Histeria esto, histérico aquello. Que esto es una síntoma histérico, que aquello también los es. Siempre quise saber que era la histeria, cual era su definición y principalmente en que se la diferencia de otros problemas para que reciba un nombre propio. Y aun quiero saber que hace un síntoma sea histérico y otro no. Todavía no he logrado encontrar una clara definición de la histeria.
Mi inquietud surgió ya que en todo el tiempo en que estuve cursando en la facultad nunca, en ningún momento, se me ofreció una definición clara de lo que es la histeria. Nunca se nos dio algo como un conjunto de síntomas o características que nos permitiera identificarla y diferenciarla de otros trastornos. Sin embargo, el adjetivo histérico estaba a la orden del día y en todos lados. Pareciera que todo era histérico. Incluso la estructura mental de las mujeres era caracterizada como histérica. Pero nada que nos dijera que era histeria. Se nos decía que tal o cual característica era histérica, pero nunca por que. Era histeria y punto. Ningún conjunto de síntomas en el cual ponerlo. Perciera que todo era histeria y que lo era por que el orador lo considera así.
Al preguntar en la Facultad, un profesor me dio una cita de Henri Hey de alrededor de 1955, si mal no recuerdo. Inútil esta definición ya que era muy posterior a Freud. Quería saber como Freud, o los anteriores a él, identificaban un trastorno histérico, como separaban la histeria de lo que no era histeria. Al parecer, el asunto es de larga data en el Psicoanálisis que llega al mismo Freud, e incluso antes.
Sin una previa y detallada fijación del valor y el significado de la palabra «histeria», no es fácil decidir si un caso patológico puede situarse bajo dicho concepto o incluirse entre las demás neurosis (no puramente neurasténicas). Por otra parte, tampoco en el sector de las neurosis mixtas corrientes se ha llevado aún a cabo una labor ordenadora de diferenciación y delimitación. De este modo, si para diagnosticar la histeria propiamente dicha acostumbramos, hasta ahora, guiarnos por la analogía del caso de que se trate con los casos típicos conocidos de tal enfermedad, es indudable que el de Emmy de N. debe ser diagnosticado de histeria.1
Es la cita más temprana en donde Freud habla de la histeria y de como la identificaba. Ni Freud tenia una definición de la histeria. Así que la histeria, por lo que menciona Freud, es diagnosticada por comparación y con lo que las exposiciones de Charcot de los trastornos histéricos toman otro color bajo estas palabras. No parece que fueran una exposición practica de una definición de los síntomas histéricos, si no que eran exposiciones teóricas. En ellas se aprende a identificar los síntomas histéricos. Esto era la teoría sobre la histeria. Y esto toma fuerza, ya que Charcot reproducía varias de las sintomatologías histéricas a voluntad y bajo pedido en sus exposiciones, las cuales podían ser infinitamente numerosas. El problema es la diferente percepción de los estudiantes altera lo que se quiere enseñar, si no se ha definido antes lo que se intenta ver. Esta sería la formación teórica de los médicos en histeria y varias décadas luego, la situación no ha cambiado como relata Joseph Babiński .
Todo médico que haya hecho, aunque solo fuera una vez, el diagnóstico de histeria, a menos de emplear palabras desprovistas, para él, de sentido, tiene que haberse formado de antemano una idea más o menos clara de lo que distingue a dicho estado neuropático, que es lo mismo que decir que, al menos mentalmente, a su modo tiene que haberlo definido.2
Hasta hoy no he encontrado un criterio que me permita diferenciar un trastorno histérico de otro trastorno similar. El único criterio que aparece es el ojo entrenado del médico clínico. El que uno sea diagnosticado con histeria dependerá de la calidad de este entrenamiento "teórico". Esto trae un claro problema. El diagnostico se basa en un criterio por entero subjetivo. Dependerá del médico y no de una conjunto objetivo de síntomas verificables independientemente. Al no existir un criterio definido sobre que es histeria y que no, junto con las pequeñas diferencias subjetivas entre los médicos para evaluar los síntomas, lentamente hizo de la histeria una sintomatología por demás numerosa y amplia, y esto a unos 150 años antes que llegara Freud.
No terminaría si me propusiera citar aquí todos los síntomas de la afección histérica, tan diverso, e incluso contradictorios, son. Esta enfermedad es un Proteo que tiene infinidad de aspectos; es un camaleón que cambia, sin cesar, de colores. [..] Sus síntomas no solo son numerosos y muy variados; su peculiaridad es que, en comparación a las demás enfermedades, no sigue ninguna regla, ni tipo uniforme y solo agregado confuso e irregular.3
El paso de 150 años no lograron solucionar la cuestión. En 1878, otro médico daba cuenta de como esta esta infinidad de síntomas no dificulta solo, si no que hace imposible llegar a una definición de la histeria.
La histeria no ha sido definida nunca, ni lo sera jamás. Sus síntomas no son lo suficientemente constantes ni uniformes, ni su duración e intensidad son bastante parejas, como para poder encuadrar en un tipo -aunque solo fuese descriptivo- todas sus variedades.4
Unos palabras más adelante este autor nos trae una idea freudiana de antes que Freud inventara el Psicoanálisis.
Decir que una enfermedad tiene una afinidad de con la histeria no es una aserción carente de sentido. Admitiéndolo se concede que la afección extrae de la histeria algunos de sus modos de evolución, y sobre todo, algunas de sus inmunidades.5
Freud impartía que la histeria era capaz de tomar las características de una enfermedad ya presente ocultandose detrás de ella. Es interesante destacar esto ya que muchos creen que Freud fue el primero en sus ideas. Retomando el tema, la gran miríada de síntomas hace que no sea fácilmente identificable la histeria, pero también la hace casi indistinguibles de otras enfermedades, más aun si la histeria tiene la facultad de ocultarse detrás de una enfermedad orgánica.
Un par de años luego nos encontramos luego con George Beard el cual, en 1880, menciona que los "sintomas de la neurastenia nunca han sido completamente descriptos."6. Se toma la tarea de redactarlos resultando unas 75 paginas dedicadas a los posibles síntomas. Algunos de estos podían ser membranas mucosas, sudoración de manos y pies con enrojecimiento (hiperhidrosis palmar), disfagia (dificultad de deglución) entre otros. Pero hay otros que son problemas muy comunes que suceden con bastante cotidianidad como salivación, cosquillas, calambres, pies y manos frías, diversos tipos de dolores de cabezas y jaquecas, así como presión y pesadez en la cabeza, dolores vagos y neuralgias pasajeras, insomnio y sueños malos, somnolencia, sensibilidad de los dientes y las encías, sensibilidad del cuero cabelludo, podalgia (dolor en los pies), pupilas dilatadas, sequedad de la piel, picazón general o local (prurito), escalofríos generales o locales e irregularidades en los dientes. Esto problemas son bastante cotidianos y nos harían neurasténicos prácticamente a todos nosotros sin excepción.
Como decía, la apreciación subjetiva de los síntomas por parte de los médicos, facilitada por la falta de un criterio claro para identificar los limites de los síntomas, fue un posible factor que permitió que la lista de síntomas creciera desde la simple "sofocación histérica" de la antigüedad a una lista de síntomas de decenas de paginas y, aun así, seguir incompleta. Pequeñas variaciones sobre que es o no histérico permiten, paso a paso, extender la lista de síntomas. Incluso sus síntomas pueden ser idénticos a enfermedades orgánicas definidas y pasar por ellas. Así que una infinita lista de síntomas y su capacidad para camuflarse como otra enfermedad, u ocultarse tras de ella, hace que todo sea histérico.
Al ser todo histeria, deja de tener sentido hablar de histeria. Pero es un tema que requiere mucho más desarrollo para fundarlo. Pero bien esta falta de criterio y claridad en la definición de lo que es histérico y que no puede no ser la principal razón, o la más fuerte, de la amplitud de síntomas y de que todo parezca ser histérico. Puede que podría explicar el por que la histeria se comporta de forma tan similar a otras enfermedades. En 1890, un par de años antes de que Freud publicara sus estudios sobre la histeria, ya había alguien que marcaba un problema de sobre diagnostico de la histeria.
La histeria es un caput mortuum en el que amontonamos todo lo que parece extraño, todo lo que nuestro espíritu, amigo de las causas finales, no puede explicar. Cuando se trata de algo relativo a las enfermedades "mentales", esta tendencia se acentúa mucho más. Como aparezca una enferma no convencional, una desequilibrada cualquiera, una retrasada más o menos coqueta, más o menos alocada: es una histérica, decimos, y pareciera que ya esta todo dicho. Con frecuencia no sabemos con precisión qué es la histérica pero la palabra esta ahí, mágica, incomprensible para la gran parte de la gente, pero explicándolo todo.7
La histeria pudo de haber servido para cubrir la ignorancia médica8. Aquello que estaba sin explicación pues caía en el campo de la histeria. Este es el peligro de los diagnósticos por descarte. Al no tener un detalle positivo que identifique e identifique al trastorno de otros, siempre se cae el riesgo de diagnosticar lo que no esta presente.
Y aun así, en esta batalla, no de décadas si no de siglos, por dar con una definición de la histeria todavía podemos tener personas que tiraran por la ventana todos los intentos de clarificación y definición de la histeria y la diagnosticaran a partir de un simple, único y muy particular suceso, ni siquiera algo somático, como ser el rechazo de un beso obtenido vía la fuerza y el engaño. Dora es un nombre que me aparece muy seguido en este blog. Freud nos dice que cuando el señor K acorrala Dora en la escalera le da un beso imponiéndose por la fuerza.
Esta situación era apropiada para provocar en una muchacha virgen, de catorce años, una clara sensación de excitación sexual. Pero Dora sintió en aquel momento una violenta repugnancia: se desprendió de los brazos de K. y salió corriendo a la calle por la puerta interior.9
Este suceso unico le sirve a Freud para diagnosticarla.
... la conducta de Dora, muchacha de catorce años, es ya totalmente histérica. Ante toda persona que en una ocasión favorable a la excitación sexual desarrolla predominantemente o exclusivamente sensaciones de repugnancia, no vacilare ni un momento en diagnosticar una histeria, existan o no síntomas somáticos.10
Aunque si miramos con detenimiento esto nos daremos cuenta que quizás no sea un tirar por la ventana todos los síntomas somáticos, si no inaugurar, en la larga lista de síntomas de la histeria, una nueva clase de síntomas. Otro síntoma más en una larga lista de síntomas. No más que seguir alargando la inmensa lista y seguir difuminando y alargando sus bordes y sus limites lo que conduce inevitablemente a que todo sea histeria.
- 1. Sigmund Freud. Estudios sobre la histeria [1895] En Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva, 1 edición, 1996. - p.78
- 2. J. Babiński. Ma conception de l'hystérie et de l'hypnotisme (Definición de histeria) - Masson, Paris 1934. Traducido por Luis Calzalou. En Las histerias - Jorge J. Saurí (compilador), Ediciones Nueva Visión SAIC, 1975 - p.159
- 3. T. Sydenham, Dissertatio epistolaris adf Guilielmun Cole, de observationibus iruperis circa curationem variolarum confluentium nec affectione hysterica (La afección histerica), Typographia Belloniarum, 1735. Traducido por Jorge J. Saurí. En Las histerias - Jorge J. Saurí (compilador), Ediciones Nueva Visión SAIC, 1975 - p.89-90
- 4. C. Lasègue, A propos des hystéries périphériques (De las histerias perifericas), 1878. Traducido por Luis Cazalou. En Las histerias - Jorge J. Saurí (compilador), Ediciones Nueva Visión SAIC, 1975 - p.112
- 5. Idem
- 6. George Beard, A Practical Treatise on Nervous Exhaustion - William Wood and Company, New York, 1880
The symptoms of neurasthenia have never yet been fully described.
- 7. Henri Colin, Sobre la locura histérica, 1890. En La histeria antes de Freud, 2011, Ergon, Madrid - p. 96
- 8. Y aun peude que siga siendo asi.
- 9. Sigmund Freud. Análisis Fragmentario de una histeria (Caso Dora) [1895] En Sigmund Freud - Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva, 1 edición, 1996. - p.946
- 10. Ibid. p. 946-947
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