Claustrofobia, antisemitismo y un Freud pendenciero

¿Freud era el genio impavido, impasible e imperturbable que parecen algunos relatar que fue? ¿Es el gran genio concentrado en cuestiones psicológicas profundas que nada de lo mundano lo afecta? Parece que no. Parece que era bastante humano, sometido a las emociones como cualquier mortal. En una carta, Freud relata un pequeño incidente en un tren, del que fue el actor principal. Vamos poder ver un Freud algo claustrofóbico y pendenciero, capaz de usar los puños para resolver diferencias. Esta es una imagen que uno nunca va a sacar de la Facultad de Psicoanálisis. Un Freud claustrofóbico, enojado y pendenciero.

La carta es dirigida a Martha, fechada el 16/12/18831. Después de relatar algunas trivialidades, como el estar corto de dinero, comenta el incidente, a su, por aquel entonces, prometida.

Debo decirte que encuentro los viajes en tercera y por la noche bastante desagradables.

Freud ya sentía incomodidad al enfrentarse a un viaje en tren. Y el tiempo no ayudaba.

El día amaneció frió, gris lluvioso. Solo los patos hubieran podido sentirse a gusto con un clima semejante.

Así tenemos Freud muy predispuesto al mal humor.

Ya sabes que lo que me gusta siempre respirar aire fresco, y conoces mi manía de abrir2 las ventanas sobre todo en los trenes.

Su mal humor podríamos pensarlo como producto de un día desagradable combinado a cierto disgusto por viajar en trenes. Pero agregamos a la ecuación esta manía, tendremos que pronunciarnos que el malestar a viajar en trenes es más producto de una claustrofobia que de las condiciones mismas del viaje. Notemos que Freud dice "sobre todo", lo que indica que esta manía de abrir las ventanas no solo es producto del vieja en tren, si no que él prefiere las ventanas abiertas en otros lados.

Dándole rienda suelta, abrí la ventanilla del tren y saqué la cabeza fuera para respirar a mis anchas. Apenas lo había hecho cuando comenzaron a gritarme que la cerrara (era el lado azotado por el viento) 3, especialmente determinado pasajero.

Abrió la ventana a pesar de que el tiempo no era el mejor y el viento azotaba ese lado; encima saca la cabeza tratando de capturar aire fresco. Algo que le reconozco a Freud es su cierta honestidad consigo mismo. Definitivamente, y como el bien reconoce, es una manía. Pero más adecuado sería llamarlo claustrofobia.

El asunto comienza cuando Freud empieza a mostrarse intransigente. Le ofrece un trato a este "determinado pasajero". Si él cierra su ventana, la ventana de enfrente debería abrirse en su lugar. El pasajero le ofrece a Freud, en cambio, abrir una rendija de ventilación. Mientras estos discutían, el antisemitismo hizo su entrada.

[...] se oyó a alguien decir "Es un sucio judío."

Rápidamente la situación se hizo más tensa. El pasajero, con el que Freud discutía, se unió al antisemitismo. Comenzó a comparar la compasión de los cristianos contra el egocentrismo de los judíos.

«Nosotros, los cristianos, tenemos consideración hacia el prójimo, mientras que ustedes no piensan más que en si mismos»

Freud no se amilana y manda callar a este pasajero; y enfrenta, dispuesto a pelearse, al segundo.

[...] diciendo al otro que se levantara y preparase para recibir el vapuleo que se había merecido. Yo estaba dispuesto a matarle, pero no se levanto.

Al parecer, logrado un acuerdo sobre dejar una rendija de ventilación abierta, la situación se pone algo más relajada. El revisor, que el mismo Freud solicito, le ofrece pasar a otro compartimiento. Freud se niega y mantiene la ventana abierta. De hecho se muestra provocador.

[...] yo me senté audazmente junto a ella, pues estaba dispuesto a enzarzarme en un[a] pelea.

El primer pasajero se queja y Freud lo manda a quejarse con el revisor. Un segundo empleado ferroviario aparece y finaliza la pelea dictaminando que no se debe abrir ventanas en invierno. Freud debe cerrar la ventana. Derrotado en esta pequeña rencilla, y contra el beneplácito popular que provoco esta pequeña derrota, Freud arremete con más fuerza.

[...] me volví y grité al que llevaba la voz cantante que se acercara a donde yo estaba. No las tenía todas conmigo en cuanto al resultado de la pelea. Nadie movió un dedo y nadie volvió a dirigirme la palabra.

El resto del viaje fue tranquilo.

En cualquier caso no me rebaje a su nivel.

Interesante escala de valores. El utilizar la fuerza física esta por encima de los insultos. Parece bien responder con fuerza física a los insultos. Freud actuá como actuaría alguien de una sociedad basada en el honor, dispuesto a entrar en duelo para defender su "honor" o posición.

[...] debieron darse de que no tenía miedo ni permitía que esta experiencia me deprimiera.

Cierto que el racismo es algo bastante desagradable y más sufrirlo en carne propia. Pero aquí no se estaba jugando más que una ventanilla abierta. Todo el incidente se inicia con la insistencia de Freud de mantener la ventanilla abierta.

Y por lo visto no estaba la vida de Freud en peligro. Por lo visto, tenia los ánimos sensibles. Así que lo más probable es que tengamos un Freud claustrofobico aquí. El campeón del inconsciente era claustrofobico y no duda en reconocerlo. Extrañamente no me encontré con ningún texto donde el mismo Freud intentara curarse de lo que él mismo llama "su manía". Fascinante diría Spock.

  • 1. Sigmund Freud - Epistolario Selección de Ernst L. Freud - Tomo I (1873-1883) - Editorial Hyspamerica (1988)
  • 2. Las cursivas son mías
  • 3. Las cursivas son mías.

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