Comenzamos nuestro recorrido varios años antes de que el mismo autismo se declarara una patología diferenciada. Debemos empezar con los mismos 'musulmanes'. El objetivo de esta entrada es la de caracterizar lo mejor posible al 'musulmán' de los campos de concentración nazi, puesto que ese es el modelo que toma el Psicoanálisis, de la mano de Bruno Bettelheim, para describir el autismo.
Facultad de Psicoanálisis
Como dije antes, esta serie de entradas nacen de la inquietud provocada por ciertas clases en la Facultad de Psicoanálisis, en especial una clase en particular de mi cursada de Ética. En aquella clase se hablo de ciertos prisioneros particulares de los campos de concentración nazi1 denominados 'musulmanes', aunque más correcto sería muselmann, para diferenciarlos de los religiosos musulmanes. Según el profesor de mis clases, un muselmann era alguien que había perdido las ganas de vivir, era alguien que se dejaba morir. Era un prisionero que había perdido la voluntad de vivir. No era alguien que no desea vivir y quiere morir, si no alguien que le daba lo mismo vivir o morir. Le era por completo indiferente su suerte. Casi en un estado catatónico, podría decirse. Coincidentemente, mi pequeña investigación posterior da con esa misma idea para el muselmann, pero el salto posterior hacia el niño con autismo es por completo injustificada, incluso traído de los pelos. El niño con autismo no se aisla del mundo, si no que no se relaciona socialmente con él. Lo social es algo desaparecido de la vida del niño con autismo. Pero ya entraremos a hablar de ellos en la próxima entrada.
Bruno Bettelheim y Viktor Flank
He encontrado dos fuentes principales para basarse en la caracterización de los muselmann que pretendo realizar. Son dos testigos directos de los campos de concentración nazi. Por un lado tenemos Bruno Bettelheim, uno de los mayores impulsores de la controvertida idea de las madres neveras y que me lleva a escribir estos artículos, y por otro lado tenemos Viktor Frankl, otro testigo directo de los campos de concentración. Ambos tienen formaciones profesionales diferentes. Bettelheim ya entra a los campos con una mirada psicoanalítica formada2. Sin embargo su texto no tiene mucho que digamos de esto, pero se puede notar algo de ello. Su formación fue más artística y filosófica que psicológica, incluso que psicoanalítica3. La mirada de Frankl se encontraba en otro punto. Sus estudios versaban en medicina y psiquiatría, quizás de allí su menor tendencia a la inferencia y más a lo descriptivo.
Bruno Bettelheim es el que ha moldeado la imagen del autismo con mayor fuerza en el mundo psicoanalítico. Prácticamente su idea es la idea que sostiene el psicoanálisis actual sobre el autismo y la esquizofrenia, aunque sobre cualquier enfermedad o trastorno. Nuestro recorrido empieza con él, pero varios años antes de que el mismo Leo Kanner pusiera la palabra autismo en el mapa psi. Comienzamos con la experiencia de Bettelheim en los campos de concentración nazi. Algo de notar es que parece haber hecho casi carrera a partir de esta experiencia en los campos.
Bettelheim se encontró preso por el régimen nazi, por lo que constan en los registros por actividades políticas contra el régimen austriaco de la época, y no necesariamente solo por ser judío. Es llevado prisionero a los campos de concentración a principios de Mayo de 19384. Fue transferido al campo de Duchau, originalmente para prisioneros políticos, y luego al campo de Buchenwald, pasando aproximadamente unos 11 meses en ellos, hasta su liberación y emigración a Estados Unidos. A su llegada, Bettelheim comienza a ordenar sus notas y escribir un articulo relativamente famoso, y, al parecer, de cierto impacto en el mundo intelectual. En 1943 se publica "Individual and Mass Behavior in Extreme Situations". Curiosamente en este escrito, de 1943, el muselmann no aparece descrito. Este aparece, unos 20 años después, en The Informed Heart, lo cual parece una adición bastante tardía, y que además, su adición al esquema que planteo del campo y su funcionamiento planteado en 1943, parece contradecirlo.
Pero no solo tenemos a Bettelheim de testigo de los muselmann. Viktor Frankl fue otro testigo directo del genocidio nazi. Fue otro prisionero de los campos nazi. Casualmente, Frankl también fue prisionero en Duchau, más específicamente en campos asociados a esta, aunque en una epoca diferente a la de Bettelheim. Inicialmente fue trasladado, en Octubre de 1944, a Kaufering, donde paso cinco meses como obrero esclavo, para pasar luego a Türkheim, en Marzo de 1945, donde se desempeño como médico hasta el día de su liberación en manos de Estados Unidos, el 27 de Abril de 1945. En 1946, Frankl escribe un libro reflejando su mirada y experiencia personal en los campos de concentración: El hombre en busca del sentido5, el cual utilizaremos como fuente.
Las épocas de los encierros de estos dos hombres son sensiblemente diferentes. Bettelheim se encontraba como prisionero político y obrero forzado en Duchau, mientras que Frankl se encontraba en un campo formado y establecido para el exterminio. Quizás por este motivo las miradas de ambos hombres estuvieron centradas en direcciones diferentes. El articulo de 1943 de Bettelheim, toma una mirada más sociológica, la perspectiva psicológica del mismo se encuentra en función de esta mirada sociológica. Bettelheim intenta hacer un análisis del campo de concentración y de su función en el régimen nazi, recordando que Duchau se encontraba en construcción para esa época y las cámaras de gas no estaban en operación, incluso fue liberado antes del comienzo de la guerra. La mirada de Frankl se encuentra más centrada en su propia experiencia del campo, y en el comportamiento de los prisioneros, antes que en un análisis riguroso como parece pretender ser el de Bettelheim. Aquí las cámaras de gas eran una amenaza constante y presente. Por esto empezare por la descripción de Frankl, puesto que esta más situada en la época del exterminio nazi, y además, de ser una descripción más sencilla y simple que la de Bettelheim, la cual estaba dirigida al mundo académico inicialmente. Otro motivo es que la descripción de Frankl es algo más centrada en la apariencia y conducta, que en una inferencia de las motivaciones internas del muselmann que intenta Bettelheim.
Los 'musulmanes' según Frankl
¿Sabéis a quién llamamos aquí un "musulmán"? Al que tiene un aspecto miserable, por dentro y por fuera, enfermo y demacrado y es incapaz de realizar trabajos duros por más tiempo: ése es un "musulmán". Más pronto o más tarde, por regla general más pronto, el "musulmán" acaba en la cámara de gas. Así que recordad: debéis afeitaros, andar derechos, caminar con gracia, y no tendréis por qué temer al gas.6
El prisionero común, llegado a cierto punto, comienza su transformación en un muselmann.
Solía comenzar cuando una mañana el prisionero se negaba a vestirse y a lavarse o a salir fuera del barracón. Ni las súplicas, ni los golpes, ni las amenazas surtían ningún efecto. Se limitaba a quedarse allí, sin apenas moverse. Si la crisis desembocaba en enfermedad, se oponía a que lo llevaran a la enfermería o hacer cualquier cosa por ayudarse. Sencillamente se entregaba. Y allí se quedaba tendido sobre sus propios excrementos sin importarle nada.7
La pregunta ahora es ¿cual es ese punto en que el prisionero común se convierte en un muselmann? La respuesta de Frankl es el momento final de un rpceso que lo despojada de todo. Se lo desprendía de toda posesión e identidad, y se lo reducía a un mero cuerpo numerado. El prisionero al perder absolutamente todo, incluyendo su futuro, se transformaba en un musulmán. Cuando el prisionero perdía toda esperanza de tener futuro se convertía en un muselmann. Pero este proceso empezaba mucho antes de los campos de concentración mismos.
En cada traslado tenía que haber un número determinado de pasajeros, quien fuera no importaba tanto, puesto que cada uno de ellos no era más que un número y así era como constaban en las listas. Al entrar en el campo se les quitaban todos los documentos y objetos personales (al menos ése era el método seguido en Auschwitz), por consiguiente cada prisionero tenía la oportunidad de adoptar un nombre o una profesión falsos y lo cierto es que por varias razones muchos lo hacían. A las autoridades lo único que les importaba eran los números de los prisioneros; muchas veces estos números se tatuaban en la piel y, además, había que llevarlos cosidos en determinada parte de los pantalones, de la chaqueta o del abrigo. A ningún guardián que quisiera llevar una queja sobre un prisionero —casi siempre por “pereza”— se le hubiera ocurrido nunca preguntarle su nombre; no tenía más que echar una ojeada al número (¡y cómo temíamos esas miradas por las posibles consecuencias!) y anotarlo en su libreta.8
Se les despojaba de todo lo material y se le asignaba un numero, que lo despojaba de su historia detrás de su nombre. Su historia pasaba a ser por completo irrelevante. Daba lo mismo ser tal o cual persona, tener tal o cual historia. Una daba lo mismo que la otra. Los objetos personales, parecen en este proceso también importantes, no solo por el sentido de ser dueños de ellos y su valor monetario, si no por su valor afectivo también. Los objetos personales traen una historia aparejados a ellos, un recordatorio de nuestros recuerdos. Sin ellos solo nuestra memoria es la garante de que nuestra historia permanezca con nosotros. Incluso algunos eran separados de sus familias, que podían morir alejadas de ellos, como es el caso de Frankl. Ya no tenían nada que les recuerde su pasado, y por ende su historia. Ya no tenían historia.
[...] e hice lo que constituyo el punto culminante de la primera fase de mi reacción psicológica: borré de mi consciencia toda mi vida anterior.9
Se les quitaba absolutamente todo, incluso su propio pasado. Su presente era una mera existencia desnuda.
Mientras esperábamos a ducharnos, nuestra desnudez se nos hizo patente: nada teníamos ya salvo nuestros cuerpos mondos y lirondos (incluso sin pelo; literalmente hablando, lo único que poseíamos era nuestra existencia desnuda.10
Todo habían perdido al entrar en los campos de concentración, exceptuando por una sola cosa. Eran seres sin pasado, ni presente, pero aún con futuro. Aunque parezca cursi, suene trillado, o incluso parezca la moraleja de un cuento para niños, el musulmán había perdido también la esperanza. Al perder su futuro perdían el sentido de sus vidas, y justo aquí terminaban perdiendo absolutamente todo convirtiéndose en el muselmann.
El prisionero que perdía la fe en el futuro —en su futuro— estaba condenado. Con la pérdida de la fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía y se convertía en el sujeto del aniquilamiento físico y mental. Por regla general, éste se producía de pronto, en forma de crisis, cuyos síntomas eran familiares al recluso con experiencia en el campo.11
Ya la vida no tenía sentido para él, por lo tanto no tenía sentido luchar por ella. Ya no había un futuro por el cual luchar.
[...] cualquier intento de restablecer la fortaleza interna del recluso bajo las condiciones de un campo de concentración pasa antes que nada por el acierto en mostrarle una meta futura. Las palabras de Nietzsche: “Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” pudieran ser la motivación que guía todas las acciones psicoterapéuticas y psicohigiénicas con respecto a los prisioneros. Siempre que se presentaba la oportunidad, era preciso inculcarles un porque —una meta— de su vivir, a fin de endurecerles para soportar el terrible como de su existencia. Desgraciado de aquel que no viera ningún sentido en su vida, ninguna meta, ninguna intencionalidad y, por tanto, ninguna finalidad en vivirla, ése estaba perdido. La respuesta típica que solía dar este hombre a cualquier razonamiento que tratara de animarle, era: “Ya no espero nada de la vida.” ¿Qué respuesta podemos dar a estas palabras?12
Este era el muselmann. Era este prisionero que había perdido todo, pero absolutamente todo, hasta su futuro.
Los 'musulmanes' según Bettelheim
Bettelheim comienza desde la misma conclusión que da Frankl, y no se separa mucho de él, incluso parece ampliarla:
Musulmänner: Los cadáveres ambulantes
Los prisioneros que llegaban a creer en las repetidas afirmaciones de los carceleros (que no había esperanza, que jamas abandonarían el campo de concentración, excepto como cadáveres) y que creían que no podían ejercer influencia sobre su medio ambiente, se convertían, en un sentido literal en cadáveres ambulantes, en los campos de concentración los llamaban "musulmanes" (Musulmänner), debido a que se consideraba un sometimiento fatalista al medio ambiente, como se supone que los mahometanos aceptan su suerte.13
La cuestión es, ¿por que deliberadamente provoque a un oficial de los SS? Creo que para no caer en un colapso debí probarme que poseía algún poder para influir en mi medio ambiente. Sabía que no podía hacerlo positivamente, así que lo hice negativamente, Tampoco esto fue razonado. Actué comprendiendo inconscientemente que necesitaba mas para sobrevivir.14
Este creer que ya no habían esperanzas es el factor decisivo que convierte al prisionero en un muselmann. Esta perdida completa de toda esperanza parece ser la condición necesaria para transformarse en esos "cadáveres ambulantes". Esto para el estudiante de psicología puede ser interesante. Lo que podemos concluir de esto, aparte de todo el tema del autismo, es que la conciencia de que uno todavía puede influir en su futuro parece ser un factor protectivo para seguir con vida en situaciones extremas.
Los prisioneros que no obstruían su corazón ni su razón, ni sus sentimientos ni su percepción, sino que se mantenían al tanto de sus actitudes interiores, aun cuando apenas podían influir sobre ellas sobrevivían y llegaban a comprender las condiciones en que vivían. También llegaban a entender lo que no habían percibido antes; que aun retenían la ultima, si no la mas grande, de las libertades humanas: elegir su propia actitud en cualquier circunstancia. Los reclusos que lo comprendían plenamente, llegaban a saber que en esto, solo en esto, consistía la diferencia crucial entre continuar siendo humano (a menudo la misma vida) y aceptar la muerte corno ser humano (o quizá la muerte física): poder retener la libertad de elegir libremente las propias actitudes en condiciones criticas, aun cuando pareciera encontrarse mas allá de la capacidad de influir en ellas.15
De las experiencias de Frankl y Bettelheim podemos sacar en cuenta que, hacer que una persona sienta que aun influye en su vida, es un objetivo a lograr en las personas que sufre en algunas situaciones desoladoras de la vida. De hecho, Frankl hizo de esto el centro de su terapia existencial16. Otro punto, que podemos ver en el párrafo anterior, es el por que del mote de muselman. Se han barajado varias hipótesis al respecto. Bettelheim nos da una de esas hipótesis, pero no me parece ser muy plausible. Tomar en cuenta cierta idea de un sentimiento fatalista atribuido al musulmán por el imaginario popular y pretender que es una generalización por todos bien conocida, no parece muy factible de ser el origen del mote muselmann. Esta idea de fatalismo no parece lo suficientemente expandida, y poco justificada, como para ser adoptada por todos y generalizar el uso de la expresión de muselmann y que sea una practica extendida entre los prisioneros. Además, nada nos dice del aspecto general del prisionero. Una explicación más sencilla y más probable es la que se basa en su apariencia.
La palabra Muselmann significa literalmente "musulmán". Algunos estudiosos creen que el término se originó a partir de la similitud entre el estado de la posición prona cercana a la muerte y la imagen de un Musulmán postrado él mismo en el suelo en oración. (The International School for Holocaust Studies)17
La imagen del prisionero sobre sus rodillas en el suelo, en apariencia impávido, concentrado , alejado del mundo que lo rodea, puede dar la impresión de una persona orando; más específicamente de un musulmán orando, si tomamos en cuenta que generalmente se encontraban en el suelo y que en estos estados suelen darse algunos movimientos repetitivos, como ser un vaivén hacia adelante y hacia atrás, movimientos mecánicos que aumentan la impresión de cierta concentración18. Tomando esto en cuenta, la imagen que proyectaría sería la de un musulmán orando hacia la Meca. Esta explicación del origen del mote de muselmann parece más probable, ya que solo requiere la imagen del prisionero, y no requiere inferir el estado emocional o psicológico del mismo. Solo se necesita su imagen para ser aceptado y reproducido por el grueso de las poblaciones de los campos de concentración, sean guardias o prisioneros. Lo curioso de esto, es que Frankl no ofrece ningún tipo de explicación sobre el tema, y pareciera que el mote de muselmann es por completo arbitrario.
Por el lado de la denominación de "cadáveres ambulantes" no es tan alejado del resto de las descripciones, que los presenta en un estado físico por entero deplorable.
Extremadamente delgadas, ojos opacados, apático, expresión facial triste, piel de color gris, que parecía de papel lija. El pelo era áspera, sin brillo y solía romperse con facilidad. La cabeza parecía alargada, el pómulo y la cuenca del ojo aparecía con toda claridad. Pero también las actividades espirituales, intelectuales y emocionales disminuían radicalmente. El preso perdía su memoria y su capacidad de concentración. Su conciencia fijada sólo en la comida. Fantasías de hambre cubrían su horrible hambruna. Sólo se daba cuenta de las cosas directamente en frente de sus ojos y sólo escuchaba cuando la palabra se le gritaba ruidosamente. [Sin resistencia, nos llamó la atención y éxito]. En la fase final, incluso ya no sentía más hambre ni dolor. El "Muselmann" perecía porque ya no podía seguir adelante. Él era el símbolo para la muerte en masa, muerte por hambre, de quedarse solo, de matar el alma, un cadáver viviente ". 19
Es descripción es el punto principal que parece ignorar Bettelheim. Este va más allá y empieza a inferir el estado mental del muselmann, obviando, o subestimando, el efecto que podría tener, sobre el muselmann el estado de inanición y fatiga extrema en el que se encontraba.
Mientras un preso luchara de cualquier manera por sobrevivir, por afirmarse y contra el ambiente abrumador, no podía convertirse en "musulmán". Una vez que consideraba imposible influir en su vida y en el medio ambiente, la única conclusión lógica era no prestarles ninguna atención20. Entonces la conciencia de los estímulos provenientes del exterior se ve obstruida, y solo respondían a los estímulos internos.21
Aquí es donde empieza a verse la influencia del psicoanálisis. Es evidente que los recursos físicos y psíquicos del muselmann esta redirigidos todos hacia el alimento que le desesperadamente le hacía falta22; pero Bettelheim, al igual que muchos psicoanalistas, tiende a inferir, más allá de esto, asumiendo un psiquismo intacto capaz de actuar razonablemente y lógicamente en todo caso y situación, para nada afectado por lo físico. Esta es una premisa psicoanalítica fundamental en la interpretación de las conductas23 hechas por el psicoanálisis. Bettelheim asume que la conducta del muselmann es voluntaria en buena medida.
Pero hasta los "musulmanes", por ser organismos no podían evitar reacciones de algún modo a su medio ambiente, y lo hacían privándolo de su poder para influir en ellos como sujetos. Para lograrlo debían renunciar a todo respuesta, y convertirse en objetos; pero así renunciaban a ser personas.24 Estas sombras ambulantes morían muy pronto.25
En sus inicios, Freud presento esta premisa. Pensaba que las represiones de los sujetos surgían a partir de una acción voluntaria y consciente de reprimir ciertos recuerdos o pensamientos. Luego estos eran tomados, vaya a saberse por que fuerza26, y eliminados por completo de la conciencia. Aquí es la misma idea, pero desarrollada para todo un conjunto de conductas, incluso parece intentar llegar hasta la misma a la misma esencia del sujeto. Claramente, esta obviando la situación extrema en que se encuentra el muselmann y como lo afectaría psíquicamente esto. Parece obviar el agotamiento extremo que tenían y que esto evidentemente debe influir significativamente en su psiquismo y su conducta de algún modo. Es suficiente con ver a alguien común teniendo hambre y ver como cambia su humor hasta que come algo, para ver que esta inanición del muselmann lo debe haber afectado en extremo, y no solo físicamente. Bettelheim pone lo psíquico primero y subestima, así, lo físico.
En otras palabras, después de alcanzar cierto grado de gran privación, el medio ambiente solo puede envolver caparazones vacías, corno la rutina del campo de concentración lo hacia con estos "musulmanes"; se comportaban como si no pensaran, ni sintieran, ni fueran capaces de actuar o responder; se movían solo por causas exteriores. Se podría especular si estos organismos habían prescindido del arco de reflejos que una vez se extendía desde los estímulos externos o internos (a través de los lóbulos frontales) hasta el sentimiento y la acción. Primero renunciaban a la acción por considerarla totalmente inútil; después al sentimiento, porque todo sentimiento era penoso o peligroso, o ambas cosas. 27
Su renuncia es primeramente psíquica. El estado en que entraban, era una especie de defensa ante el entorno hostil que vivían. Ellos renunciaban voluntariamente a todo sentimiento, según Bettelheim. Pero esto es solo una deducción gratuita de lo que le sucedía al muselmann. Él asume que esta es una especie de defensa y no tiene datos para apoyarlo. Esto idea se planteara luego con el autismo. El niño se defiende de una madre hostil, o sobre-protectora, y se retrotrae dentro de si mismo, valga la redundancia, para protegerse de ella. En el caso del niño con autismo, lo que esta obviando es el cerebro del niño. Existen varias pruebas que su cerebro es diferente, y eso se traduce en una conducta diferente.
¿Atreverse a observar?
Desde The Informed Heart a The Empty Fortress solo pasaran 7 años, en los cuales las ideas, apenas bosquejadas en The Informed Heart, sobre los muselmann serán ampliadas y aplicadas al autismo. En este libro encontramos un detalle interesante que una a los muselmann y a los niños. Según Bettelheim había, en los campos, una prohibición, no expresada, de no ver. Bettelheim marcaba que había un punto en que el destino del muselman estaba sellado.
Cuando por fin cesaban de fijar la mirada por voluntad propia, morían pronto.
No atreverse a mirar
Puede advertirse que este proceso no era accidental por la prohibición de atreverse a observar. En contraste la orden generalizada de no hacerse notar, con menos frecuencia al prisionero le decían que " no se atreviera a observar". Pero mirar y observar lo sucedido en el campo de concentración (aunque absolutamente necesario para sobrevivir) era aun más peligroso que destacarse. A menudo cumplir pasivamente la orden (no ver o no saber) no bastaba; para sobrevivir se debía pretender ("activamente") no observar ni saber lo que los SS que no se supiera.28
Bettelheim luego hará un paralelismo entre esta prohibición y prohibiciones similares de los padres con sus hijos.
Saber solo lo que las autoridades permiten, es más o menos lo que puede hacer un niño. Cuando se efectuan observaciones propias y se sacan conclusiones pertinentes, empieza las existencia del ser independiente. Prohibirse observar, y aceptar solo las observaciones de los otros, equivale a relegar la capacidad para razonar, y hasta la capacidad más básica de la percepción. No observar cuando es más importante, no saber cuando se desea tanto hacerlo, es lo más destructivo para las funciones de la personalidad, Así, encontrarse en una situación en que lo que una ves ofreció seguridad (la facultad de observar aproximadamente e inferir las deducciones correctas) no sólo cesa de ofrecer seguridad, sino que en realidad pone en peligro la vida. No usar deliberadamente Ia facultad de observación (tan opuesta a la distribución temporal, que es diferente) conduce a la debilitación de esa facultad.29
Así el niño dejara de mirar a su alrededor centrando su mirada hacia un punto, ignorando su entorno. Luego de mantener esta actitud hará, según Bettelheim, que esta se atrofie30. Seguido a esto, Betteheim relaciona esta prohibición de ver por si mismo algo, la prohibición de tener una mirada propia, con la ausencia de emociones.
Para empeorar las cosas, si observar era peligroso, reaccionar emocionalmente ante lo que se veía era francamente suicida. Esto es, a un prisionero que advertía un maltrato, lo castigaban, pero sólo ligeramente si se comparaba con lo que sucedía si sus sentimientos lo impulsaban a tratar de ofrecer ayuda. Sabiendo que una reacción emocional semejante equivalía al suicidio, y siendo incapaz a veces de no reaccionar emocionalmente cuando se observaba lo que sucedía, solo había una salida: no observar para no reaccionar.31
Aquí se nota algo más claramente de la insinuación que el muselmann estaba intacto psicológicamente, como para negarse claramente a observar. Esto me sigue pareciendo criticable, o al menos dudoso, que suceda con cierta voluntad por parte del muselmann. No parece tomar en cuenta el abatimiento físico y psíquico del mismo. Volviendo nuestra mirada sobre el autismo se ve la dirección que puede tomar esto. El niño con autismo que muestra un comportamiento sin sentimientos, o más bien un comportamiento sin reacciones emocionales, parece que hará creer a Bettelheim que la persona con autismo, al igual que al muselmann, se niega a expresar sus sentimientos debido a cierto peligro que puede acarrearle sobre sí. De allí su insistencia en un ambiente sin criticas para la "curación" del autismo. Si el niño siente que el mundo es seguro puede lentamente volver a él, mostrando sus emociones a otros, abandonando su posición autista, como lo expresaría el Psicoanálisis.
Frankl nos da una visión algo diferente de esto. Muestra que esta apatía, esta indiferencia al dolor, era una reacción de evitación al principio, pero luego ya no. Las escenas ya no provocaban una respuesta emocional alguna, ya no existía tal evitación; los prisioneros ahora se atrevían a mirar ya que no les provoca emoción alguna.
Las reacciones descritas empezaron a cambiar a los pocos días. El prisionero pasaba de la primera a la segunda fase, una fase de apatía relativa en la que llegaba a una especie de muerte emocional.32
La apatía, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno no le importaría ya nunca nada eran los síntomas que se manifestaban en la segunda etapa de las reacciones psicológicas del prisionero y lo que, eventualmente, le hacían insensible a los golpes diarios, casi continuos.33
Frankl da algunos ejemplos de esta apatía profunda.
Al principio, el prisionero volvía la cabeza ante las marchas de castigo de otros grupos; no podía soportar la contemplación de sus compañeros yendo arriba y abajo durante horas, hundidos en el fango, acompañadas las órdenes de golpes. Unos días o unas semanas después, las cosas cambiaban. Por la mañana temprano, cuando todavía estaba oscuro, el prisionero se plantaba frente a la puerta, junto con su destacamento, listo para marchar. Oía un grito y veía tirar a golpes al suelo a un camarada; se volvía a poner de pie y nuevamente le volvían a derribar al suelo. ¿Y todo por qué? Tenía fiebre, pero se había presentado a la enfermería en un momento inoportuno. Le castigaban por tratar de zafarse de sus deberes de esta forma irregular.34
El prisionero que se encontraba ya en la segunda fase de sus reacciones psicológicas no apartaba la vista35. Al llegar a ese punto, sus sentimientos se habían embotado y contemplaba impasible tales escenas. Otro ejemplo: cuando ese mismo prisionero estaba por la tarde esperando ante la enfermería con la esperanza de que le concederían dos días de trabajos ligeros dentro del campo a causa de sus heridas o quizás por el edema o la fiebre, observaba impertérrito cómo era arrastrado un muchacho de 12 años para el que no había ya zapatos en el campo y le habían obligado a estar en posición firme durante horas bajo la nieve o a trabajar a la intemperie con los pies desnudos. Se le habían congelado los dedos y el médico le arrancaba los negros muñones gangrenados con tenazas, uno por uno. Asco, piedad y horror eran emociones que nuestro espectador no podía sentir ya. Los que sufrían, los enfermos, los agonizantes y los muertos eran cosas tan comunes para él tras unas pocas semanas en el campo que no le conmovían en absoluto.36
Incluso el mismo Frankl paso por este estado.
Estuve algún tiempo en un barracón cuidando a los enfermos de tifus; los delirios eran frecuentes, pues casi todos los pacientes estaban agonizando. Apenas acababa de morir uno de ellos y yo contemplaba sin ningún sobresalto emocional la siguiente escena, que se repetía una y otra vez con cada fallecimiento. Uno por uno, los prisioneros se acercaban al cuerpo todavía caliente de su compañero. Uno agarraba los restos de las hediondas patatas de la comida del mediodía, otro decidía que los zapatos de madera del cadáver eran mejores que los suyos y se los cambiaba. Otro hacía lo mismo con el abrigo del muerto y otro se contentaba con agenciarse —¡Imagínense qué cosa!— un trozo de cuerda auténtica. Y todo esto yo lo veía impertérrito, sin conmoverme lo más mínimo. Pedía al "enfermo" que retirara el cadáver. Cuando se decidía a hacerlo, lo cogía por las piernas, dejaba que se deslizara al estrecho pasillo entre las dos hileras de tablas que constituían las camas de los cincuenta enfermos de tifus y lo arrastraba por el desigual suelo de tierra hasta la puerta. Los dos escalones que había que subir para salir al aire libre siempre constituían un problema para nosotros, que estábamos exhaustos por falta de alimentación. Tras unos cuantos meses de estancia en el campo, éramos incapaces de subir las escaleras sin agarrarnos a la puerta para darnos impulso. El hombre que arrastraba el cadáver se acercaba a los escalones. A duras penas podía subir él; a continuación tenía que izar el cadáver: primero los pies, luego el tronco y finalmente —con un ruido extraño— la cabeza del muerto subía botando los dos escalones. Acto seguido nos distribuían la ración diaria de sopa. Mi sitio estaba en la parte opuesta del barracón, cerca de la pequeña y única ventana, situada casi a ras del suelo. Mientras mis frías manos agarraban la taza de sopa caliente de la que yo sorbía con avidez, miraba por la ventana. El cadáver que acababan de llevarse me estaba mirando con sus ojos vidriosos; sólo dos Horas antes había estado hablando con aquel hombre. Yo seguía sorbiendo mi sopa. Si mi falta de emociones no me hubiera sorprendido desde el punto de vista del interés profesional, ahora no recordaría este incidente, tal era el escaso sentimiento que en mí despertaba.37
El acto de evitar mirar en el muselmann responde más a una situación de completo abatimiento, más que una decisión mínimamente razonada, o voluntaria. Parece más responder, nuevamente, a una economía de recursos para la sobrevivencia.
En la mayoría de los prisioneros, la vida primitiva y el esfuerce de tener que concentrarse precisamente en salvar el pellejo llevaba a un abandono total de lo que no sirviera a tal propósito, lo que explicaba la ausencia total de sentimentalismo en los prisioneros.38
En resumen, el muselmann si se atrevía a mirar.
Los 'muselmann' y el preso final
La introducción de los muselmann, por Bettelheim, en el "The infomed Heart" parece acarrear una especie de contradicción con su escrito de 1943, el cual adolecía de estos. En su escrito "Individual and mass behavior in extreme situations" la etapa final de la evolución es la identificación del preso con sus captores39. En el caso del prisionero del campo nazi sería aceptar los valores de la ideología nazi; más específicamente los de los agentes de de la SS a cargo del campo. De hecho, los campos de concentración, para Bettelheim, no solo eran campos de exterminio, si no un gran laboratorio social donde se intentaba doblegar la voluntad humana al servicio del régimen nazi.
El autor considera que el campo de concentración tiene una importancia que va más allá de ser un lugar donde la Gestapo se venga de sus enemigos. Es el campo principal de entrenamiento de los jóvenes soldados de la Gestapo que planean gobernar y ser la policía de Alemania y de todas las naciones conquistadas; es un laboratorio de la Gestapo donde desarrolla métodos para cambiar los ciudadanos libres y derechos, no sólo en refunfuñantes esclavos, si no en siervos que en muchos aspectos aceptan valores de sus amos. Ellos aún piensan que están siguiendo sus propios objetivos y valores de vida, cuando en realidad ellos han aceptado los valores nazis como propios.40
Esto se basa en la idea del progreso que el prisionero sufría dentro del campo, según la visión de Bettelheim. El prisionero pasaba por todo un desarrollo que lo conducía justamente a aceptar los valores de sus amos, idea que vuelve a presentarse luego en The Informed Heart.
Los presos antiguos eran los que tenían una tendencia a identificarse con la Gestapo hacia no sólo con respecto a la conducta agresiva. Ellos trataban de arrogarse viejas piezas de uniformes de la Gestapo. Si eso no fuera posible, trataban de coser y remendar sus uniformes para que se asemejaran a los de los guardias. Lo lejos que los prisioneros llegaban con sus esfuerzos parece increíble, sobre todo porque la Gestapo castigaba los esfuerzos por copiar los uniformes de la Gestapo. Cuando se les preguntaba por qué lo hacían admitían que ellos amaban parecerse a los guardias.41
Parece contradictorio que la misma Gestado castigara estos intentos de copia, si el objetivo principal del campo era lograr esta aceptación. Esto puede parecer, una simple táctica de agradar y adular a los guardias mediante la copia, pero puede que estos presos no sean presos regulares, o rasos. Como bien nota Bettelheim, esto se daba en los presos antiguos del campo. A ciertos prisioneros antiguos se los eleva al rango de Kapos42
Bettelheim no nombra a estos Kapo's, pero es bastante probable que estos prisioneros identificados con los guardias, no sean otros que los Kapo's. En el articulo de 1943 no se los menciona, pero en 1960 en The Informed Heart aparecen. Pero en 1943 parece que ya existían en los campos. Un caso notorio de este tipo de estos Kapos ha salido justamente de Duchau. Joseph Heiden era austriaco como Bettelheim y fue uno de estos Kapo's. Según puedo leer, gracias al traductor de Google, Heiden se encontraba casi en la misma situación que Bettelheim. Fue encerrado en el mismo campo para la misma época y por los mismos motivos. Fue encerrado en Duchau en Mayo de 1938, por motivaciones políticas. Allí actuó como Kapo. Tal fue su desempeño que, en Diciembre de 1941, fue aceptado en las fuerzas de las Waffen-SS, por los "méritos" logrados en el campo. Quizás para el época de Bettelheim el termino 'Kapo' no sea de uso corriente, pero es esto no quita que la figura del Kapo ya existía para esa época, y que estos prisioneros últimos identificados a los valores nazi no sean otros que los Kapo's.
Este elevarse a rango de Kapo provocaba un cambio en la conducta del preso, una especie de "colaboración" con los guardias nazis. Posiblemente, este pequeño poder que se les otorgaba era algo preciado para estos Kapo's, ya que como venimos sosteniendo, esto les podría dar la posibilidad, o la ilusión, de poder afectar su destino de alguna forma. No parece ser más que una forma de supervivencia del más fuerte, una lucha por la supervivencia de las más cruda y brutal, según los describe Frankl.
[...] el proceso para seleccionar a los "capos" era de tipo negativo; para este trabajo se elegía únicamente a los más brutales (aunque había algunas felices excepciones). Además de la selección de los "capos", que corría a cargo de las SS y que era de tipo activo, se daba una especie de proceso continuado de autoselección pasiva entre todos los prisioneros. Por lo general, sólo se mantenían vivos aquellos prisioneros que tras varios años de dar tumbos de campo en campo, habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia; los que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio, fuera honrado o de otro tipo, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse.43
Pero no solo es un mero efecto psicológico el cambio de actitud en la aceptación del puesto de Kapo. Existían incentivos físicos para tener ese puesto y mantenerse allí. Frankl describe algunos de los beneficios de ser Kapo.
Mientras estos prisioneros comunes tenían muy poco o nada que llevarse a la boca, los "capos" no padecían nunca hambre; de hecho, muchos de estos "capos" lo pasaron mucho mejor en los campos que en toda su vida, y muy a menudo eran más duros con los prisioneros que los propios guardias, y les golpeaban con mayor crueldad que los hombres de las SS. Claro está que los "capos" se elegían de entre aquellos prisioneros cuyo carácter hacía suponer que serían los indicados para tales procedimientos, y si no cumplían con lo que se esperaba de ellos, inmediatamente se les degradaba. Pronto se fueron pareciendo tanto a los miembros de las SS y a los guardianes de los campos que se les podría juzgar desde una perspectiva psicológica similar.44
La identificación de la que habla Bettelheim parece ser posterior a la asunción del puesto de Kapo, y no anterior e independientemente de ella. Esta identificación con los valores nazi no parece ser una consecuencia del proceso de encierro en el campo a los que la SS sometía a los prisioneros, como sostiene Bettelheim, si no, parece ser, una situación más acorde a la experiencia de amenaza de muerte que de continuo el prisionero sufría; y tener una posición que le aseguraba reducir esta amenaza, y que además le daba privilegios y medios que otros en el campo no tenían para la subsistencia dentro del campo debió ser una situación muy preciada para estos prisioneros. No parece ser mas que un estrategia de supervivencia.
Siguiendo con la visión de Bettelheim, no puede no dejar de pensar en la influencia psicoanalítica en esto de la identificación con los guardias. Freud propone la idea de que los niños abusadores habían sufrido a su vez abusos. Que un chico abuse sexualmente, de alguna forma, de su hermana no era un acto azaroso y/o nacido en el mismo chico, si no que este chico debió ser abusado por un mayor a su vez. El abuso que comete es una replica de los cometidos sobre él. El niño no hace más que identificarse con el abusado y, en este rol, ejercer abuso sobre otros. Esta conducta parece ser la misma que Betteheim describe, pero este pretende que es una conducta natural ante el abuso sufrido. Frankl, por el contrario, habla de supervivencia.
El problema con esta identificación es que los muselmann la ponen por completo en entre dicho. El articulo de 1943 presenta al Kapo, o a los prisioneros identificados con los nazis, como el eslabón ultimo del proceso al que era sometido el prisionero, y también el principal objetivo del campo de concentración. La adición posterior, en 1960, de los muselmann a su esquema del campo del concentración presenta un problema. Si el objetivo ultimo era la aceptación de los valores nazi por parte de los prisioneros, el muselman muestra el fracaso de todo el sistema del campo. Muestra que hay una opción a la identificación con el guardia, que no es la ultima y única.
Si estas dos opciones eran posibles frente a una situación extrema, identificarse con los valores nazi o convertirse en un muselmann resistiendo hasta el final, cabe hacernos una pregunta. Si ante una situación extrema cabe el retrotraerse por entero del mundo o identificarse con los guardias, o rectores, de este mundo ¿Por que el el niño elige huir del mundo y no identificarse con él? ¿Por que solo el autismo es considerado y no tenemos ningún trastorno con la opción identificatoría como su esencia? ¿Por que no vemos una completa y entera identificación de los niños con sus madres al mismo nivel de los presos de los campos que habla Bettelheim en 1943, pero no solo como una conducta, o una mera actitud, si no como un problema psicológico profundo al mismo nivel que el autismo? ¿Si frente a una situación extrema tenemos esas dos opciones por que solo vemos las del autismo? No me corresponde a mi responder esto, si no solo plantearlo para que los psicoanalistas tomen nota de esto y lo respondan, ya que ellos plantearon esta situación y la mantienen hoy en día. Ellos solo parecen considerar una sola opción, cuando hay dos, según el mismo Bettelheim.
Resumiendo ...
Algunas de las cosas que critico de la Facultad de Psicoanálisis es que la enseñanza que se imparte allí esta viciado de una falta de definición, claridad y llena de ambigüedades. Muchos conceptos se enseñan bajo la falsa presunción de que el concepto al que se apunta es el mismo que el estudiantado tiene. Muchas veces este estudiantado tiene un idea por completo diferente de la que los profesores presumen. Y lamentablemente, los estudiantes caen en una presunción similar con los profesores al suponer que de lo que el profesor habla es justamente lo que ellos entienden. Así que he intentado dejar con la mayor claridad posible a que nos estamos refiriendo con un muselman. He intentado caracterizar la situación del muselmann para tener una mejor y más clara imagen de ella, para cuando tengamos que comparar su situación con la de los niños con autismo.
Dentro de algunos cuestionamientos posibles a la imagen del muselmann de Bettelheim podemos situar la inferencia de estados anímicos sin muchos argumentos para sostenerlos. Frankl cae en algunos momentos en lo mismo pero se asegura de dar ejemplos concretos de las conductas que soportan estas inferencias. Desde otro punto, la visión de Frankl es más una visión descriptiva de sus propias experiencias en el campo que no pretende ser nada más. En cambio, Bettelheim intenta hacer un análisis lo más profesional posible y elaborar a partir de su propias experiencias alguna teoría sociológica de los campos. Su objetivo era más académico que el texto de Frankl, que se centra en dar cuenta de lo sucedido y experimentado, lo cual lo lleva a inferir estados psíquicos en los prisioneros, incluso en los guardias, sin mucho más que su experiencia individual. Sin embargo, el articulo de Bettelheim sigue siendo más un intento sociológico, que posteriormente parece devenir en un intento explicativo psicológico.
Quizás el mayor problema de la imagen dada por Bettelheim de los muselmann es su subestimación del los efectos de la inanición y la fatiga extrema que sentían los prisioneros, y como esto resulta ser el principal motivo del acorralamiento que los conducía a aferrarse a su futuro para no morir. Hay una especie de separación de lo físico de lo corporal en la imagen de Bettelheim. Al subestimar la situación física del prisionero Bettelheim, el muselmann encaja bastante bien en esta idea de las madres neveras, al centrar todo sobre lo psíquico del individuo.
Bibliografía principal
- Bettelheim, Bruno (1943) Individual and mass behavior in extreme situations, Journal of Abnormal and Social Psychology 38 - pp.417-452
- Bettelheim, Bruno (1960) The informed heart: Autonomy in a mass age. (En Español "El corazón bien informado. La autonomía en la sociedad de masas.", Fondo de Cultura Económica, México, 1973 )
- Fleck, Christian & Müller, Albert Bruno Bettelheim and the concentration camps, Journal of the History of the Behavioral Sciences: Vol. 33(1) 1 – 37 - John Wiley & Sons, Inc. (Invierno 1997)
- Viktor Frankl, El hombre en busca del sentido, Herder Editorial S.A., Barcelona, España, Vigésima Edición (1999) (Primera Edición en Alemán 1946 Ein Psycholog erlebt das Konzentrationslager ) (Traducción Dorki)
- 1. Recordar que esas clases se dictaban bajo el nombre de "Ética y Derechos humanos", por lo que parece imposible a cierta gente no nombrar a los nazis. Ver la primera entrada de esta serie al respecto.
- 2.
"Puedo añadir que estoy convencido de que yo hubiera sido incapaz de hacer estas observaciones sin la auto-observación estricta y continua que mis años de formación psicoanalítica me enseñaron."
"I may add that I am convinced that I would have been unable to make these observations without the strict and continuous self-observation which my years of psycho-analytical training taught me."
(Document L-73 - From Nazi Conspiracy and Aggression, vol. VII, US Government Printing Office, District of Columbia: 1946, p.820) - 3. Existen incluso dudas sobre su formación psicoanalítica, e incluso de sus credenciales profesionales. Para esto ultimo ver el articulo de Richard Pollak "Bettelheim el impostor" en el Libro Negro del Psicoanálisis.
- 4. Christian Fleck & Albert Müller (1997), p.1-2
- 5. Me parece una inadecuada traducción. Según su titulo original en alemán debería ser "Un psicólogo experimentado los campos de concentración." Pero su traducción española, aun de ser libre, debería ser "La búsqueda del hombre del sentido", apelando más al sentido de su texto, y al sentido existencial de su Logoterapia, provocada por su experiencia en los campos nazi. Este titulo apelaría al sentido inherentemente humano de su necesidad de sentido en su mismo ser. Aunque todo esto es un mero detalle.
- 6. Viktor Frankl, "El hombre en busca del sentido", Herder Editorial S.A., Barcelona, España, Vigésima Edición (1999), p.40
- 7. Ibíd. p.110
- 8. Ibíd. p.19
- 9. Ibíd. p.33
- 10. Ibíd. p.34 - El resaltado es del original.
- 11. Ibíd. p.110
- 12. Ibíd. p.113
- 13. Bettelheim, "El corazón bien informado", p.140
- 14. Ibíd. p.139
- 15. Ibíd. p.146
- 16. Debo aclarar, que no la considero una terapia por entero probada, o efectiva, en modo alguno, si no que es más una perspectiva filosófica de los problemas cotidianos esta terapia, o tipo de terapias, existenciales. Son solo un nuevo enfoque que uno puede aprender, pero que no deberían confundirse con terapias psicológicas orientadas a problemas mentales o trastornos profundos de la conducta;quizás sirvan como una especie de profilaxis de trastornos mayores.
- 17.
The word Muselmann literally means "Muslim." Some scholars believe that the term originated from the similarity between the near-death prone state of a concentration camp Muselmann and the image of a Muslim prostrating himself on the ground in prayer.
Yad Vashem, official website. Shoah Resource Center, The International School for Holocaust Studies - 18.
When sitting, the trunk staggered. The "Muselmann" made mechanic movements without reason.
Al sentarse, el tronco tambalea. El "Muselmann" hace movimientos mecánicos y sin razón. (Traducción propia)
(Muselman en Johannes Kepler University of Linz, official website. Insitut für Sozial und Wirtschaftsgeschichte.) - 19. Traducción propia desde Muselman en Johannes Kepler University of Linz, official website. Insitut für Sozial und Wirtschaftsgeschichte.
Extremely thin, dim eyes, apathetic, sad facial expression, grey-coloured skin which looked like hard paper. The hair was rough, dull and used to break easily. The head seemed longish, cheek-bone and eye socket appeared very clearly. But also the spiritual, intellectual and emotional activities decreased radically. The prisoner lost his memory and his ability to concentrate. His conscience was fixed on food only. Hunger phantasies covered the horrible starvation. He only realized things directly in front of his eyes and only heard when word were shouted loudly. Without restistance, we was struck and hit. In the final phase, he even did not feel any hunger nor pain any more. The "Muselmann" perished because he could not go on. He was the symbol for mass-dying, a death of hunger, of being left alone, of killing the soul, a living corpse.
- 20. El resaltado es mío
- 21. Bettelheim, "El corazón bien informado", p.140
- 22. Incluso se podría a que esto es una economía implementada por el mismo organismo para lograr la supervivencia desviando todas las energías a lo que es estrictamente necesario, desviándolas de cualquier movimiento, conducta o proceso físico o mental que sea superfluo para la supervivencia.
- 23. Esto lo veremos en profundidad cuando veamos parte del pensamiento de Laing.
- 24. El resaltado es mío.
- 25. Ídem.
- 26. Ver la critica al concepto de represión realizada en Psicología Existencial por Jean Paul Sartre en su libro El Ser y la Nada
- 27. Ibid. p.141
- 28. Ibíd. p.141- 142
- 29. Ibid. p.143
- 30. No puedo dejar de sospechar un posible argumento de la causa de la causa. El acto psicológico se pone delante de la causa neurológica.
- 31. Idem - El resaltado es mío.
- 32. Viktor Frankl, "El hombre en busca del sentido", Herder Editorial S.A., Barcelona, España, Vigésima Edición (1999) - p.41
- 33. Ibid. p.44
- 34. Ibid. p.42
- 35. El resaltado es mío.
- 36. Ibid. p.42-43
- 37. Ibid. p.43-44
- 38. Ibid. p.57
- 39. No confundir con el síndrome de Estocolmo. No se trata de un vinculo afectivo fuerte, si no una completa identificación con los valores del captor; y no con el captor.
- 40.
Bettelheim, Bruno "Individual and mass behavior in extreme situations", Journal of Abnormal and Social Psychology 38 (1943). pp.451 - traducción propia.
The author feels that the concentration camp has an importance reaching far beyond its being a place where the Gestapo takes revenge on its enemies. It is the main training ground for young Gestapo soldiers who are planning to rule and police Germany and all conquered nations; it is the Gestapo's laboratory where it develops methods for changing free and upright citizens not only into grumbling slaves, but into serfs who in many respects accept their masters' values. They still think that they are following their own life goals and values, whereas in reality they have accepted the Nazis' values as their own.
- 41. Ibíd. pp.448 - Traducción propia
Old prisoners who seemed to have a tendency to identify themselves with the Gestapo did so not only in respect to aggressive behavior. They would try to arrogate to themselves old pieces of Gestapo uniforms. If that was not possible, they tried to sew and mend their uniforms so that they would resemble those of the guards. The length to which prisoners would go in these efforts seemed unbelievable, particularly since the Gestapo punished them for their efforts to copy Gestapo uniforms. When asked why they did it they admitted that they loved to look like one of the guards.
- 42. La versión en ingles de la Wikipedia parece más completa que la española. También revisar el libro de Frankl, donde describe algo del comportamiento de estos Kapo's.
- 43. Viktor Frankl, Op. Cit., p.20
- 44. Ibid., p.18
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