Los psicoanalistas, en general, no ofrecen un relato bien detallado de lo que sucede en sus consultorios. Hay un hermetismo que pende sobre sus consultorios. No hablo solo de cuidar el anonimato del paciente, si no que los relatos de lo que sucede se omiten partes relevantes a la terapia que permitirían evaluarlas. En cambio, se centran en detalles mínimos e insignificantes, y omitiendo los datos relevantes. Y debemos agregarle a esto la propia visión altamente subjetiva del psicoanalista que deforma mucho de los datos que aportan los relatos clínicos. Es difícil obtener algo que muestre claramente lo que pasa dentro de un consultorio psicoanalítico, pero parece que ando con una buena racha. Cursando en la Facultad de Psicoanálisis me toco, recientemente, leer un texto que muestra la forma de interpretar y diagnosticar de una psicoanalista. Nos permitir ver las interpretaciones que hace y como las hace. Incluso la misma profesora remarco lo curioso de esto y lo importante que una psicoanalista ofreciera tal pedazo de su sesión. Nos permitirá meternos en la cabeza de una psicoanalista. Nos permitirá ver la forma de razonar de un divanista. Nos permitirá ver algunos de los engranajes con los que funciona el diván psicoanalítico. Así que abramos la puerta pero no para salir a jugar, si no para entrar en el consultorio a jugar.