Este fin de semana decidí retomar la antigua tradición de comprar el diario del domingo. Aparte de enterarme de que el mundo está mal y la gente lo mantiene así, cuando no lo empeora, me entero de que Laura Oliva ha sido carne de diván y aún lo sigue siendo. Viendo en que clase de terapia ahora ella está me percató de una idea que estaba ahí. Veía una correlación, pero puede que sea una causación. Vamos con una diatriba catártica.
En la revista Viva que acompañaba al diario Clarín de este domingo vi una nota hecha a esta actriz. Entre varias preguntas que le hace el periodista está una sobre terapia. Este le pregunta si alguna vez hizo terapia. Al parecer es algo tan común en Argentina que es significativo preguntar aunque la persona no haya tenidos problemas psicológicos de ningún tipo. Déjenme que ponga un poco más en claro la significación de esta pregunta.
El “hacer terapia” ya no es visto, en Argentina, como algo exclusivo de problemas psicológicos. Uno ya no va a terapia solo cuando necesita ayuda. Uno va a terapia como se va al gimnasio. He escuchado un par de veces decir esto mismo. Es una especie de ejercicio intelectual para tener todo afinado y el orden. Pero no deja de ser una práctica snob. Algo para presumir. Aunque la terapia sea destinada a lograr un estado de mejora aún no teniendo problema alguno esta no puede ser eterna y no debe serlo. En cuanto más la persona logre autosuficiencia el terapeuta más satisfecho estará. Por lo que estar como en su caso unos 30 años en terapia uno no puede dejar de ver en los de ir a terapia una práctica snob.
En los 80 el ir a un gimnasio era signo de prestigio. Los gimnasios eran caros, pero estaban de moda y el prestigio social obtenido de ellos valían su precio. Ahora ya no son tan populares aunque sean accesibles. Ya no tienen el prestigio que tenían. La terapia aún tiene prestigio ante los ojos de los demás. Así que si alguien le comunica a alguien que va al gimnasio, la otra persona puede retrucar que ella también va al gimnasio. Un empate se produce. Pero si la otra persona dice “No, yo voy a terapia” pues tendremos un ganador. Ahora si la otra persona retruca diciendo lo mismo el desempate será número de años.
Se me dirá que el Psicoanálisis es una forma de autoconocimiento y que este puede llevar años hasta décadas, incluso un trabajo de toda la vida. En lo personal, si para los 50 años uno ya no encuentra alguna verdad en la vida, no sabe mínimamente quien es y que quiere y debe seguir buscando es que está fallando el método en encontrarla. O simplemente, lo hace porque es adicto a la catarsis o porque es una práctica que le una gratificación social al hacerla. No haber logrado alguna técnica, aprendido algo para la vida o mejorado algo de tu persona en 30 años de contemplarte tu ombligo espiritual una vez por semana por 50 minutos y seguir necesitando el diván es algo que no debería ser. Es como andar en bicicleta a los 50 años necesitando las rueditas de entrenamiento y que además alguien te sostenga para no caerte. ¿No deberías rendirte y practicar algún otro deporte que la meditación 'ombligística'?
Me parece claro que esta actriz ha malentendido el proceso psicoanalítico. Justamente no debía entender nada. Solo debía sentir. El diván es una experiencia emocional y no intelectual. El Psicoanálisis no es racional. Fue catarsis y sigue siéndola. No es posible de transmitir su experiencia por palabras. El inconsciente se experimenta, no se enseña. No lo digo yo. Lo dicen los mismos psicoanalistas. Pero como sea, quizás lo más interesante este al final de la respuesta. Nuestra actriz dejó el diván para adentrarse en la terapia de memoria celular. ¿Qué es eso dirá usted? Pues otra pseudociencia. Lo primero que encuentro que no es más que la clásica biodecodificación celular. ¿Y qué es eso? Pues una licencia para vender una terapia que ni siquiera tiene fundamentos. Según la primera cosa que encuentro en internet es "la aplicación de protocolos de kinesiología energética para la liberación de muestra memorias celular". Si esta descripción no levanta algunas banderas rojas no sé que las levantara. Aparentemente en nuestras células se guarda algún recuerdo de las cosas que nos pasan. No, no en el cerebro, sino en las células del cuerpo. ¿Fundamento para esto? Ninguno1. Y esto me lleva a cuestionarme algo.
Hasta el momento he visto una correlación bastante fuerte entre el Psicoanálisis y otras pseudoterapias y pseudociencia. Es bastante simple encontrar a un divanista que crea en alguna otra pseudociencia. Siempre pensé que esto era una correlación. Gente propensa a creer en pseudociencias se acercaba al Psicoanálisis. Sin ir más lejos, recuerdo bastante bien como decía que la Astrología podía ser una ciencia si se la estudiaba con cuidado. Siempre lo recuerdo por lamentarme no haber sabido bien la teoría de gravedad para desmentirla allí mismo. Pero también puede ser que el Psicoanálisis lleve a otras pseudociencias. Es que el divanista se guía por la directiva posmoderna de que la ciencia es un discurso como cualquier otro. O sea que la demonología y la homeopatía es una ciencia de igual valor que la Psicología o la Medicina o la Física o la que sea. Todo tiene el mismo valor y nada es verdad. Solo lo que creas que es verdad. Predicando esto la gente se convierte a otras sectas o terapias alternativas. El mismo tratando de justificarse a sí mismo termina validando otras terapias pseudocientíficas. La gente se siente entonces envalentonada a probar lo que no está probado. Así el Psicoanálisis es la puerta a terapias más duras. Bueno ... quizás un poquito más duras. Todas son prácticamente igual de malas. Como sea, recuerden chicos, ¡Psicoanálisis ni una vez!
- 1. Lo que se pretende descubrir con la terapia son memorias complejas y personales. Los datos que encuentran son solo de reacciones bien sencillas en seres simples o nivel celular de impacto celular y no personal. En otras palabras, los recuerdos, si los hay, son recuerdos biológicos y no humanos.
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