En el análisis didáctico de Joseph Wortis sucede el siguiente diálogo.
Protesté en el sentido de que los psicoanalistas hacían uso con harta frecuencia del conveniente argumentum ad hominem para servirse de sus criticas, pero que, a mi modo de ver, se trataba de una mala práctica científica.
Freud me dio la razón. "Es verdad", dijo, "que los analistas jóvenes analizan por demás. Pero yo estaba empleando el método en privado, en el curso de un análisis, a fin de eliminar una Widerstand1, aunque es apropiado de todas maneras.2
En otras palabras, es lícito para el psicoanalista ser completamente despectivo con el paciente y nulificarlo en lo que diga.
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