Revisando mis apuntes, me encuentro con otro ejemplo más de Ad Hominem. Saliendo al ruedo para defender a Freud de sus critico, tenemos un articulo que utiliza el Ad Hominem para esa defensa descalificando las criticas como meras calumnias.
El articulo Crepusculos de Mario Pujó1 podemos ver como las criticas al Psicoanálisis son reducidas a meros ataques personales y directos a la figura de Freud. Los divanista proclaman que no hay criticas si no que solo hay ataques a la persona de Freud, con el objetivo de desacreditar al Psicoanálisis por cierta cualidad transitiva. Específicamente, el articulo se refiere al mediocre libro de Onfray El crepúsculo de un ídolo. El articulo critica la posición de Onfray. Este recure a ciertos análisis filosófico del Psicoanálisis, reduciendo al Psicoanálisis a una filosofía solo aplicable a la misma figura de Freud. Nacido el Psicoanálisis de la vida misma de Freud solo es aplicable a la vida de él. En ves de asumir un carácter científico del Psicoanálisis y analizarlo como él, Onfray opta por asumir que el Psicoanálisis es una filosofía, desconociendo que es aplicado en la vida de las personas y que por ello, debe exigirse a su terapia que tenga un mínimo de confiabilidad y seguridad.Pero el principal error es el de evaluar el Psicoanálisis a través de su creador. Claramente una estrategia destinada a fallar. Como he marcado antes, la evaluación de una critica es independiente de la persona que la mantiene, siguiendo la lógica para evitar caer en un Ad Hominem .
Una literatura calumniosa persigue al psicoanálisis desde sus orígenes.
Aquí el autor del articulo cae en un par de errores. Primero asume que la intención de Onfray es la calumnia sin mostrar que esa intención existe. Es un problema común que resulta con los divanistas. Cualquier critica es asumida como injustificada y por lo tanto como una calumnia. Pero parece que Onfray eligió bien su objetivo. Si se critica a la teoría psicoanalítica puede resultar en algunos argumentos en respuesta pero no tarda mucho en presentarse una acusación de que critica es injustificada y por lo tanto guiada por intereses que solo desean derribar el Psicoanálisis. Pero cuando se critica a la figura de Freud, la acusación de calumnia no tarda en aparecer. La sacralidad de la figura del patriarca del Psicoanálisis se nota en lo rápido que aparece estas acusaciones de calumnia. Si Onfray ha elegido a Freud, bien pudo deberse, como cree el mismo autor del articulo y creo compartir, que fue para provocar ventas del libro, contando con las respuestas de los divanistas que lo pondrían en primer plano. Pero el autor no lo muestra que haya esta intención , pero no tiene problemas en asumir que así es, y por lo tanto el libro es parte de una cultura literaria de apalear la figura de Freud.
Dejemos claro algo, nunca hubo un movimiento, o bien contra-movimiento contra el Psicoanálisis que se haya originado con el mismo Psicoanálisis. Freud nunca recibió muy bien las criticas. Nunca dudo que eran criticas injustificadas. Hoy en día , si existe una literatura de critica del Psicoanálisis es producto que esta esta inmersa en un movimiento mayor. Me refiero al movimiento escéptico. El Psicoanálisis es una de las cuantas pseudo-ciencias de las muchas de las que se preocupa el escepticismo moderno. La critica al Psicoanálisis nunca ha sido dirigida por la calumnia, aun en el caso de Onfray donde pareciera ser así. Se error fue pensar al Psicoanálisis como una filosofía, y centrarse en la figura de su creador en ves de pensar en su validez científica.
Freud denuncia el propósito difamatorio de esa crítica y, lejos de amedrentarse ante ella, se dedica a leerla a partir de las revelaciones obtenidas por el propio psicoanálisis.
Al pensar que Freud ha explicado las intenciones de las criticas hechas al Psicoanálisis son calumnias y difamaciones, las criticas nunca son enfrentadas, si no que son desechadas prácticamente antes de que sean formuladas. Y la seguridad de esto parte de que el mismo Freud lo enuncio. No hay necesidad de entrar en debates ya que Freud ha mostrado 100 años antes que todas las criticas surgen de intenciones difamatorias. Para ser claros, Freud no hablo de difamaciones, si no que hablo de resistencias al Psicoanálisis. En otras palabras, problemas mentales para reconocer la verdad del Psicoanálisis, así el Ad hominen en el divanismo toma la forma del argumento de la resistencia. Y curiosamente, la solución a estos problemas se reducen a una estadía de años en el diván.
Freud no tuvo pudor al usar y abusar de este argumento para enfrentar a sus críticos y a sus disidentes. Cuando se le criticaba la importancia suprema que le daba a la sexualidad, este respondía que eran pacatos o mojigatos que temían hablar de sexo, en ves de responder con claridad a estos cuestionamientos. De igual forma trataba la disidencia. Cualquier desviación de la doctrina freudiana era respondida como la expulsión y la acusación de problemas mentales. Así, siguiendo el ejemplo de Freud, cualquier critica es respondida con una invitación a la terapia.
Esas injurias vendrían así a confirmar y no a desmentir las incómodas verdades sobre las que nuestra práctica echa luz, intentando silenciarlas y poniéndose con ello al servicio de su represión.
Como decía, las criticas son vistas como resistencias. Son resistencias a "verdades incomodas", lo que resulta que uno no critica si no que no tiene el valor o coraje de aceptar estas verdades, por lo que se recurre a la critica injustificada. Curiosamente, las criticas así son confirmaciones de la verdad del Psicoanálisis. Si uno acepta el Psicoanálisis, pues es un punto para el mismo,. Si se lo critica, de nuevo, es un punto para él. No hay forma de que él Psicoanálisis este equivocado en la mente de los divanistas, puesto que las criticas son vistas como claras confirmaciones del Psicoanálisis.
También se puede ver el supuesto carácter liberador y heroico que tiene el Psicoanálisis en la mente de los divanistas. El Psicoanálisis hace denuncias, pone en evidencias de "verdades incomodas" y debido a esto recibe criticas injustificadas. Pero el Psicoanálisis se mantiene enfrentando estoicamente esas criticas injustas, y sigue enunciando esa verdades incomodas, aunque, nuevamente, nunca son expresadas cuales son estas verdades que proclama. Y dicho sea de paso, estas verdades no son verdades que pueden ser obtenidas por otros medios. Son verdades propias del Psicoanálisis como que todos queremos acostarnos con nuestras madres y matar a nuestros padres. Verdades solo salidas del Psicoanálisis, y por ninguna otra parte confirmadas. Verdades sin confirmación independiente alguna, pues claro esta solo el entrenamiento psicoanalítico hace capaz a la persona de soportar tales verdades ... :-/ O eres divanista o eres nada.
La exitosa propagación del psicoanálisis en Europa y América corrobora lo acertado de la estrategia adoptada en su momento por Freud.
Y para cerrar esta entrada tenemos una segunda falacia. Se toma la propagación del Psicoanálisis como signo de la efectividad de este. Se toma su gran uso como signo de que realmente funciona la terapia de diván. Esta se denomina falacia Ad Popolum, en donde se toma la opinión de la mayoría o bien la aceptación general por signo de veracidad. Si la mayoría de las personas sostiene que algo es efectivo, pues entonces debe serlo. Si un restaurante tiene mucha gente enfrente esperando se supone generalmente que la comida es buena allí, pero puede pasar que la atención sea deficiente, la cocina lenta lo que provoca un acumulamiento de clientes. O bien, puede ser que estén protestando o simplemente el local regala algo. O bien, es un simple lugar de moda, sin importar para nada la calidad del servicio o la comida. Si aceptamos que la cantidad de gente que usa algo es sinónimo de efectividad o utilidad de ese algo debemos aceptar entonces que el agua homeopática es efectiva, o que las plegarias salvan a miles de personas todos los días. Cabe decir también que las creencias, en especial las religiosas se propagan con facilidad y cabe decir también que el numero de fieles no es una medida fiable de la existencia del cielo o el infierno, así como el numero de divanes no es una medida fiable de la existencia del Inconsciente. Pero mejor expresarlo como lo haría el saber popular solo sabe ironizar: Coma mierda, un millón de moscas no pueden estar equivocadas.
- 1. Aparecido en la edición de Agosto de 2001 de la Revista Imago (p.60).
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