Acabo de terminar este cuatrimestre y acabo de terminar lo que espero sea la ultima cátedra de la carrera de Licenciado antes de dejarla de lado. Hablo de Educacional y me topo de nuevo con la peregrina idea de un presente vía email. Con tiempo y tranquilidad de haber terminado con este cátedra, vamos largo y tendido sobre este método de dar presente.
Algo que note en algunas cátedras que parecen querer ser innovadoras y utilizan la tecnología sin entender mucho sus implicaciones. Tratan de actualizarse a los tiempos actuales de redes sociales y cambian métodos probados por innovaciones rápidas y poco pensadas. El mejor ejemplo es el del presente participativo vía email implementado por esta cátedra. Ya es la segunda vez que paso por esta experiencia de presentes virtuales. Los resultados de aquella vez no fueron halagadores, pero quizás cualquier respuesta a mis cuestionamientos es mejor que recibir la indiferencia que recibí esta vez, por lo menos hasta el momento. La idea con este presente participativo es que el alumno escriba algo de su propia elaboración sobre la clase que acaba de tener y que luego sea enviado por email a los profesores, los cuales contabilizan este envío como una asistencia a clase. Esto tiene más beneficios para los profesores que los que aporta al estudiante. En realidad, no le he encontrado ningún beneficio para el alumno, si no que le resulto en una carga extra innecesaria.
En la primera clase, el presente participativo fue dado de forma presencial. El alumno debía, en un pedazo de papel, escribir aquello, junto a su nombre y comisión de trabajos prácticos, lo que le viniera a la mente sobre la clase que justo acaba de tener. La temática era libre. Elaboración centrada en la clase, pero libre al fin. No había restricciones a esto. El papel era entregado y, obviamente, luego contabilizado como una asistencia. El objetivo era poder saber lo que los alumnos pensaban de la clase, así poder dirigir la próxima mucho mejor. Se afirmo en la primera clase que eran leídos estos presentes y se repitió en otras oportunidades. Bajo estas condiciones, uno podría hacer alguna pregunta o algún cuestionamiento, esperando recibir una respuesta o algo que lo hiciera avanzar o lo guíe en lo que empezó a reflexionar, incluso algún pequeño debate para discutirlo en clases. Pero nunca vi que algún email fuera citado y mucho menos discutido. Tampoco vi que tuvieran algún efecto en el diseño de las clases. Hacer participar al alumno y darle un espacio para hacerlo es un objetivo loable, pero ignorarlo y nunca usar sus producciones ya no es tan loable.
En la próxima clase este presente participativo de allí en adelante, debía ser entregado vía email. En ves de un papel era un email. Aquí es justamente donde todo empezó a arruinarse. Ahora las elaboraciones de los estudiantes debían ser pasadas vía email a una serie de direcciones de emails designadas. Recordemos aquí que la asistencia a clases es obligatoria. Se debe lograr un porcentaje de asistencias, y más allá de las notas, logradas, uno puede recursar si no lograr ese mínimo de asistencia. Así que el envió del email se hizo obligatorio y, por lo tanto, la elaboración hecha por el estudiante también. Ahora los alumnos debían ir a sus casas a elaborar algo sobre la clase pasada. Debían tomarse un tiempo, de forma obligada, para formular esta elaboración participativa. Como notaran, yo escribo mucho y largo, así que escribí mucho y largo. Digamos que insumí al menos una hora de trabajo en el texto que envíe. La respuesta fue que debía ser corto, menos de 300 palabras. Esto hice que se me sea muy difícil expresar realmente lo que sucedía en mi cabeza. En lo personal escribí con libertad pensando dejar mis ideas en blanco y negro para retomarlas luego y también con la esperanza de alguna lectura por alguien y quizás alguna respuesta. En cambio, debía reducir todo a menos de 300 palabras. Si debía ser corta, obviamente, no daría con la verdadera imagen del alumnos sobre la clase. Sería una imagen muy reducida y propensa a malas interpretaciones. Me queje en respuesta y la respuesta siguió siendo la misma.
Como ya podrá adivinarse, esto sistema de presentes vía email es un sistema de honor que fácilmente puede romperse. Se reafirmo varias veces que la elaboración no iba a ser evaluada para nada. Si el tema es libre, la elaboración del alumno también lo es y no hay forma segura de evaluar la presencia del alumno en la clase. Así uno podía faltar a clases, ver el cronograma de temas de la clase actual y elaborar un texto sobre la clase sin siquiera haber estado en clases, enviarlo y tener presente igualmente. De esta forma, el presente de aquel que se había tomado el esfuerzo de ir a clases es tan valido como aquel que no fue para nada. Tan valido como aquel que decidió abandonar la clase a los pocos minutos de empezada.
Pude ver que varios estudiantes elaboraban textos. Se tomaban el tiempo para hacerlo en sus casas. Aunque otros simplemente hacían resúmenes de la clase mostrando que forzar al estudiante a escribir no significa que escriba algo de lo que realmente piensa. No culpo a la pereza de algunos estudiantes, si no que el método del presente tiene fallas que la buena voluntad sola no arregla. Pero bien, había un tiempo limite para hacerlo. Se debía enviar el presente dentro del lapso de 24 horas, más o menos. Muchos estudiantes trabajan y a la noche cursan hasta tarde de nuevo en la Facultad. Encontrar una hora, o media hora, para elaborar algo decente se convirtió en una odisea para muchos. Como anécdota, una compañera de haberse despertado a la noche y acordándose que debía dar el presente se puso a escribir algo, y no solo para cumplir si no escribir algo de valor. Dicho de otra forma, saco una hora de su sueño para su presente participativo. Y, aun así, con este esfuerzo su presente tiene igual valor que aquel que no fue a clases para nada. En lo personal, me sucedió algo similar luego de las entrevistas que debía hacer para esta cátedra. Regreso cansado muy tarde a mi casa después de un viaje muy problemático y en medio de la noche. Bien pasada la medianoche me encontraba ya sentado en casa, tratando de concentrarme, escribiendo algo que evitara que me pusieran una inasistencia por una clase a la que si fui. Bien podía haber descansado si hubiera dado el presente en clases firmando una hoja como infinidad de otras cátedras hacen. Firmando en una hoja en clase podría dejar mi elaboración personal de la clase para otro día y escribirla tranquilo, descansado y de buen humor, corrigiéndola y asegurándome que sea lo que quiero comunicar. Es obvio que ese presente participativo no saco lo mejor de mí y esa elaboración no era representativo de lo que pensaba. Solo fue para evitar una falta. Es fácil olvidarse de enviar este email, de allí mi apuro por mandarlo antes de que pase el tiempo. Por un simple olvido uno puede tener un ausente, aun habiendo estado en clases y prestando toda la atención del mundo a la profesora. A todo esto agreguemos una dificultad más. El blog es un buen terreno para la practica de la escritura. He notado que me es mucho más fácil ahora escribir que lo que era antes de iniciar este blog. Esta practica redituo también en los exámenes. Ahora puedo enfrentar los exámenes sin esfuerzo. El numero de tachaduras de mi parte en ellos es mucho menos que los que tenia al inicia la carrera. Pero no todos escriben en blogs. No todos tienen la costumbre de escribir regularmente, por lo que es un carga considerable escribir algo semanalmente sin un previo ejercicio. Ademas, de tener la personalización de una falta por no hacerlo. Aunque sean 300 palabras o menos es un esfuerzo considerable aun, y más si necesitamos ganas, energías, concentración y tiempo para hacerlo.
El objetivo inicial de hacer que los estudiantes escriban lo que tienen en sus cabezas también fue arruinado. Debido a que el tema es libre, no se puede diferenciar entre aquel que va a clases y aquel que no por un simple texto. Esto se soluciona parcialmente haciendo una pregunta concreta al estudiante que estuvo en clases y que envié su respuesta. Pero, de esta forma, el estudiante responde a una pregunta y ya no habla de lo que quisiera hablar. Se acotan arbitrariamente los temas y el estudiante ya no se expresa con libertad. Se limita a contestar lo que el profesor le indica responder. Ya, así, no habla de lo que quiere hablar, lo que lo inquieta o de lo que tiene dudas. Solo responde una pregunta sin explayarse más. La consigna impuesta termina siendo una obstáculo para saber realmente lo que el estudiante piensa. Es por esto que prefiero escribir cosas en casa con tiempo y tranquilidad y acercarlas a las cátedras para que sepan realmente lo que pienso, cosas que dejo para otra entrada. Con la consigna uno tiene una mayor seguridad que el estuvo en clases. Un poco más de confianza se puede tener, pero no mucha ya que la solidaridad entre estudiantes lleva que la pregunta se comparta por email. Pero no es necesario que el alumno gaste esfuerzo alguno en compartir la pregunta, ya que la misma cátedra la publica en su web, ¡incluso antes que la clase sea dada! Y, a veces, con ¡semana de anticipación! Aun aportando la consigna a responder mucho antes de la clase se seguía insistiendo en la obligatoriedad de asistir a clases.
Ningún presente participativo recibió respuesta alguna a lo elaborado por el estudiante, ni confirmación de ser recibido. Hasta donde se, ningún email recibió retroalimentación alguna de los profesores. Fue algo que sentí con frecuencia de bocas de algunos estudiantes. Estos no recibían nada a cambio por sus elaboraciones. Esto es fácilmente resuelto si se abre un espacio común a todos los alumnos para exponer sus ideas, obviamente sin consignas limitantes. El alumno puede obtener así algo de la retroalimentación negada, pero ya no de los profesores, si no de sus pares, ya sean de su misma comisión de trabajos practicos o de otras. Pero en cambio, se abrió una espacio para mi comisión de trabajo (una lista de correo), una entre una veintena, y a nadie más. Y por lo que se, por propia iniciativa de uno de mis profesores, no de la cátedra misma. No se de las otras comisiones tenían algo similar, pero se que nunca he visto sus elaboraciones. O sea cada comisión era, en el mejor de los casos, un compartimiento estanco de ideas, cuando todos los estudiantes de la cursada podrían compartir sus ideas al resto de los estudiantes. Esto es un ejemplo de como no se llega a entender los alcances y potencialidades de las tecnologías que se tiene a mano. Tomando esto ultimo, el solo poner espacios de intercambio no es garantía que se usen. Si de algo sirve mi propia experiencia en Internet, es que estos espacios de intercambio intelectual necesitan una participación activa de alguien para que funcionen. Se necesita de aportes fuertes en el inicio para que la cosa funcione por si sola. Con solo fundarlos no basta. Debe haber alguien que aporte material inicial y fomente el intercambio con preguntas y debates. Se necesita de alguien que impulse a otros integrantes del espacio a utilizar este espacio. De allí que el espacio abierto para mi comisión haya fracasado en lograr un intercambio interesante entre los alumnos.
El problema de este tipo de presente surge de la aparente necesidad de hacer hablar a los alumnos, de hacerlos participar. Estas formas no logran hacerlo participar, no logran que elabore alguna idea que tengan o a desarrollar sus dudas, si no que lo fuerzan a responder. No se le puede pedir al estudiante que participe y involucre si no se le estimula a ello. Por ejemplo, estimularlo al devolverle algo a cambio del esfuerzo impuesto de esa elaboración personal, fomentando así una mejor actitud para elaborar algo en la próxima clase. Como dije, nunca se recibió ni siquiera una confirmación de que el email del presente había sido recibido. Esto ultimo llevo a los alumnos a la tarea extra de estar atentos a sus presentes1. Volviendo al punto, no lograban participación por este método, si no respuestas automáticas de los estudiantes, y sin embargo se seguía suponiendo que el problema residía en los inertes estudiantes resistentes a moverse. Más de una ves sentí que el problema estaba en nosotros que no respetábamos el rol de estudiantes, que no cumplíamos con la tarea de ser alumnos como la profesora llego a decirnos. Yo me quede pensando frente a estos cuestionamientos. ¿Donde quedaba todo aquello que no intentaban enseñar que el contexto debía tomarse en cuenta al momento de evaluar los fracasos escolares? En ningún momento se han puesto a dudar de este método pedagógico, incluso cuando varios estudiantes criticaron algunas cosas que yo aquí he escrito. Nunca surgió la duda desde la cátedra sobre él. Incluso llegue a sentir que el espacio de intercambio era una forma necesaria para hacernos participar. La pereza, por llamarlo de alguna manera, estaba de nuestra lado y no de un mecanismo que solo pone carga al estudiante con ningún beneficio.
Pues bien, aquí dejo constancia de algunos cuestionamientos a este método de presentes virtuales con participaciones forzadas. Las dejo con esperanza que la cátedra tenga por fin en cuenta estos cuestionamientos, los cuales envié repetidamente, junto con mi presente participativo y no he obtenido respuesta alguna. O bien los presentes nunca han sido leídos o bien han sido ignorados sistemáticamente. No se que pensar puesto que, repito de nuevo, no he recibido respuesta alguna. Espero luego de enviar esto a la cátedra tengan por fin en cuenta todo esto y piensen dos veces antes de instaurarlo sin una reflexión de las consecuencias de estas innovaciones. También espero que los estudiantes que lean esto ya vayan armados de argumentos para evitar la carga extra sin beneficio alguno de esta metodología. Ahora bien, solo me queda resumir mi paso por Educacional.
- 1. Un alumno reporto en su cursada que varios quedaron libres por no dar estos presentes.
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