Hace poco pase por la Facultad de Psicoanálisis rastreando las estampitas de Freud y aproveche para retomar un viejo habito que tenía. Recogí, en el hall de la Facultad, un ejemplar de la revista Imago Agenda, una publicación psicoanalítica de distribución gratuita. Esto lo solía hacer para alimentar este blog. A veces, aparecía algún buen articulo de historia psicoanalítica. Tema interesante. Hay que conocer mejor lo que se critica ¿no? En esta ocasión surgió un articulo de critica al mismo Psicoanálisis. Inicialmente pensé que era una critica al mismo Psicoanálisis sobre el abuso de un argumento clásico en la retorica del diván usado para con sus críticos, pero resulto ser una critica al movimiento divanista más que a la teoría, más hacia los psicoanalistas que al Psicoanálisis. Vale rescatar esto y algo más del articulo. Un leño más a la caldera del blog.
El argumento de la resistencia y experiencias religiosas inconscientes
El articulo comienza relatando y enumerando algunos de los diversos campos de los que el Psicoanálisis recibió criticas.
En su ya medianamente extensa historia, el psicoanálisis ha enfrentado oposiciones y objeciones, reales o imaginadas, de muy diversas fuentes, entre las que se pueden destacar: tanto la moral victoriana como los movimientos de izquierda (aunque resulte sorprendente), la psiquiatría, tanto las terapias breves (que sólo son designadas así en relación al psicoanálisis) como las cognitivo conductuales, las neurociencias y, finalmente, el feminismo y los estudios de género.1
Prácticamente, nadie ha quedado exento de elevar una critica al Psicoanálisis pero, como bien menciona el autor, este prefirió ignorar todo, como avestruz metiendo la cabeza en la arena. Pero no resulta ser ignorar la critica, si no que es un movimiento retorico fundamentado con un razonamiento particular. Dicho de otra forma, falaz.
La base argumentativa explícita para sostener tal política utilizada para uso entre los psicoanalistas fue la aplicación del siguiente argumento: el psicoanálisis sólo se justifica y se critica –lo que todavía no sucedió- internamente. Se cree firmemente que su saber y su práctica surgen de sí mismo y que nadie de afuera tiene derecho a opinar. Su propia práctica le enseña al psicoanalista y lo que no puede aprender así, requiere de su propio psicoanálisis para su obtención. Consecuentemente para el psicoanalista, si algo es criticado o no comprendido del psicoanálisis, es el resultado de que quien realiza la crítica o el cuestionamiento no se analizó nunca o no se analizó suficientemente o que le falta práctica clínica.2
Hay mucho por decir sobre esto. Pero lo que más me gustaría remarcar al inicio es que el mismo autor nos asegura que es una argumentación usada con frecuencia por los psicoanalistas. Es una confirmación independiente de este tipo de argumentación que sostengo que es usada por divanistas de toda clase. Aquí el autor lo confirma y lo quiero dejar bien en claro para futuras referencias.
El argumento que explica es sencillo, demasiado sencillo. Nadie por afuera del Psicoanálisis puede decir algo del mismo. Solo un Psicoanalista es capaz de dar una critica valida sobre el Psicoanálisis. Hay un conocimiento, según los divanistas, que no se puede obtener de otra forma que por la practica del Psicoanálisis, pero mayormente, y en especial, la practica sobre uno mismo. Esto es el llamado análisis didáctico. Todo psicoanalista debe pasar, de forma muy pero muy recomendada, para completar su formación profesional un periodo en terapia, debe pasar un tiempo recostándose en el diván. Esta es la única forma de experimentar el inconsciente y así obtener ese conocimiento que no es posible transmitir de otra forma. Esto tiene un paralelismo enorme a las experiencias religiosas. El conocimiento de Dios, es sostenido por la religiones, como un conocimiento no racional, un conocimiento que no es posible de poner en palabras y transmitir. Para acceder al conocimiento de la existencia de Dios se lo debe experimentar en carne propia su existencia. Es la misma forma de describir al Inconsciente.
Para ver más claro el problema de este argumento basta con aplicarlo a otras profesiones. Por ejemplo, nadie podría objetar algo a un matemático si este declara 2+2=5. Se debería ser primero matemático para poder decir algo sobre ese grosero error. O bien pensemos en un medico que sostiene que debe amputar ambos brazos de su paciente para eliminarle un simple catarro. Según esta lógica, uno debería ser doctor, o cuando menos estudiante de medicina, para estar habilitado para oponerse a este despropósito. O quizás digamos, que en ves de amputación, recomienda, el uso de homeopatía. Aquí, ademas de medico, se debería ser homeópata para hacer una critica. Incluso ni siquiera se podría refutar la homeopatía con cálculos químicos si no se fuera uno mismo un químico. Aunque es cierto que la opinión del experto es de más valor que la de un neófito, pero no ser neófito uno no pueda detectar un error, inconsistencia, o incoherencia en el razonamiento del experto.
Usando este tipo de argumentación uno podría blindar cualquier profesión de cualquier critica. Si una critica aparece, no sería necesario refutar la critica, no seria necesario fundamentar o explicar el por que 2+2 sería igual a 5, si no que se pasa a "refutar" la critica desacreditando al critico. Es claro que hablamos de una argumentación Ad Hominem, en particular como una forma de alegato especial. Se acusa que el interlocutor no tiene la capacidad para comprender o entender la idea en discusión. Y es la forma en que el Psicoanálisis se protege de cualquier critica sobre la validez del mismo. Si la critica proviene de un psicoanalista, de un verdadero psicoanalista como explicare luego, haría imposible que el Psicoanálisis sea cuestionado. Si yo fuera Psicoanalista difícilmente pondrá en cuestión la validez del Psicoanálisis, ya que he partido desde el convencimiento que el diván es efectivo. Si no lo creyera de seguro no seria Psicoanalista.
El autor del articulo cuenta dos consecuencias de utilizar este argumento. La primera es que se ignoran, de esta forma, cualquier contribución externa. Autores no psicoanalíticos son ignorados por su contribución al mismo Psicoanálisis. La segunda consecuencia deriva de esta. Freud es visto como fuente de toda sabiduría y única fuente de saber psicoanalítico. Ambas consecuencias verdaderas de esta argumentación. Sin embargo, lo que el autor parece no ver es que también tiene consecuencias profundas para el mismo Psicoanálisis.
Este argumento no solo blinda al Psicoanálisis de cualquier critica externa, si no que destruye cualquier competencia interna. Si dos psicoanalistas compiten defendiendo su propias teorías e ideas estos pueden echar mano de esta argumentación para desarmar a su oponente. Dicho de otra forma, las teorías psicoanalíticas no se defienden por argumentos y evidencias, si no por competencias entre teóricos. El teórico con mejores "credenciales" en un análisis didáctico, como hacerlo con alguna autoridad, como alguna persona que se haya psicoanalizado con Lacan, Freud o alguna otra figura. Esta importancia de quien dirige ese análisis trae la suposición que su análisis didáctico fue realizado bien, sin problemas. Si no fuera así, el psicoanalista podrá conocer todo y ser una enciclopedia del diván, pero nunca sera un buen psicoanalista, nunca sera uno completo. Si no se pasa por un análisis didáctico nunca se sera un verdadero psicoanalista, por más que sepa todo del mismo. Asi el que tiene el mejor maestro al momento del análisis didáctico, es el que termina imponiéndose, o tiene mayor fuerza, no importa si sus planteamientos son correctos y fundamentados. Gana el que mejor análisis didáctico tuvo.
Antes que nada el movimiento
Siendo Freud la única fuente de conocimiento psicoanalítico hace que se termine formando un culto a la personalidad y un movimiento acorde, que termina haciendo la figura de Freud y la del movimiento psicoanalítico sean equivalentes. Aunque el mismo Freud no esta exento de culpa en esto, ya que el mismo se habia elevado a la categoría de suprema cabeza del movimiento que el mismo fundo, y que hoy se mantiene por idolatría a su figura. Este movimiento no es solo un movimiento intelectual. Resulta más un movimiento interesado en mantener el dogma psicoanalitico y la figura de su creador que el luchar por la verdad de esos conceptos.
Planteado esto resulta claro que el movimiento se preocupa por las criticas a la imagen de Freud. si esta es desarmada el movimiento queda sin su líder y su posterior desbandada, como irónicamente el mismo Freud relata en Psicología de las masas, o bien de allí el miedo del autor. Parece estar bien consciente de esto, como deja ver la segunda parte del articulo, cuando ve el recrudecimiento hacia el Psicoanálisis y la figura de freud de la mano de las feministas.
Pero desde hace ya varios años, se ha producido una situación radicalmente nueva: la estimación y posición de ‘la mujer’ en Occidente se ha modificado sensiblemente y esto no sólo consiste en lo teorizado por los estudios feministas y de género sino que también ya ha alcanzado a la consideración de amplias capas de la población occidental en general y de una forma destacada entre las jóvenes generaciones; incluso es ahora un tópico fundamental de los programas de las políticas renovadoras. Para tales numerosos sectores de la población occidental, la obra de Freud, es inaceptable y, en muchos casos, humillante y degradante. Lo mismo que vienen sosteniendo desde hace medio siglo los estudios de género y el feminismo ha pasado ya al “sentido común” de los sectores más progresistas de la población sin embargo los psicoanalistas en su gran mayoría, no se hallan dispuestos a escuchar, considerar ni aceptar.3
El autor comprende el problema bastante bien. Muchos conceptos del Psicoanálisis son inaceptables hoy para muchas personas. Los encuentran discriminatorios, prejuiciosos y, claro esta, sexistas4. Nuestro autor ve que el problema reside en la características biológicas del pensamiento freudiano.
Al basarse Freud en la biología y bajo un modelo fuertemente inductivista hace derivar: a- las pulsiones de vida y muerte de propiedades inherentes de la sustancia viva, b- las posiciones del género del sexo anatómico y c- el complejo de Edipo de las condiciones naturales de crianza de los niños por parte de madres mujeres y padres hombres. Por tal basamento llega incluso a consideraciones de la homosexualidad como perturbación del desarrollo psicosexual. Además de lo que pueda decirse válidamente o no de su posición personal misógina, patriarcal, eurocéntrica, machista, etc., sobre lo que no me pronuncio, Freud termina desarrollando un psicoanálisis que se organiza en torno a las diferencias sexuales anatómicas de nacimiento y al destino biológico de cada individuo, lo que habilitó que perduren en el seno de su teoría prejuicios sexistas.5
Estos conceptos como los siguientes son criticados por muchos sectores de la población.
Así en nuestra época y cultura es inaceptable seguir sosteniendo la envidia al pene de las mujeres, el menor desarrollo moral y ético (superyoico) de las mismas, que la realización personal de las mujeres deba atravesar las condiciones de ser madre biológica y la equiparación prejuiciosa de niños y pueblos considerados primitivos. Y esto debería ser públicamente sostenido por los psicoanalistas frente a los debates modernos.6
Lo interesante aquí es la idea de ciencia que tienen los psicoanalistas, incluyendo al autor, y estos críticos del Psicoanálisis. Freud mismo considero al Psicoanálisis como una ciencia, incluso una claramente empírica. Parece que consideran que los conceptos desarrollados por una ciencia deben modificarse a gusto del consumir, como siendo productos de la cultura y no una descripción de la realidad. El trabajo del científico consiste justamente en analizar la realidad y describir de la mejor forma posible. Implica enfrentarse a ella para descubrir patrones y establecer relaciones. no consiste en ajustar la idea de lo que es la realidad a gusto de las personas.
Si vamos a considerar al Psicoanálisis como una ciencia, pues entonces sus conceptos e ideas no están sujetos a gustos particulares. aunque el complejo de Edipo o la envidia del Pene ofenda a las personas, no podriamos cambiar esos conceptos ya que son una descripción del psiquismo humano. Por lo tanto si estos conceptos ofenden a las personas, lo que hay que cambiar es el psiquismo humano, con lo que todo eso implica. Esto sería un cambio cultural y, principalmente, biológico, como el autor ya marco que todos estos conceptos surgen de la inducción freudiana sobre la biología. Aceptando la corrección de la lógica freudiana, esto implica que hay que realizar un cambio anatómico y para esto un cambio genético profundo, lo que llevaría a que no se forme un psiquismo que se ajuste a esa descripción, que cree entidades psíquicas como esas.
Y el autor, parece guiarse por esta idea de ciencia a gusto del consumidor, ya que no tiene problemas es dejar de lado el trabajo de Freud, pos de salvar al movimiento psicoanalítico.
Intentar “salvar a Freud” en lo que es inaceptable de sus concepciones no solamente no contribuye a la existencia y al desarrollo futuro del psicoanálisis sino que puede acarrear el peligro de dejarlo sin porvenir ya que se estarían cerrando las puertas de acceso a los jóvenes, ya en gran medida persuadidos de que es un prejuicio machista el basamento de las diferencias sexuales sostenidas en la obra de Freud. A pesar de lo que se supone entre los psicoanalistas, el porvenir de las condiciones de posibilidad de la existencia del psicoanálisis, como discurso, como práctica y como modelo teórico está entre los jóvenes y no en los viejos herederos del legado freudiano. No se trata de “retorno” sino de “avance”.7
La ciencia, como conjunto de conocimientos fiables de la realidad, tiene la propiedad de ser coherente entre todos los conocimientos. No hay conocimiento que contradiga a otro en ese conjunto. No son conocimientos independientes como para, de forma arbitraria, negar unos y aceptar otros. Muchos de esos dependen de otros. No es posible desechar un conocimiento sin desechar a su vez todos los conocimientos que dependen de este. Al parecer, la coherencia no es tan importante como salvar el movimiento de su extinción.
Parece que tampoco importa negar hechos que sean ciertos, reconocidos ciertos por los mismo psicoanalistas, si es todo por el bien del movimiento. No importa tanto conceptos fundamentales de la disciplina del diván como el Edipo o la envidia del pene, si estos obstaculiza el poder reclutar sangre nueva para el movimiento, y así mantenerlo vivo. Poco parecer importar la credibilidad, y que esta es rendida frente al paciente consumidor del diván. Incluso negar la mismísima doctrina freudiana. No retornar a ella, hacerla por completo al lado, sin remordimientos, solo por que a los nuevos prospectos de terapeutas, esa gente joven, no les gusta lo que leen. Tirarlo todo por la borda, si es necesario, para mantener la idea del Psicoanálisis, aunque sea un cascaron vació de contenido, sin nada de sus ideas esenciales que le otorgan ese nombre. Pero no todo esta perdido para Freud.
Si el psicoanálisis se afilia a un programa de subversión del sujeto debe estar él mismo enteramente disponible a ser subvertido en sus bases, tal como lo hacen las prácticas científicas modernas –pero no las religiosas ni las políticas-, y esto requiere en forma urgente dejar de defender a Freud, un autor que no lo requiere ya que está inscripto en forma indeleble en el libro de los pensadores que fueron y son fundamentales en la historia de la humanidad para la concepción del sujeto pero, y justamente por ello, siendo quien produjo un antes y un después de Freud hay que dejar caer lo que es “caduco, lo que en efecto lo está, en la obra de un maestro sin par.”8
Freud es un sacrificio urgente para mantener la idea del Psicoanálisis funcionando. Pero es un sacrificio aceptable, pues este ya tiene su lugar en el panteón, pero no de científicos, si no de personas famosas. Aunque el autor no lo veo así, ya que parece no ver la contradicción de elevarlo a la categoría de pensador fundamental y, sin embargo, ser lo primero en ser arrojado frente al tren del progresismo, tratando de no ofender a las nuevas generaciones. Todo por la esperanza de que mantengan el movimiento con vida.
“...lo que salta a la vista es que a la mujer no le falta nada.”9
Y el autor no pierde la oportunidad de hacer un guiño cómplice, trajendo un versiculo de textos lacanianos. Esto para ganarse el beneplácito de esta nueva generación, pricipalmente feminsita, que se pueden ofenderse con bastante facilidad frente al complejo de Edipo, la envidia del pene o de cualquier otro complejo que no se ajuste a su sensibilidad. Les muestra que de la mano de Lacan la cosa no es tan ofensiva. Ese mismo Lacan que en otro versiculo dice “la mujer no existe”. Aunque la cita que mejor resume este articulo y le da mejor final, es una del gran Marx. Permitan que la parafrasee: "Si mis teorías y conceptos lo ofenden, puedo crear otros que no lo ofendan."
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