Hace más de un año que estoy detrás de la histeria. Intento saber que era. Más específicamente intento saber como se veía una paciente histérica. Quiero saber como es que la identificaban en las épocas de Freud. Hoy ya tengo una imagen muy bien formada, pero sigo buscando y revisando material. Recientemente, me encontré un libro que pienso que debería darle una mirada, pero una hojeada rápida ya me dice que es uno más del montón que replica ideas sin fundamentos y distorsionadas sobre la histeria. Es un libro feminista sobre la histeria. Como unos cuantos que me he topado, deforma la histeria de forma tendenciosa. Solo buscan aquello que confirma el mito que la histeria era una etiqueta para las mujeres que se comportaban de forma para nada patriarcal.
Ya ha pasado todo un año, y más, que estoy detrás de este proyecto que es más que nada personal. Me he puesto a investigar la histeria para responder esa inquietud anterior. Quiero saber que demonios era la histeria. Quiero saber a qué concretamente se enfrentó Freud cuando me decían que fue el único1 que se interesó en esa enfermedad. Pero nunca pudo obtener una respuesta concreta de algún psicoanalista. Nunca obtuve una definición, o al menos una descripción que me permitiera a mi mismo identificar una paciente histérica cuando la viera. Todos parecían seguros de saber que era, pero nadie podía describirla. Ni siquiera en términos bien generales. Sabían que era la histeria cuando la veían, pero no podían definirla ni describirla. Algo así como una intuición evidente. Desde que escuche a una profesora decir que la histeria "era algo que afecto a las mujeres victorianas" y no decir nada más al respecto no pude dejar de preguntarme que era la histeria. Solo hasta hace poco pude resolver esa cuestión.
Dispuesto a responder esa pregunta me puse investigar y plasmarlo todo en un texto, que espero completar pronto. La sorpresa fue que, al contrario de lo que pensaba, hay mucho material al respecto. Los médicos del siglo XIX la describen bastante bien. No era para nada una enfermedad relegada, olvidada u obviada. Era todo lo contrario. Incluso tratados sobre el tema había en la época de Freud2 Pero muchos textos modernos ni enterados de ellos ni de la gran cantidad de textos médicos que la referencian y describen. Lo más lamentable es que estaban filtrados a través del ojo freudiano el cual era para nada relevante en la historia de la histeria. Era una visión más entre otras, aunque peor vista que las demás. "Suena como un cuento científico" diría Krafft-Ebing sobre la etiología freudiana de la histeria3.
Pero más lamentable aún es que muchos textos modernos, además de ver la histeria a través del filtro de la popularidad del Psicoanálisis, le suman la visión feminista que termina más aun distorsionando la verdadera imagen de la histeria con su idea de ser una enfermedad inventada para someter a las mujeres que mostraran independencia de los hombres. Difícil saber por estos textos que era la histeria, pero aun así debo revisarlos a medida que me los topo, para ver si estoy pasando por alto alguna idea o enfoque. Hace poco me topé con un libro feminista que trata la histeria en uno de sus capítulos. Pero antes de ponerlo en la lista de lectura debía echarle una ojeada para priorizarlo o no. En términos más simples, si valía la pena leerlo en detalle. El resultado es anunciado. No lo vale por la poca y mala citación de los textos, ausencia de textos relevantes y de la sacada de contexto de la misma. Para comenzar pone el carro delante del caballo.
En una época en la que la cultura patriarcal se sentía atacada por sus hijas rebeldes [...]4
¡Demonios! Empezamos bien. Ya antes de terminar de leer la primera oración me encuentro con el dogma del patriarcado. Ningún buen signo para encontrar algo objetivo en el capítulo. Empieza con una presunción que termina que guía las interpretaciones de todo aquello que lee. Todo se transforma en efecto del patriarcado.
En una época en la que la cultura patriarcal se sentía atacada por sus hijas rebeldes, una defensa obvia era etiquetar a las mujeres que hacían campaña para acceder a las universidades, las profesiones y el voto como perturbadas mentales, y de todos los trastornos nerviosos del fin de siècle, la histeria era el más fuertemente identificado con el movimiento feminista.5
Para esta autora feminista, como para otras tantas, la histeria era una manera de clasificar someter a las mujeres independientes por medio de clasificarlas de enfermas. A las mujeres que se salían de la línea de sumisión y del rol preestablecido que las consideraba histéricas. Esto habilitaba para encerrarlas para "curarlas", o sea ponerlas de vuelta en su rol sumiso. De otra forma, toda mujer que mostrara decisión, independencia o ambición en la vida era una descarriada, una enferma que niega el rol sumiso natural que la mujer tiene en la sociedad, o sea debajo del hombre. Fascinante, quizás, esta idea, pero falsa.
Por un lado, la histeria presentaba muchos síntomas que era claramente patológicos. Por ejemplo presentaba convulsiones extremadamente intensas muy similares a la epilepsia. También presentaba contracciones y espasmos que se reflejaban en la postura opistotonica. También presentaba disnea, dolores agudos, anestesias e hipersensibilidades entre otros tantos síntomas. La histeria era claramente algo que sucedía a las mujeres. No era ninguna invención de los médicos6.
Por otro lado, la predisposición a la histeria venía de la falta de control emocional y no de la fortaleza de carácter. De hecho, muchos médicos marcaban que una de uno de los principales factores que predisponían era la ociosidad y frivolidad.
No hay duda de la existencia de una predisposición hereditaria, y de que puede ser adquirida por un modo de vida lujoso e indolente.
-- Romberg, Moritz Heinrich, "A Manual of the Nervous Diseases of Man" - The Sydenham Society, 1853, p.86
Desde la influencia del lujo, la indolencia y la lectura sentimental, el hábito de la histeria se está convirtiendo en una característica común de las habitantes femeninas de las ciudades, y está adquiriendo una mayor prevalencia entre la población de nuestro país. De la misma manera, las mujeres que han sido atraídas por mucho tiempo a una vida activa y resistente, cuando son llevadas a las mansiones de los opulentos, a menudo adquieren la susceptibilidad histérica.
-- Theophilus Thompson, "Hysteria" en A System Of Practical Medicine - Whittaker and CO., 1840, p.230
Hay muy poca duda de que la ocupación y la posición en la vida tienen algo que ver con la producción de histeria; porque es una enfermedad que afecta a las clases altas en un grado desproporcionado; pero si estas condiciones tienen que ver con su causalidad, se debe al hecho accidental de que la riqueza trae consigo la inutilidad de trabajar y la capacidad de dar rienda suelta a los entretenimientos frívolos y la ociosidad, con el consiguiente descuido del ejercicio saludable y la disciplina de la mente.
-- John Syer Bristowe, "Hysteria" en The theory and practice of medicine - Henry C. Lea, 1876, p.1008
Una educación defectuosa o imperfecta no desalienta la superstición, que, como hemos visto, es muy favorable para el desarrollo de la histeria. Más aún, ciertos sistemas de educación, aunque no son exactamente defectuosos, son ciertamente muy imprudentes, cultivando en gran medida el lado emocional de la naturaleza del niño; desarrollando lo dramático, lo patético, lo sentimental o lo sensacional. Sin duda hay muchas mentes embotadas que se aceleran con este método, pero hay muchas más estimuladas hasta el punto de que la exposición normal de las emociones se detiene y comienza la histeria. Como Tissot lo puso, "Si su hija lee novelas a los quince años tendrá histeria a los veinte".
-- George J. Preston, Hysteria and allied conditions - P. Blakiston, Son & Co., 1897, p.34
En definitiva, el pensamiento general del siglo XIX sobre la predisposición a la histeria era que provenía de una falta de control emocional. Las noticias demasiadas intensas podían desequilibrar a cualquier persona, pero una persona con poco control podía llevarlas hasta la enfermedad. En personas histéricas, debido a esta falta de control, las noticias aún menos intensas podían desequilibrarla y hasta provocar un ataque. Por lo tanto, el pensar que las mujeres con una personalidad fuerte y estable eran las que estaban diagnosticadas como histeria es algo claramente errado. Pero la autora parece haber encontrado un autor, un único autor para justificar que todos pensaban diferente a esto.
Tanto la observación clínica como los prejuicios sexuales contribuyeron a esta asociación. En primer lugar, los médicos habían observado que la histeria solía aparecer en mujeres jóvenes especialmente rebeldes. F. C. Skey, por ejemplo, había observado que sus pacientes histéricas solían ser más independientes y asertivas que las mujeres "normales", "mostrando más fuerza y decisión de carácter de lo habitual, de fuerte resolución, sin miedo al peligro."7
Estas palabras de Skey surgen de "Hysteria: remote causes of disease in general ...". Este hablando de la histeria decía:
A menudo elegirá como víctima a un miembro femenino de una familia que muestre una fuerte decisión de carácter, con una resolución más fuerte de lo habitual, sin miedo al peligro, con un gran coraje y con mucho nervio.8
Tomando esto solamente como referencia, la posición de la autora parece ser válida. La histeria entonces pareciera que solo atacaba a las mujeres fuertes de las familias. Sin embargo, esto es falso. No hace falta mucho para ver lo errado de esto. Solo falta leer algo más del texto. Antes de las palabras citadas por la autora Skey decía:
Ciertamente es poco común en la clase baja de los hombres, y entre los que ocupan las camas en nuestros Hospitales públicos. Sabemos, por otra parte, que es más frecuente en las mujeres jóvenes de las clases altas y medias, de las que viven una vida de facilidad y lujo, las que tienen responsabilidades limitadas en la vida, de ninguna ocupación obligada, y que tienen tanto tiempo como inclinación para entregarse a los placeres del mundo - personas fácilmente excitadas a la emoción mental, de sentimientos sensibles, a menudo delicados y refinados.9
Como intento mostrar aquí, el contexto es importante al citar. Con considerar las palabras anteriores de Skey se comprende que lo que mencionaba no era una regla sino una excepción. Antes de lo citado por la autora Skey mencionaba la idea general sobre la histeria mencionaba antes.
Ciertamente es poco común en la clase baja de los hombres, y entre los que ocupan las camas en nuestros Hospitales públicos. Sabemos, por otra parte, que es más frecuente en las mujeres jóvenes de las clases altas y medias, de las que viven una vida de facilidad y lujo, las que tienen responsabilidades limitadas en la vida, de ninguna ocupación obligada, y que tienen tanto tiempo como inclinación para entregarse a los placeres del mundo - personas fácilmente excitadas a la emoción mental, de sentimientos sensibles, a menudo delicados y refinados.10
Ya cité a un par de autores que mostraban el mismo pensamiento que este. La persona débil de carácter, emocionalmente sin control o disciplina mental eran propensas a la histeria. Esto venía principalmente de la ociosidad. Explicaba por qué se veía la histeria más en las clases altas que en las bajas. El régimen de una vida esforzada evitaba la ociosidad que predisponía a la histeria. Las tareas cotidianas y esforzadas que las clases bajas tenían les servían de protección contra las neurosis y la vida relajada y sin preocupaciones conducía a las clases altas a la histeria. Pero Skey mencionaba que las mujeres disciplinadas y de carácter estable y fuerte también sufrían de histeria, y no que eran las que exclusivamente era diagnosticadas de histeria, como la autora pretende. Luego Skey continuaba justo detrás de lo anterior.
Tales son entre las enfermedades histéricas mentales no son atributos de la histeria. Pero se limitan a los jóvenes. He visto muchos ejemplos de mujeres de 40 y 50 años. No imagine que la histeria es una enfermedad peculiar de las personas de mente débil. A menudo elegirá como víctima a un miembro femenino de una familia que muestre una fuerte decisión de carácter, con una resolución más fuerte de lo habitual, sin miedo al peligro, con un gran coraje y con mucho nervio.11
Lo que la autora interpretaba como un signo mayoritario del pensamiento médico, no resultaba ser más que una observación hecha por un simple médico. Pero tampoco era el único en mencionarlo. El esfuerzo intelectual exagerado podía barrer con las fuerzas de la persona predisponerla a enfermedades nerviosas.
Aunque podemos decir con seguridad que una educación imperfecta predispone a la histeria, no es menos cierto que una atención demasiado rigurosa a los libros, con poca o ninguna diversión, de igual manera, aunque en mucho menor grado, tiene la misma tendencia.
-- George J. Preston, Op. cit., p. 34
Puede ser producida también por una vida de lujo y ociosidad, que lleva al aburrimiento y a la concentración de los pensamientos sobre sí mismo; por ello se piensa comúnmente que las mujeres jóvenes de las mejores clases son las víctimas más frecuentes de la enfermedad. Pero se puede ver en condiciones bastante opuestas en sujetos mal alimentados, anémicos y sobrecargados de trabajo. Los choques repentinos de todo tipo - susto, decepciones, penas - las tensiones prolongadas de la ansiedad y el exceso de trabajo, son factores potentes en su producción. Puede seguir o acompañar a otras enfermedades, ya sea como parte de la mental y corporal.
-- Joseph Arderne Ormerod, "The diseases of the nervous system", J. & A. Churchill (1892), p.309
Los libros que tratan materias difíciles y de una contemplación profunda tales como matemáticas trascendentes, u objetos abstractos o metafísicos a menudo produjeron el mismo efecto. Conocí a un joven religioso que tenía muchos talentos, mucha vivacidad en su mente, que habría ciertamente hecho honor a su orden y que se volvió loco por la lectura de las obras de Jean-Jaques Rousseau; […]
-- Joseph Daquin "La Filosofia de la Locura (La Philosophie de la Folie)", en Prolegómenos del tratamiento moral - Gorrin, 1791, p.131
En resumen, el contexto, ya sea de un texto o del pensamiento de la época, es importante tenerlo en cuenta. Partir de artículos de fe de un dogma no hace más que deformar las ideas citadas. Lamentablemente, no es la primera vez que veo tal deformación de ideas en textos feministas sobre la histeria. O bien caen en deformaciones por no considerar el contexto o termina obviando textos importantes para reflejar el pensamiento del momento. Aquí solo Skey fue citado por la autora y presentado como ejemplo de la totalidad del pensamiento médico sobre la histeria. Mismo error que se comete al solo citar a Freud y seguidores posteriores. La histeria tuvo una vida más allá del Psicoanálisis. Pero hoy solo se conocen estos mitos transmitidos por feministas y psicoanalistas. Espero en el futuro poder cambiar algo de esto derribando algunos mitos y citando correctamente el pensamiento sobre la histeria del siglo XIX.
- 1. Lo cual es falso.
- 2. Recomiendo el tratado de Preston a aquel interesado en saber que era la histeria en la época freudiana. Es de solo dos años luego de Estudios sobre la histeria.
- 3. Citado por Freud en la carta a Fliess del 26/4/1896.
- 4. Elaine Showalter, "The Female Malady: Women, Madness, and English Culture, 1830–1980", Penguin Books, p.145
- 5. Ibidem.
- 6. En realidad, era un error diagnóstico. Se declaraba histeria cuando bien podía ser una enfermedad diferente, como tétanos o epilepsia.
- 7. Elaine Showalter, Op. cit., p.145
- 8. Frederic C. Skey Hysteria: remote causes of disease in general; treatment of disease by tonic agency; local or surgical forms of hysteria, etc. : six lectures delivered to the students of St. Bartholomew's Hospital - Longmans, Green, Reader & Dyer, 1866, p.55
- 9. Ibid. p.54
- 10. Ibid. pp.54-55
- 11. Ibid. p.55
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