Sobre chupeteos, onanismo y pediatras olvidados

He dicho un par de veces que no se lo lee bien a Freud. Me refiero a que no se lo lee críticamente y no se lo lee con detenimiento tampoco. Cuando se cursa en la Facultad tenemos a Charcot, a Breuer y un Fliess por ahí, pero no mucho más. Freud ha citado a otras personas más en sus textos y nunca se nos ocurrió preguntar por ellas. Si lo leyéramos con interés nos percataríamos de esas citas y nos interesaríamos por las ideas de esas personas. Si lo hiciéramos podríamos darnos cuenta de donde procede la idea de que Dora era una masturbadora porque se chupaba los dedos, y como esta idea es una invención de Freud. Leyendo el interesante libro Freud, Biologist of the Mind de Frank Sulloway me encuentro con un interesante dibujo. Era de una nena de no más de 6 años chupándose el pulgar de su mano derecha, mientras que con su mano izquierda está tocándose los genitales. Sin siquiera entrar a leer el capíitulo en donde estaba el dibujo y averiguar su contexto, me vino a la mente de inmediato el nombre de Dora.

Dora, la chupeteadora

Dentro del mundillo de la Facultad de Psicoanálisis es bastante conocida la acusación que Freud puso sobre Dora.

Se trata de una histeria con tussis nervosa y afonía que se reconducen al carácter de la chupeteadora, y en las 'ilaciones de pensamiento' que se combaten desempeña el papel principal la oposición entre una inclinación hacia el varón y una hacia la mujer.1

Pasando por la otra acusación, el cliché de tener una homosexualidad latente, que lucha por no reconocer, según Freud, Dora era una chupeteadora, lo que equivaldría a decir que era una masturbadora.

Dora recordaba muy bien haber observado en sus años infantiles, hasta épocas muy tardías, la costumbre del «chupeteo» . También el padre recordaba que sólo había logrado hacerle prescindir de él cuando tenía cuatro o cinco años. La misma sujeto evocaba claramente una escena habitual de sus años infantiles, en la que se veía sentada en el suelo en un rincón, chupándose el dedo gordo de la mano izquierda, mientras pellizcaba con la mano derecha el lóbulo de la oreja de su hermano2 tranquilamente sentado junto a ella. Es ésta una forma completa de auto­satisfacción3 que me ha sido relatada por otras muchas sujetos, anestésicas e histéricas luego.4

Antes de seguir, hay que remarcar el hecho que Dora chupaba sus dedos mientras pellizcaba el lóbulo de la oreja de su hermano. Sobre esto habría dos motivos. Uno de ellos lo retomaremos luego. El otro es que no es una masturbación, sino solo un acto placentero. Freud pensaba, curiosamente e irónicamente como lo haría un conductista, que estos actos placenteros se dan por asociación. Inmediatamente seguido, Freud expresa esta idea.

Una de ellas me proporcionó un dato que arroja viva luz sobre el origen de este hábito singular. Tratábase de una mujer joven que no había logrado aún prescindir de aquella costumbre infantil. En su recuerdo se veía a la edad de año y medio en brazos de su ama y tomando el pecho en tanto le pellizcaba rítmicamente el lóbulo de la oreja. Es innegable que las mucosas labiales y bucales son una zona erógena primaria, carácter que conservan permanentemente en el beso, considerado como un acto sexual normal5.

Las sensaciones placenteras del amamantamiento son asociadas al pellizco en el lóbulo. Luego el pellizco en el lóbulo evocará las sensaciones placenteras del amantamiento. De más está decir, pero no recordar, que todo para el Psicoanálisis tiene un núcleo sexual. El amamantamiento es un acto con muchas implicaciones sexuales, ya que existen las mucosas de la boca, según la idea freudiana. Por lo que amamantar provocaría las mismas sensaciones que un beso. Antes de seguir, notar que es una mera especulación, ya que no aporta ninguna comprobación de esto. Además de que parte de un solo caso y lo generaliza. De un único caso, completamente ajeno, saca una conclusión general para aplicarlo al caso de Dora.

Onan, ese fantasma del diván

Siendo que Dora era una chupeteadora, la masturbación debía presentarse en algún punto en el relato de Freud. El algún punto el chupeteo debía terminar asociado con la masturbación, de la misma forma que el pellizco del lóbulo termina asociado con los placeres del amamantamiento. Pero aquí un obstáculo a esto. Dora no refiere ninguna masturbación. Pero, de la misma forma que ya vimos antes, Freud partirá desde su suposición como cierta y no parará hasta encontrar las evidencias necesarias para demostrar su punto. Si no las encontraba apelaba a su método interpretativo para crearlas. En otras palabras, partía de la conclusión y creaba las pruebas y evidencias que necesitaba para justificar esa conclusión y, en el proceso, ignoraba las que estuvieran en contra. Todo inicia con la clásica acusación de la época de que infinidad de problemas de salud nacen con la masturbación.

Para evitar confusiones me limitaré a hacer constar que el caso de enuresis nocturna de Dora no era de los corrientes. No sólo se había prolongado más allá del tiempo considerado como normal, según la propia manifestación de Dora, sino que había desaparecido primero para reaparecer luego en época relativamente tardía, cuando la sujeto había cumplido ya los seis años. Una incontinencia de este género no puede tener, a mi juicio, causa distinta de la masturbación, la cual desempeña en la etiología de la enuresis un papel insuficientemente apreciado hasta ahora.6

La enuresis mostraba, para Freud, que la práctica masturbatoria estuvo presente en Dora. El pellizco en el lóbulo de la oreja, como práctica auto-satisfactoria u onanista, mostraba como Dora reemplazaba la masturbación por otro acto socialmente aceptable. En otro sentido, mostraba como aun no había abandonado su práctica. En resumen, la enuresis mostraba que existía la masturbación y la mastubación explicaba a su vez la enuresis7. No obstante, Dora negaba haberse entregado a la masturbación de niña.

En consecuencia, parecía estar a punto de contestarse a sí misma la interrogación que antes había planteado sobre el origen de su enfermedad con la confesión de haberse entregado a la masturbación probablemente en sus años infantiles. Dora negó resueltamente recordar nada de este orden, [...] 8

La negación del paciente nunca fue un obstaculo para los fines del psicoanalísta. El método interpretativo le permite obtener lo que quiere del paciente. En el caso de Dora, las evidencias de la masturbación infantil. Según Freud, los niños no llegan a olvidar la masturbación y los daños que esta produce9, por lo que solo debía buscar una confesión de ¿culpabilidad? o algo que pudiera interpretarse simbolicamente de esa forma.

[...] pero días después dejó ver algo que había de considerarse como un nuevo paso hacia tal confesión. Por primera y última vez en todo el tratamiento trajo colgado del antebrazo un bolsillo de piel, con el que empezó a juguetear mientras hablaba, abriéndolo y cerrándolo, metiendo en él un dedo, etc . Observé durante un rato este manejo de la paciente y le expliqué después el concepto del acto sintomático. [...] Su interpretación se hace a veces muy fácil. El bolsillito bivalvo de Dora no era otra cosa que una representación del genital femenino, y el acto de juguetear con él abriéndolo e introduciendo un dedo constituía una inconfundible exteriorización mímica de la masturbación10

Cuando analizamos la técnica de hora de juego pudimos ver como el sentido de todos los actos son introducimos por el mismo psicoanalista. Este va, en mano, con el sentido que busca a los actos y dichos de su paciente. No lo encuentra en ellos, sino que elige aquello que refuerza el sentuido buscado. Dicho de otra forma, la conclusión del caso es lo primero que se elige y luego los actos son elegidos o interpretados según ese sentido. Aquí sucedía lo mismo. Freud iniciaba con la idea de una masturbación infantil excesiva y luego buscaba en Dora cualquier cosa que sea similar o interpretable como una masturbación. De esta forma, un movimiento repetitivo surgido de algún nerviosismo, o de simple aburrimiento, se transforma, ante los ojos de Freud, en signo inconfundible de una masturbación intensa.

Aquí surge una pregunta. Freud iniciaba esta situación viendo el acto de chuparse los dedos como una práctica onanista, pero nunca establece claramente el vinculo entre ambos. Expresa los testimonios que de niña recurría a forma sustitutas socialmente aceptables de masturbación, como el chuparse los dedos o pellizcar un lóbulo de una oreja, e incluso da argumentaciones sobre la existencia, negada por Dora, de una masturbación infantil intensa, a tal punto de provocar enuresis11, pero el enlace entre el chupeteo y la masturbación está ausente. Nunca fue puesto en evidencia en el texto. Se daba como cierto que el chupeteo es una forma de autosatisfacción.

Pediatras húngaros olvidados y malentendidos

Unos cuatro años luego de atender a Dora, Freud establece esa relación perdida en Tres ensayos ... Más bien, expone la relación encontrada por otro médico.

El «chupeteo» del pulgar - Por motivos que veremos más adelante, tomaremos como tipo de las manifestaciones sexuales infantiles el «chupeteo» (succión productora del placer), a la cual ha dedicado un excelente estudio el pediatra húngaro Lindner.12

El articulo, que Freud no cita, es el de Sámuel Lindner intitulado Sobre el chupar de los dedos, labios, etc13, publicado unos 20 años antes. Es decir, Freud debió haberlo leido al atender a Dora y debió la misma imagen que marcó al inicio de esta entrada. En ese artículo es donde aparece esa imagen que me trajo inmediatamente a la mente el caso de Dora, y es posible que haya tenido similar impacto en Freud.

Con frecuencia se combina con la succión productora de placer el frotamiento de determinadas partes del cuerpo de gran sensibilidad: el pecho o los genitales exteriores. Muchos niños pasan así de la succión a la masturbación

Recordemos el pellizco en los lóbulos de aquella paciente y de como Dora pellizcaba los lóbulos de su hermano y de como mantuvo mucho tiempo ese hábito.

Lindner ha reconocido claramente y ha hecho resaltar con toda audacia la naturaleza sexual de este acto.

También marquemos los esfuerzos de Freud por establecer la masturbación. Si aquellos hábitos estaban presentes, la masturbación debía estar presente. El problema es que Lindner nunca hace tal propuesta. Él  nunca sostuvo tal cosa, nunca sostuvo que estos actos fueran de naturaleza sexual. Freud estaba hablando por Lindner pasando por alto los mismo datos que este ofrecía. De los 500 casos observados por Lindner solo en 69, un 13,8%l, se observó este "chupeteo placentero" y solo en cinco, un 0,01%, se notó lo de frotar el pecho o los genitales y solo en cuatro casos se observó la masturbación propiamente dicha14. Estamos hablando aquí de menos del 0,01% de los casos eran evidencias d eloq ue sostenía Freud por Lindner. Freud exageraba claramente y, contradiciendo a Lindner, no dudaba en afirmar tal cosa como si fuera algo por demás obvio.

Frecuentemente se considera el «chupeteo» como una de las «mañas» sexuales del niño.

Sin embargo, el mismo Freud nos dice que los pediatras niegan esto. Solo Freud acepta este nexo y acusa de no comprender bien la situación al resto de los médicos pediatras.

Numerosos pediatras y neurólogos niegan en absoluto esta hipótesis; mas su contraria opinión, fundada en una confusión entre lo sexual y lo genital, [...]

En otras palabras, esos 0,01% eran suficientes para refutar a todos los pediatras. Para el psicoanalista eso es más que suficient gracias a despegar la sexualidad de la genitalidad. Se la sostiene independiente del cuerpo y como si no tuviera este alguna influencia en ella. Ellos sostienen que todo es sexual. Nombran todo tipo de placer, sea cual fuera su naturaleza u origen, como sexual. Hacen, por ejemplo, que un palcer debido a un simple alivio de que una situación desagradable pasó como placer sexual. Tomemos ahora el chupeteo. Esto no es algo sexual, pero es placentero para el sujeto. Quizas fuera placentero al liberar cierta tensión en el siujeto y no por un placer sexual por el mero chupeteo o el recuerdo de algun chupeteo como el de amamantar. Pero aún maś simple, un movimiento repetitivo puede servir de alivio placentero de alguna tensión y puede ser, en manos de un psicoanalista, interpretable como masturbación como un jugueteo nerviosos que Dora hacía con un pequeño bolsillo..

Comprendí ahora que detrás de la serie de ideas francamente acusadoras contra el padre se ocultaba, como de costumbre, una acusación contra la propia persona, y salí a su encuentro asegurando a Dora que el fluj o blanco constituía en las j óvenes solteras un indicio de masturbación y que, a mi juicio, todas lasdemás causas a las que solía atribuirse tal enfermedad quedaban muy en segundo término comparadas con la masturbación. En consecuencia, parecía estar a punto de contestarse a sí misma la interrogación que antes había planteado sobre el origen de su enfermedad con la confesión de haberse entregado a la masturbación probablemente en sus años infantiles . Dora negó resueltamente recordar nada de este orden, pero días después dej ó ver algo que había de consi­ derarse como un nuevo paso hacia tal confesión . Por primera y última vez en todo el tratamiento traj o colgado del antebrazo un bolsillo de piel, con el que empezó a juguetear mientras hablaba, abriéndolo y cerrándolo, metiendo en él un dedo, etc . Observé durante un rato este manej o de la paciente y le expliqué después el concepto del acto sintomático.15

Esta era la evidencia final que necesitaba freud para establecer el vinculo entre el chupeteo y la masturbación. Es decir, esa supuesta relación vista por Lindner, pero solo reconocida por Freud.

Por mi parte, opino que el conjunto de aquellas manifestaciones en cuya esencia hemos penetrado por medio de la investigación psicoanalítica nos da derecho a considerar el «chupeteo» como una manifestación sexual y a estudiar en ella precisamente los caracteres esenciales de la actividad sexual infantil.16

La interpretación aquí juega de nuevo un papel importante en las conclusiones de Freud, como ya intente mostrar varias veces, la interpretación psicoanalítica no tiene criterios ni limites definidos para su aplicación por lo que logra darle sentido a todo lo que quiera darle sentido. Así no es de extrañar que el chupeteo, a través de la interpretación, tenga un sentido sexual. Usando sus símbolos y una lógica por analogía encontrara ese sentido sexual al chupeteo. Lo raro sería que no lo encontrará. Siempre con el método interpretativo lo hará. He ahí su peligro. Lo que el psicoanalista quiera justificar lo podrá hacer, incluso sin evidencias y hasta mejor lo hará con evidencias en contra.


Concluyendo

Freud inicia con una idea. El chupeteo es una forma de masturbación, o equivalente a ella. Pero esta idea no le es propia, si no que le pertenece a una pediatra húngaro de la época. Pero esto es solo idea de Freud al malinterpretar o exagerar los resultados de Lindner. De hecho, el mismo Lindner nunca sostuvo naturaleza sexual alguna del chupeteo o de cualquier otro acto. La asociación entre el chupeteo del pulgar y la masturbación que hace Freud no es más que un exageración de una pequeña cantidad de casos observados por otra persona. No se basó ni siquiera en alguna observación propia para hacer este enunciado, a pesar, según sus propias palabras, de su amplia experiencia en el campo. No obstante, Freud nunca atendió a niños en su consultorio psicoanalítico. Solo se basó en un artículo de un pediatra que concluye en una dirección por completa contraria a lo que sostiene en Tres Ensayos ... Concluyó en una dirección completamente opuesta, contradiciendo incluso los que los datos ofrecidos por el articulo. Todo no es más que una exageración de Freud. Una mera invención provocada por un simple dibujo. Otro caso donde se afirma la maxima de que lo cierto en Freud no es nuevo y lo nuevo no es cierto.

  • 1. Sigmund Freud, Carta a Wilheim Fliess del 30 de Enero de 1901 - En Sigmund Freud, Cartas a Wilhelm Fließ 1887-1904, Editor Jeffrey Moussaieff Masson; Traducción directa del alemán de José Luis Etcheverry - Amorrortu editores - Buenos Airess [1986] - p.477
  • 2. El resaltado es mío.
  • 3. El resaltado es mío.
  • 4. Sigmund Freud.Análisis fragmentario de una Histeria 1901 [1905]. En Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva, 1º edición, [1996] p.961
  • 5. Ídem
  • 6. Ibídem p.974
  • 7. Intuyo aquí una falacia de afirmación del consecuente.
  • 8. Ibídem p.975
  • 9. Ibídem p.961

    Según toda mi experiencia en la materia, los mismos niños se dan cuenta perfecta de esta relación, y todas las consecuencias psíquicas ulteriores se derivan de este conocimiento como si los sujetos no lo hubieran olvidado jamás.

  • 10. Ibídem p.975
  • 11. Incluso haberse provocado un catarro vaginal (un flujo blanco).

    [...] salí a su encuentro asegurando a Dora que el flujo blanco constituía en las jóvenes solteras un indicio de masturbación y que, a mi juicio, todas las demás causas a las que solía atribuirse tal enfermedad quedaban muy en segundo término comparadas con la masturbación. ( Ibídem p.975 )

  • 12. Sigmund Freud. Tres Ensayos para una Teoría sexual [1905]. En Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva, 1º edición, [1996] p.1199
  • 13. Das Saugen an den Fingern, Lippen, etc. bei den Kindem (Ludeln), Jahrbuch für Kinderheilkunde (Leipzig), 1879-1880
  • 14. Ver Malcolm Macmillan. Freud evaluated: the completed arc. Elsevier Science Publishers (1991) p.309
  • 15. Sigmund Freud. Análisis fragmentario de una Histeria . Op. Cit. - p.975
  • 16. Sigmund Freud. Tres Ensayos para una Teoría sexual [1905]. p.975

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