Historias desde el diván: "... yo me autolesionaba ... "

Que el blog esta algo inactivo no significa que este muerto y menos que no siga teniendo abierto sus oídos abiertos a los testimonios de los ex habitantes de los divanes. Me ha llegado otra historia a mi casilla de correo. Es otra historia que ha podido escapar del hermetismo de los consultorios psicoanalíticos. No hay mucho que agregar o comentar a esta historia. Así que los dejo con este testimonio del daño que pueden hacer y el sufrimiento que provocan los divanes psicoanalíticos.

Cuando tenía 16 años mis padres descubrieron que yo me autolesionaba, ellos se preocuparon muchísimo ante esta conducta y decidieron llevarme con un psicólogo para que dejara de hacerlo. Debo decir que mi familia siempre ha tenido bastantes prejuicios hacia la gente que necesita ir al psicólogo, así que ninguno, ni ellos ni yo, sabíamos que existen varias corrientes teóricas, en realidad como la mayoría de la gente ajena a esto pensábamos que un psicólogo es lo mismo que un psicoanalista. Pidiendo recomendaciones a conocidos fue como termine en el consultorio de uno de estos psicoanalistas.
Cada vez que le contaba cosas personales, que a mí me dolían mucho, él solo me escuchaba sin interrumpir, y cuando terminaba de contarle nunca me decía nada, o me observaba por unos minutos sin decir nada, y luego me decía que ya era la hora de irme, o me cambiaba de tema poniéndose a hablar de trivialidades que no iban al caso. Esa actitud cada vez me decepcionaba más, porque yo era un mar de emociones y no tenía ni idea de cómo controlarlas, y nunca me daba ningún consejo, ni siquiera mostraba un mínimo de empatía hacia mí, a veces parecía que hasta se burlaba de las cosas que me hacían sufrir.
Alguna vez le comente lo mal que me sentía al entrar a lugares llenos de gente, o que tener que dar presentaciones en clase me ponían extremadamente nerviosa. Él me decía que todo eso era normal, que son actitudes normales de una persona un tanto tímida y que no me preocupara. En ese aspecto empeore bastante durante el tiempo que estuve haciendo terapia con él, pues al final yo no era capaz de ir a dar una presentación en clase sin que tuviera ataques de pánico (en ese momento no tenía idea de que eso era lo que me pasaba), y a veces hasta pensaba en suicidarme con tal de evadir esa situación. Y a al psicoanalista nada de esto parecía importarle mucho, me decía que me mantuviera tranquila y ya, que nada iba a pasar.
Al final, después de un año de una terapia que no estaba sirviendo para nada porque yo seguía sin saber controlar mis emociones, hablábamos todo el tiempo de cosas sin sentido, nos desviábamos un montón del tema principal por el que yo estaba allí. El psicoanalista me pedía que le contara mis sueños, y por ejemplo yo le contaba que en casi todos mis sueños alguien se estaba muriendo, y yo me desesperaba un montón porque por más que corría nunca podía llegar a salvar a esa persona. Luego me dijo que esos sueños se deben a mis deseos reprimidos de matar a mi ex novio, eso me sorprendió un montón, le dije que jamás pensaría en algo así, porque es que ni siquiera lo odio, con mi ex novio esta todo más que bien, pero me dijo que eso no importaba, que yo tenía muchos deseos reprimidos de matar personas pero que no me preocupara, que es muy normal.
Después de eso al fin me di cuenta de que la terapia no estaba yendo a ningún lado, después de un año de vernos una vez por semana durante una hora no había ningún avance, así que decidí dejar. El psicoanalista al principio se negó un poco, dijo que aún no era suficiente, que me faltaba muchísimo tiempo de terapia para mejorar, hasta me amenazó un poco con contarle a mis padres algunas cosas privadas que yo le había contado con la excusa de que me podía pasar algo malo si dejaba la terapia y mis padres deberían estar al tanto de eso para que me obligaran a seguir yendo, pero como vio que no me iba a convencer de ir ni a una sesión más me dejo en paz.
Hoy en día estoy tomando medicina, me diagnosticaron una fobia social bastante grave, y un trastorno del estado de ánimo. Gracias a los medicamentos, y a las terapias con una psicóloga cognitivo-conductual he mejorado muchísimo, me siento mucho mejor que antes y puedo hacer cosas que antes no.
De todo esto solo me queda algo muy claro: JAMÁS volveré a pisar el consultorio de un psicoanalista, es un desperdicio de tiempo y dinero, porque aunque ahora el psiquiatra, la psicóloga y los medicamentos son una terapia mucho más cara que la del psicoanalista al menos esto vale la pena y no es una estafa.

Comentarios

Que interesante testimonio,

Que interesante testimonio, da hasta coraje que los psicoanalistas no se les caiga la cara de vergüenza al cobrar por hacer perder el tiempo a la gente. Me pregunto si muy internamente sabrán que solo son charlatanes.

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