pequeña variación, al dato minúsculo, con ansias de explicar todo a partir de aquel mínimo detalle. Ellos no ven el bosque, ven las semillas del árbol. Lo voy ejemplificar con una pequeña historia salida de la Facultad de Psicoanálisis. Charlando con unas amigas me di cuenta que esta historia quedo solo en mi memoria y que nunca la había considerado para ponerla en el blog. Aquí rectifico mi olvido.
Yo hice mi recorrido por "Adolescencia" en una cátedra que más parecía una recorrido literario que una instrucción en psicología. Lo que aprendí allí fue casi nulo, quizás excepto por la historia que voy a relatar. :-) La gran mayoría era temas psicoanalíticos, salidos de especulaciones cuasi místicas. Muchas veces no era más que análisis literarios o de películas. Más parecido a literatura que a psicología todo. Especulaciones filosóficas si se quiere, pero nada de psicología. Por aquellos momentos no estaba convencido del uso de manualidades como algo útil en una terapia. Me niego a creer que un bricolaje puede ser terapéutico, o que sirva de ayuda. No puedo concebir, como hacen algunos, que alguien haciendo trabajos manuales puede llegar a una mejoría en un mal psicológico. O como esto redunda en alguna mejoría de algún tipo en algún problema. Quizás en algunas personas el hacer trabajos manuales los ayude a relajarse o simplemente les causa placer hacerlos. Pero en uno u otro caso, la tarea no es lo que ayuda a mejorar si no los beneficios que parecen sacar de ella. Así alguien podrá encontrar en la mecánica el mismo placer que alguien al pintar un cuadro o barrer el frente de su casa. El acto de hacer manualidades no es causa de una mejoría, si no la excusa para otra cosa, como el desconectarse de los problemas y tomar un respiro, que si puede tener algún efecto beneficioso en la persona. Así pensaba allá en el tiempo y pienso hoy, pero hay una diferencia entre estos dos momentos: el valor como herramienta. En aquellos momentos me parecía una tarea improductiva pedir a un adolescente que haga un 'collage' o un simple dibujo. No le veía que beneficio podría sacarse de ello. Pero antes que desechara completamente la idea, una profesora ofreció una historia que me hizo revalorar la utilidad de las tareas manuales. La historia que relato quedo bastante bien anclada en mi memoria por dos razones. La primera fue mi cambio de pensar después de escuchar esa historia. La segunda fue por la pregunta estúpida que un compañero, de inclinaciones Lacanianas, tuvo el (¿como decirlo?) "descaro" de hacer y que ejemplifica bastante bien el planteamiento de Ellis.
La profesora, que estaba impartiendo las clases teóricas, justamente quería mostrarnos la utilidad que una simple tarea manual, como un dibujo, podía aportar al psicólogo. Así que nos ofreció para que miráramos un dibujo, el cual circulo por toda la sala de mano en mano de los compañeros allí presentes. El dibujo mostraba, en una misma hoja, dos escenas diferentes separadas, que había realizado una nena de unos 9 o 10 años. Luego entrare a detallar las escenas. La historia que nos contó se trataba de esta nena, la cual había sido entrevistada por la misma profesora. La nena se había encontrada gran parte de su pequeña vida en custodia del estado. La profesoras había sido llamada para evaluar la situación de la nena, por lo cual se entrevisto con ella varias veces. La nena llega a una de esas entrevistas cabizbaja y muy poco comunicativa. Algo la había alterado. La profesora insistió para que hablara, pero la nena no deseaba hablar. Se encontraba evidentemente conmocionada por algo. Algo la había afectado. La profesora le insistió y le dijo que algo debían hacer, que no podían quedarse calladas ambas. Le propone realizar un dibujo. La nena se paso realizando, gran parte de la entrevista, el dibujo. El dibujo relataba las experiencias más significativas de la semana para la nena. El dibujo era el que circulaba entre los alumnos.
Según lo que recuerdo, la nena se encontraba en una pelea por la custodia o por un régimen de visitas por parte del padre. Este era una persona autoridad y violenta. Aunque si había sido testigo de violencia física de parte de su padre a sus dos hermanas, la nena de la historia no la había sufrido, pero si había recibido alguna clase de violencia psíquica. La profesora nos relataba como en una ocasión el padre la había llevada a conocer a su nueva pareja. Mientras estaban comiendo en un restaurant, el padre sostenía fuertemente a la nena por debajo de la mesa, como signo de la vigilancia de éĺ sobre el comportamiento de ella. Esto fuera de la vista de la mujer. El padre, al parecer, tenia alguna influencia en los juzgados, o simplemente era lo suficientemente insistente, como para que el juez, que dictaba la causa, tuviera que arreglar un encuentro entre la nena y su padre. El juez no tuvo otra opción que acceder a los pedidos del padre. Sin embargo, el juez le ofreció a la nena la posibilidad de determinar las condiciones del encuentro. Podía elegir el lugar, y podía elegir que personas podrían estar presentes en el encuentro. Ella decidió que se encontraran en el juzgado y que las hermanas la acompañaran al encuentro. La familia era de ascendencia judía. El padre había insistido en concertar la cita en la misma semana en que se festejaba el Día del Perdón, más que posiblemente como un sutil pedido de perdón hacia su hija. Lo único que al parecer teníamos de esa reunión era el dibujo. La entrevista posterior a este encuentro fue donde la nena se puso a dibujar por petición de la profesora. Ella no hablo del suceso, si no que lo dibujo, por lo que no se que sucedió allí. Es claro que la reunión fue lo que la enmudeció ya que lo vemos en el dibujo y en la historia de la nena.
La nena había sido afectada por algo y era claro que la había afectado. El encuentro con el padre no debía ser muy placentero que digamos. ¿Como se esto? Gracias al dibujo que realizo y que estaban considerando mis compañeros. El primer trazo que hizo la nena fue una linea divisoria que partía al medio la hoja, según nos relato la profesora. Así, la nena, aprovecho para dibujar dos escenas diferentes. La primera de las dos era el encuentro que había tenido con su padre. Las tonalidades eran marrones, más que seguro por el ambiente del juzgado: Muebles, piso y puertas de madera. La visual de la escena era detrás de la cabeza de ella y sus dos hermanas. Ellas se encontraban de espaldas en el dibujo y sentadas detrás de una gran mesa que las separaba de su padre. El padre se encontraba algo mas alejado de la mesa, casi en el centro del dibujo. Su posición era peculiar. Recuerdo haber pensado que la imagen se asimilaba mucho a la de un rey sentado en su trono. La impresión que me daba era de gran autoridad y poder. La profesora nos hizo notar también el color que le había dado a los ojos del padre. Eran amarillos, lo cual parecía indicar lo aterradora que la mirada del padre le resultaba. No había dudas de lo que había pasado y alterado a la nena. Y todo salía de un dibujo.
La otra escena, en comparación, era muy diferente. El primer dibujo parecía respetar más la realidad del suceso. Las lineas eran marcadas y parecía haber un orden. La segunda escena ya no parecía seguir regla alguna. Los colores eran mas festivos y todo se confundía con todo. Tonalidades de violeta cruzaban todo el dibujo. Hasta el que uso técnicas diferentes se barajo en algún punto. La segunda escena mostraba en primer plano a ella y sus hermanas festejando el Día del Perdón. Recuerdo que existía en el dibujo una figura mayor perteneciente, creo, a la madre. Y creo recordar que también aparecía la figura del Rabí. El contraste entre las escenas era marcado. El dibujo mostraba el sentir de la nena en ese momento claramente. Se podía ver la alegría del festejo en la sinagoga y lo terrible del encuentro con el padre. La había permitido a la profesora poder capturar el sentir de la nena gráficamente. Quizás de allí puede hacer que la nena hablara algo, pero casi todo estaba dicho en el dibujo. Se mostraba como una herramienta útil. Ahora no tenía motivos para rechazar el uso del dibujo, si no que tenía motivos para mantenerlo como una herramienta en una terapia. Claro que no era una herramienta "curativa", pero estaba claro su valor. La profesora había demostrado su punto con respecto al valor de las actividades manuales. Me había mostrado que el dibujo bien puede ser usado como una herramienta y que era útil. Me había mostrado que tenía valor y de que clase era. En pocas palabras, me había convencido. Había cambiado mi visión del asunto.
Así me encontraba ensimismado, reflexionando sobre todo esto, cuando alguien alzo la mano. "¿Si?" dijo la profesora, dirigiéndose a un alumno que estaba a espalda mía. Era un alumno que podía reconocer. Iba a la misma clase de practicas a la que yo asistía. Y lo recordaba bastante bien debido a su predilección por Lacan. En general, luego de cada clase, algunos alumnos aprovechan para interrogar a los profesores con temáticas muy puntuales o algo salidas del temario. Cosas como preguntas sobre bibliografía secundaria o días de exámenes eran frecuentes. Así también preguntas sobre temas relacionados pero ajenos al temario. Este compañero la había preguntado a la profesora, de las clases practicas, que libro podía leer sobre Lacan. Varios libros se dedican sortear el problema de de lo confuso de Lacan. Muchos autores ofrecen libros de introducción a Lacan para resolver esto. 1 Lacan no es materia de reflexión sencilla, aún siquiera para el lector avanzado. La profesora le dio el titulo de un libro. Momentos luego me tope en la librería de la Facultad con este compañero. Mientras yo buscaba entre las ofertas libros de algún valor psicológico y trababa de identificar los psicoanalíticos para dejarlos de lado, pude escuchar preguntar al compañero sobre el libro que le habían recomendado. El compañero me había quedado como un Lacaniano en mi memoria. Así que debería haberme esperado una pregunta de este tipo o cuando menos no haberme sorprendido. Pero los lacanianos se las ingenian aún para maravillarme y fascinarme. El alumno hizo su pregunta sin pudor y con entera confianza:
¿Que hubiera significado que el padre estuviera a la derecha en ves de a la izquierda en el dibujo?
Voy a aprovechar este humilde espacio que tengo para preguntar de la forma mas cortes y con todo el cariño de mi parte:
¿En que demonios estabas pensando?
¿Que tienes en la cabeza?
¿No prestaste un mínimo de atención a toda la historia?
¿Eso es lo único importante para ti?
Luego de toda la explicación, luego de toda la historia, luego de todo el contexto que el dibujo tenia y del cual recibía su importancia, luego de todo esto lo único que podía percibir eran los detalles mínimos e insignificantes. ¡Increíble! ¡Increíble! La clara intención de la profesora había quedado en la nada. El compañero se había distraído con una detalle insignificante. La profesora trato de manejar lo mejor que pudo la situación. "Se que algunos lo consideran importante, pero yo no." pudo articular frente tamaña pregunta. Recuerdo la incomodidad que se veía en su cara al tratar de responder a semejante engendro de pregunta. No se si la evito responder directamente, frente a que consideraba estúpida la pregunta o temía entrar a discutir con alguien sobre la implicaciones de estos detalles ínfimos. Para mí, la pregunta era demasiado estúpida. Destruía todas la intenciones que la profesora había puesto al contarnos el caso de esta nena. ¿Cabe la posibilidad que solo sea una pregunta estúpida? Es posible, pero poco probable si tenemos en cuenta donde se la hizo. Hablamos de la Facultad de Psicoanálisis. Hablamos de alguien aficionado a Lacan. Y recuerdo algún que otra intervención del mismo tipo en las clases practicas. No tan severas como esta, pero que conducían a discutir sin provecho alguno.
Agradezco haber estado frente a la presencia de muchos testigos, ya que de estar solos el compañero y yo, le hubiera lanzado algo directo a la cabeza. Aunque de haberlo hecho, mucho no hubiera logrado ya que como sabemos los lacanianos piensan con los pies. Desde aquí recomiendo fuertemente a los lacanianos pensar con la cabeza, si es que la pueden encontrar sin distraerse en detalles sin importancia, como bien marcaba Ellis sobre los freudianos.
- 1. Si me preguntan, yo diré que es confuso a propósito. Solo para parecer profundo y lleno de contenido. Por ser un charlatan ...
Añadir nuevo comentario