Gallina antes que el huevo, la clínica antes que lo experimental

Lo que más me gusta de investigar sobre el Psicoanálisis es que me lleva a leer textos antes de su misma creación. Debo leer textos antiguos sobre la Psicología. Así, revisando diccionarios antiguos, me encuentro con una clara muestra, entre tantas otras, de que la psicoterapia ya existía mucho antes de que incluso Freud la inventara, como suelen algunos pensar. Incluso de que él mismo naciera.

En el diccionario de Coopland, en su volumen V de 1847, aparece una entrada denominada NOSTALGIA. En ella se describe lo que bien hoy podría identificarse como una depresión particular que sería leve o naciente.

El deseo de volver a la patria natal, inmoderada o morbosamente consentido, o los recuerdos del hogar y sus encantos convertidos en objeto de un lamento inenarrable, en detrimento de la salud. 1

Si con esta definición no se ve que hablamos de depresión aquí, de seguro se verá en la descripción que se hace del padecimiento.

Los más tempranos signos de nostalgia son una inusual reserva, tristeza, disgusto por las diversiones y las ocupaciones, una continua recurrencia a las diversas circunstancias conectadas con el hogar, y la expresión de arrepentimiento por la partida, con el deseo de regresar, y de disfrutar de esos placeres que la imaginación presenta constantemente con colores más brillantes que los reales. Después de algún tiempo, la complexión se vuelve pálida y ansiosa; el apetito está muy deteriorado; la fuerza se hunde, y el cuerpo se demacra. Los goces habituales de la vida y la sociedad de amigos o conocidos no ofrecen ninguna distracción de la rumia constante y dolorosa en la que el paciente está inmerso. A medida que las funciones corporales se deterioran por la continua indulgencia del arrepentimiento, y de los sentimientos depresivos asociados con él, la mente es cada vez más incapaz de resistir una recurrencia al tema de la aflicción, o de interrumpir el tren de ideas dolorosas. El paciente alimenta su miseria, la aumenta hasta que destruye su reposo nocturno y su paz diaria, y finalmente devora, con mayor o menor rapidez, sus órganos vitales.2

Se puede notar una clara progresión depresiva. El problema comienza en un ánimo cabizbajo que se presenta como el inicio de algo patológico, puesto que la persona ya no le resulta muy difícil obtener algún disfrute de “las diversiones y las ocupaciones” (anhedonia). El origen de tal ánimo provenía del constante anhelo por el hogar y el deseo de regresar. Este deseo de regresar, este “arrepentimiento por la partida”, da la forma a la culpa, un síntoma depresivo común. Como esta descripción muestra, con el tiempo, el problema depresivo se acentúa y repercute en lo corporal. Ya el paciente no tiene fuerzas y tampoco apetito, y le resulta imposible el poder disfrutar de algo. Al tiempo que su salud corporal disminuye, los pensamientos depresivos aumentan. En definitiva, los que aquí se describe como nostalgia es una forma de depresión particular. Pero lo interesante no es que la depresión, o melancolía, se haya comenzado a formular en esos momentos como una patología por propio derecho, sino que su tratamiento era moral, o sea psicológico. La propuesta era simple. El paciente debía esforzarse en poner su atención y fuerzas que tuviera en alguna tarea que lo alejara de esa rumiación depresiva en la que estaba inmerso.

La nostalgia requiere más del moral que del tratamiento médico. La bondad, el estímulo y la esperanza de volver pronto a las escenas que el paciente añora, son generalmente de gran ayuda. Se debe recurrir a diversiones variadas, ocupaciones agradables y todos los medios que puedan distraer la mente de la indulgencia de los sentimientos de pesar. La música, el baile, los ejercicios gimnásticos, las diversiones teatrales, el ejercicio al aire libre, la caza, las carreras, etc., pueden emplearse según las circunstancias. Deben evitarse todas las alusiones que puedan sugerir el tema de la miseria del paciente; pero la sociedad de personas del mismo lugar puede ser alentada, ya que las penas del paciente pueden ser aliviadas por los ánimos y la felicidad de sus asociados.3

Incluso en casos graves, el mejor remedio podía ser uno psicológico.

Si aparecen indicios de excitación cerebral, debe recomendarse la ducha tibia, y posteriormente la afusión fría en la cabeza, o el baño de ducha, y la promoción de las diversas secreciones y excreciones. Si los medios anteriores fallan, y cuando se puede lograr un regreso a casa, este es el más seguro de todos los remedios que no debe ser descuidado. Tendrá éxito incluso cuando la muerte esté aparentemente próxima, siempre que los pulmones no hayan sufrido cambios estructurales. En los casos de soldados jóvenes, incluso el regreso temporal a sus hogares, o un permiso para ausentarse de su cuerpo, ha producido una influencia saludable.4

Todo esto deja a la vista algo que, creo yo, no se suele considerar con suficiente atención. Al mostrarse los orígenes de la Psicología, se suele presentar que esta tuvo un punto de inicio en el laboratorio de Wundt y, por cierta omisión de detalles y contexto histórico, que la Psicología clínica se formó luego. O sea, que la Psicología experimental dio lugar a la Psicología clínica. Puesto de otra forma, se piensa que se formularon los postulados teóricos primero y luego se pasó a la aplicación práctica, lo que serían hoy los pasos adecuados para hacerlo. Por otro lado, se suele creer cosas bastante disparatadas y erradas como que Freud inventó la psicoterapia. Es claro que no fue así, como se ve aquí y como ya lo mostré en ¿Qué demonios es histeria? En realidad, podríamos decir que la Psicología clínica nació de la Psiquiatría, pero eso tampoco sería muy preciso o correcto. La Psicología clínica, en realidad, nació de la Medicina. La Psiquiatría surgió de la especialización y desarrollo del tratamiento médico de estas afecciones, o sea del Tratamiento Moral.

Este Tratamiento Moral era una de las principales armas del arsenal del médico que se enfrentaba a estos problemas, generalmente neurosis5. Las drogas que tenía a su disposición no eran más que elementos paliativos para los síntomas que se presentaran. Por ejemplo, para un ataque maníaco podía prescribirse opio, alcohol, o algún otro tipo de narcótico como el hidrato de cloral. No había nada que tratara el problema a nivel neurológico, o sea que lo estabilizara en el tiempo. Poniendo todo esto en otras palabras, la mejor arma que el médico tenía a su disposición, era la gestión moral y social, o sea el tratamiento moral. En palabras más simples aún, lo mejor que tenía el médico de antaño era la psicoterapia.

En definitiva, la psicoterapia no es un invento del siglo XX, sino del XIX. La Psicología clínica, por lo tanto, nació mucho antes de que el mismo Wundt estableciera con su laboratorio en inicio de la Psicología como ciencia. Y, obviamente, mucho antes de que naciera el mismo Psicoanálisis.

  • 1. Copland, James: A Dictionary Of Practical Medicine, vol. V, Lilly, Wait, Colman, and Holden, Eds: Lee, Charles A., 1847, p. 1034
  • 2. Ibid. p.1034
  • 3. Ibid., pp.1034-1035
  • 4. Ibid., p.1035
  • 5. En términos simples, neurosis era una afección con síntomas físicos a lo que no se podían encontrar causa o razón para ellos.

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