Bunge comentado

Me ha llegado un escrito de Mario Bunge en el que habla de las condiciones de la psicología en la Argentina. Este texto apareció dando vueltas por ciertos canales con la sospecha de que iba a ser publicado en un diario. Hay una respuesta de Asociaciones de Psicólogos contra los dicho de Bunge, pero no me es claro el contexto de los dichos de Bunge y la respuesta a los mismos. No se si son respuesta a este textos o a comentarios vertidos en diarios, así que he decidido pasar por alto el asunto. Pero este texto muestra un sentir con el que me identifico. Aún así, no estoy del todo de acuerdo con Bunge. El algunos aspectos generaliza con demasiada facilidad, y hasta parece ignorar el avance de la psicología científica en el país. Pero estas cuestiones las dejo para el final en donde comentare algunos aspectos del texto. Este se denomina "Nace la psicología en Argentina" y es el siguiente :

Argentina tiene 50.000 licenciados en psicología, 38.000 de los cuales trabajan en Buenos Aires. (“Eso de que trabajan es un eufemismo: en realidad no hacen sino escuchar mucho y hablar un poco.) Dicho de otro modo: el país tiene 150 profesionales por cada 100.000 habitantes, y la Capital Federal tiene unos 800. Esto es más que cualquier otro país latinoamericano.
La psicología es la tercera carrera en popularidad en la Universidad de Buenos Aires. El país tiene varias facultades de psicología, más que facultades de ciencias. Y en esas facultades se enseña exclusivamente psicoanálisis: nada de psicología experimental, en particular psicobiología. (1) Que es como si las facultades de ciencias sólo enseñaran física aristotélica, alquimia y biología medieval.

¿Á qué se debe semejantes hipertrofia y unilateralidad? Supongo que a dos motivos: a que la profesión rinde, y a que la psicología criolla, copia de la vienesa o de la parisién, es fácil de aprender y de enseñar. En efecto, esta seudo-psicología no involucra razonamientos rigurosos ni trabajos de laboratorio. Sus practicantes no prosperarían en Derecho, Veterinaria, ni ningún otro campo serio, en que las pruebas valen más que las fábulas y las anécdotas.

El psicomacaneo es la única carrera íntegramente hablada, en la que basta creer lo que dicen algunos libros cuya lectura está al alcance de cualquier que sepa leer en castellano. No sólo no requieren conocimiento médico alguno, sino que exigen ignorar la medicina moderna, que sabe que los procesos mentales son cerebrales, y que el cerebro está íntimamente conectado con los sistemas endocrino e inmune.

Por este motivo en el campo de marras hay tantos licenciados y ningún doctor: porque todo doctorado serio presupone investigación original, y los psicoanalistas no investigan. Ni siquiera leen revistas científicas. En particular, no estudian el cerebro, que es como si los cardiólogos ignorasen el corazón y se limitaran al tomar el pulso.

No fue siempre así. En efecto, en 1898 Humberto Piñeyro fundó el primer laboratorio latinoamericano de psicología. Pocos años después, José Ingenieros y unos pocos médicos más hicieron psiquiatría. (En aquélla época no había casos intermedios entre la sanidad y la locura.) Además, hubo algunos neurobiólogos, tales como el Profesor Christofredo Jacob. Esos pioneros no hicieron investigaciones psicológicas, pero al menos no macanearon; e Ingenieros fue el primer sudamericano en popularizar la psicología fisiológica.

El descalabro comenzó en la década del 1930 con la difusión, en los kioskos de subte, de algunas obras de Freud que se vendían por monedas. Al mismo tiempo abrieron sus consultorios los primeros psicoanalistas porteños, tales como Arminda Aberastury y su hermano Federico. (Yo fui amigo Federico poco antes de que enloqueciese, e incluso presencié una sesión con una pareja de pacientes suyos.)

La noche psicoanalítica, que cayera en Buenos Aires hacia 1935, persiste aun hoy, mucho después que clareara en New York y otras grandes urbes. Alguien tendría que averiguar por qué no se han avistado complejos de Edipo en Arroyo del Medio ni otras poblaciones rurales. ¿Será el aire puro o más bien el bajo ingreso de sus inocentes habitantes, que aun no saben que la manera más barata de lidiar con problema personales es confesarse con un psicoshamán?

Durante mi reciente visita a la patria dí una decena de conferencias y concedí otras tantas entrevistas. Cada vez que me preguntaban la razón de mi rechazo al psicoanálisis replicaba que nadie había abierto un laboratorio psicoanalítico desde el nacimiento de ese negocio en 1900. Y agregaba que las facultades de psicología criollas se parecen al proverbial restorán que sirve guiso de liebre sin liebre, de modo que estafan a sus alumnos y a los contribuyentes. Y cuando me preguntaban por los psicólogos argentinos, contestaba que no los hay.

La víspera de mi regreso tuve que retractarme de esta segunda opinión. Esto ocurrió gracias a que Dr Daniel Flichtentrei, figura central de la prensa médica argentina, me presentó al Dr Facundo Manes. En efecto, desde hace unos años Manes y sus colaboradores en el Instituto de Neurología Cognitiva y en la Universidad Favaloro han estado haciendo investigaciones psicobiológicas. Y, como cuadra a todo investigador de buen nivel, han estado publicando regularmente artículos originales en las mejores revistas internacionales.

La próxima publicación del Profesor Manes y algunos de sus colaboradores versará nada menos que sobre el libre albedrío, tema tan importante como descuidado por los psicólogos científicos. Su tesis es una que he sustentando durante medio siglo: que el libre albedrío no es una fantasía teológica sino una realidad. Hoy día se lo puede explicar como uno de los rasgos de la actividad espontánea (no provocada por estímulos externos) de la corteza prefrontal.(2)

En suma, en Argentina ha nacido finalmente la psicología científica. Y ésta está destinada a crecer a menos que la proscriba alguna dictadura. No teman los 50.000 licenciados en psicolabia, porque ésta tiene cuerda para rato, ya que la macana seguirá siendo más fácil que la ciencia. Al fin y al cabo, la medicina no ha desplazado a la homeopatía ni a la curandería. Hay una película sobre el Padre Mario (a quien aplacé cuando rindió examen de epistemología), pero no sobre el Profesor Houssay.

Tampoco tienen por qué temer los filósofos de la mente que, como Freud, siguen especulando sobre ésta al margen de la neurociencia. (Wittgenstein dictaminó que es peligroso afirmar que se piensa con la cabeza.) A los estudiantes de filosofía no se les exige leer publicaciones de científicos ni de filósofos vivos: para ser estudiado en una facultad criolla de humanidades es preciso exhibir el acta de defunción.

Bunge no se reserva comentario alguno y hasta parece no tener pudor en lo que dice. Lo envidio por eso. Parece importarle poco las respuestas de los psicoanalistas y de las instituciones. Sus comentarios son polémicos, pero no por que sean difíciles de sostener, si no por la calidad de tajantes y algo radicales. No necesito decir nada al respecto de la situación del psicoanálisis en el país. Es bastante cierta, pero no del todo. Lo que me hace matizar este texto con un par de comentarios de mi parte.

En (1) Bunge declara que no se ve "nada de psicología experimental" en la Facultades. Es cierto a medias. En la Facultad de Psicoanálisis existen cátedras, como Biología del Comportamiento y Análisis y Modificación de la Conducta, por solo nombrar algo, que enseñan psicología experimental, pero el cursarlas solo corre bajo la responsabilidad del alumno mismo. Estas materias son electivas y no obligatorias. Un alumno puede cursar tranquilamente todo el plan de carrera de la Facultad sin toparse con los mínimos conocimientos necesarios de psicología experimental, por no decir de psicología. 1La carrera contiene solo conocimientos de Psicoanálisis y ningún conocimiento firme de Psicología. Un alumno sale de allí con un titulo de Licenciado en Psicología que nada tiene que ver con el conocimiento real que adquiere. El más adecuado seria el de Psicoanalista.2 ¿Que hacer entonces? No creo que sea necesario cerrar la Facultad para lograr una psicología científica en el país, como Bunge dice.

— ¿Qué propone para que haya una psicología científica en el país?
— Primero, hay que eliminar el principal obstáculo y cerrar la Facultad de Psicología. Porque si se piensa en una reforma habría que empezar por despedir a todos sus profesores. Digo cerrar porque el ambiente que deberían aguantar los nuevos sería imposible. Y cerrarla porque no cumple sus funciones, no enseña psicología. Luego, habría que invitar al país a psicólogos auténticos a enseñar durante meses y, al mismo tiempo, enviar becarios. Así, en veinte años habrá un núcleo con masa autentica para que haya investigación en el país. 3

No es necesario importar psicólogos. Ya existen varios en el país. Solo que la mayoría esta por fuera de la Facultades. Solo hay que hacer que tengan un mejor lugar del que ya tiene. No es necesario cerrarla, ya que se puede lograr más fácilmente. Solo hay que cambiar unas materias de electivas a obligatorias y otras, a la inversa, de obligatorias a electivas.

Pero por que tan extremista las acciones que pretende Bunge? Se me ocurren dos motivos principales. Uno es por simplemente no estar actualizado de la situación por la que cruza la psicología científica en el país. De hecho, el texto parece tener la intención de corregirse sobre que no hay psicología científica en el país. Bunge desconoce todos los aspectos actuales de la psicología actual. Parece no conocer los esfuerzos de varias cátedras dentro de la Facultad por imponer una psicología científica, que lamentablemente encuentran un obstáculo fuerte en el status quo y la hegemonía doctrinaria imperante del psicoanálisis que defienden el estilo de vida del psicoanalista. Bunge también ignora de algunos esfuerzos externos a la Facultad de Psicoanálisis de la UBA. Esfuerzos reducidos en cantidad, pero fuertes y firmes. Disculpándonos con Bunge, debemos decir que la psicología no esencialmente su principal área de interés, si no una de tantas. Además, desde Canadá no es fácil estar al tanto. ;-)

El segundo motivo, y que parece de más peso que el anterior, es que Bunge no acepta los trabajos psicoterapéuticos en si mismos. No confundir aquí con los trabajos psicoanalíticos. En(2) habla de desarrollos en el campo psiconeuronal. La psicología para él esta íntimamente relacionada con la neurología. Esto también es cierto a medias.Este enfoque dejaría afuera todo el aspecto conductual de la psicología. No niego que la neurología es importante para la psicología y que es un campo que no puedo obviar el profesional psicológico actual, pero mucho del trabajo clínico no requiere una profundización hasta el nivel neurológico. Hago referencia a los trabajos psicoterapéuticos basados en la Terapia Cognitivo Conductual. Mucho del trabajo psicológico no pasa por enfermedades netamente neurológicas. Mucho del trabajo clínico del psicológico esta enfocado a trastornos de conducta y este trabajo conductual obtiene éxitos que un psicoanalista ni en sus mas salvajes sueños puede alcanzar. Resumiendo, difícilmente Bunge pueda ver que la psicoterapia no significa necesariamente psicoterapia psicoanalítica. No toda psicoterapia es pseudo-científica.

Bunge es tajante es sus declaraciones. Pero en algo parece acertado. La "noche psicoanalítica" aún esta vigente. Y resulta tentador incendiar la Facultad para iluminar la noche. Pero hay formas más eficaces para que la noche se transforme en día. ... Eso espero.

Comentarios

Sobre la carta bomba de Bunge

Que tal

Más allá de lo acertadas que puedan resultar las críticas a la hegemonía del psicoanálisis me parece que los psicólogos en general no podemos aplaudir ni celebrar a Bunge. En primer lugar, uno esperaría un poco más de moderación y de seriedad (menos emocionalidad, menos odio) de alguien como Bunge que ocupa un lugar importante en el ámbito académico nacional. Por sus declaraciones pareciera que tiene algo personal con la psicología, en tanto no aporta opiniones constructivas sino incendiarias, como las que vuelca en este artículo. Flaco favor nos hace a los psicólogos al publicar en un diario como La Nación un artículo incendiario: flaco favor le hace a la facultad como institución. Detesto el psicoanálisis: en este momento debería estar estudiando Psicopatología (Justo estoy con el caso Schreber...pensé lo mismo que vos con el tema de la edad del hermano...era un chantuli ese Fraude!)y me quiero matar. Pero más allá de eso, hay que pensar qué imagen de la psicología le da al público en general. Algunos dirán...es verdad, es una secta de brujos la facultad. Pero no todos. No todos son así y dentro de la facultad (y esto evidentemente no lo sabe o no le importa a Bunge) se observan cátedras, profesores y muchos alumnos que tienen una visión crítica del psicoanálisis y buscan alternativas. Y a todos nosotros, el día de mañana como psicólogos (qué digo! hoy mismo como estudiantes) nos termina salpicando la carta de Bunge. Una opinión constructiva, que aporte, sería una primero, no tan subida de tono. Segundo, que comience rescatando a toda esta gente que hace algo alternativo, científico, frente al psicoanálisis y no que lo deje para el final a modo de pequeña salvedad. Ese debería ser el nucleo de la nota

Parrafo aparte merece la idea de traer profesores de afuera y eso...nuevamente, un insulto a todos los que estudian y/o trabajan, investigan a nivel nacional en el campo de la psicología. No necesitamos gente de ningún lado, tenemos las posibilidades y capacidades acá. Mejor ni hablemos en términos polítco-ideológicos de esta idea de Bunge. No es cuestión de que cambiemos los francofilicos que hoy reinan en la facultad por unos yankeefílicos que se babean como perro de Pavlov hablando de que en España esto, en EEUU lo otro...

En fin, esta es mi opinión sobre el tema. Ojalá que Bunge deje de tirarnos salvavidas de plomo que ya es suficientemente difícil nadar en las oscuras y sofocantes aguas del dogma.

Saludos e interesante blog

Bienvenido.

Imagen de CJC

"uno esperaría un poco más de moderación y de seriedad (menos emocionalidad, menos odio) de alguien como Bunge que ocupa un lugar importante en el ámbito académico nacional."

Ciertamente. A tono personal, me parece que le muchacho Bunge esta de salida. La importa un comino lo que digan de él a esta altura. Además, es difícil desde Canadá ver los que pasa aquí en Argentina. Y como es costumbre Argentina opinar sin ver, nuestro querido Bunge opina. Ahora que me haces acordar. Nunca ha pasado por la Facultad de Psicoanálisis en sus muchas visitas.

Claro esta que esta emocionalidad con el psicoanálisis es la carta de invitación para hablar en diarios y revistas. "tenemos un país psicoanalítico y alguien que odia el psicoanálisis. Polémica en puerta" pensara más que algún editor. Y termina pensando la gente que la ciencia es un asunto de visiones.

Otro caso que puede ser un factor para hablar despreocupadamente de la psicología argentina, es que no es un tema que le interese principalmente. Leo algunos de sus escritos y el tema de la política y como volverla científica esta presente siempre en algún punto. La psicología argentina y el psicoanálisis es un tema colateral para eĺ creo. Apuesto, que piensa que un política científica redundara en una Facultad de Psicología y no de Psicoanálisis como es ahora.

Justo estoy con el caso Schreber...pensé lo mismo que vos con el tema de la edad del hermano

Me alegra escuchar eso. No soy el único. :-D

" ... ya es suficientemente difícil nadar en las oscuras y sofocantes aguas del dogma."

¡Me quedo con esta frase!.

--- Saludos ... Claudio

Añadir nuevo comentario