Segundas Oportunidades

claudio j. chiabai

6 de abril de 2022

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Unos nuevos disparos se sintieron a lo lejos. Sin mirar atrás y sin dejar de correr, Ismael le gritó a Mateo y a David para que se apuraran.

- ¡Hacia allá! ¡Rápido! - dijo mientras sacudía su brazo en dirección hacía donde provenían los disparos.

El sonido de la balacera parecía originarse en un pequeño bloque de oficinas que se encontraban al lado del edificio central del complejo. Todo sonaba, pensó Ismael, como una fuerte escaramuza con la seguridad del complejo rápida y decidida. Temía que los miembros de su equipo estuvieran perdiendo el enfrentamiento, pero lo que más le inquietaba era que al enemigo no le estaba costando trabajo terminar con ellos y eso sin contar que hubieran ingresado tan fácilmente. Su rostro mostraba un gesto de preocupación mezclado con tristeza y dolor. Luego de unos segundos, se oyeron un par de nuevos disparos y nada más se escuchó. Los temores de Ismael parecían confirmarse.

- ¡Malditos sean! Debemos apurarnos. Es obvio hacia adonde van.

David acordaba con él.

- Tras el puente. Si tocan los reactores podrían volar todo el complejo.

El edificio alto, al lado de los pequeños donde se originaba la balacera, eran las oficinas principales de uno de los centros del Cristianismo Unificado. Era el más alto de todos los edificios del complejo y se encontraba en el mismo centro de todo, pero el que resaltara del resto no se debía ni a su ubicación ni a su altura. Sobre cada uno de sus cuatro costados estaba el logo que había adoptado el movimiento luego de controlar casi toda América. El símbolo del pez sobre un círculo divido en cuatro adornaba cada uno de sus costados. Era el único edifico que tenía el logo y, por las noches, sus cuatros lados se encendían y brillaban como si fuera un faro. Hacia ese edificio era a donde se dirigían Mateo, David e Ismael lo más rápido que podían. Sin embargo, Mateo estaba confundido y bastante nervioso. Conocía el edificio, había pasado miles de veces frente a él, pero no tenía ni idea de lo que decían sus compañeros que había allí.

- ¿Puente? ¿Qué puente? - dijo.

David e Ismael apenas le prestaron atención. Hablaban entre ellos y prácticamente lo ignoraban.

- ¿Podemos detenerlos de alguna forma? - preguntó Ismael.

David le respondió.

- Si vamos al control podremos hacer una parada de emergencia de los reactores. No va a importar si los vuelan mientras están apagados. Quedaría solo la explosión con que los hagan explotar.

- Entonces, ¿no deberíamos bajar hasta el 50? Debemos llegar al 30 antes ¿no?

- Sí, si vamos al control podríamos hacer un apagado de emergencia.

- ¿Cuánto tardaría?

- Cinco minutos al menos. Diría que tres para alcanzar un nivel seguro si explotaran en funcionamiento.

Ismael en base a eso plateó los pasos a seguir.

- Ok. Primero al 30 y luego a barrer los niveles hasta el 50.

Mientras los dos discutían el plan de acción, parecía que ni siquiera percibían a Mateo incluso estando corriendo junto a ellos y tratando de llamar su atención.

- ¿Qué está pasando? ¿Qué quieren de nosotros? ¡Nada más ayudamos personas aquí!

El complejo no era era otra cosa que un centro burocrático del movimiento del Cristianismo Unificado dedicado a conferencias, reuniones diplomáticas y eventos. En una parte del mismo estaban los albergues de muchos dirigentes regionales del movimiento. El que siempre estuvieran a mano agilizaba mucho las operaciones del complejo y, principalmente, las actividades de la logística de la ayuda humanitaria. Otros tantos edificios estaban dedicados a los refugiados de las grandes guerras africanas que estaban ocurriendo en esos momentos. La mayoría de los edificios eran, más que nada, depósitos que contenían diferentes productos. Esto iban desde comida y ropa hasta elementos de construcción como tuberías, materiales eléctricos, vigas de acero y ladrillos.

Toda esta gente, y todo estos materiales ameritaban que hubiera un equipo dedicado a su seguridad. Se necesitaba de alguien que controlaba los movimientos del complejo y que cuidara el orden entre las personas que habitaban el complejo. Si se consideraba su entrenamiento y su número, este equipo era como un pequeño ejército e Ismael era la cabeza del mismo. Era, por así decirlo, su general.

Desde sus primeros años, Ismael orientó toda su vida para servir al movimiento del Cristianismo Unificado y terminó, por diversos giros del destino, dedicándose a la seguridad del mismo. Lo defendía con una pasión y un compromiso que hacía pensar a varios que sus pelos rojos eran un producto de su pasión y compromiso con que lo hacía. Esas virtudes, al parecer, fueron las que le consiguieron el trabajo en el complejo, ya que pesar de ser un excelente, por así decirlo, soldado del movimiento nunca había conseguido algún logro destacado. De alguna manera, sin embargo, logró llegar a Jefe de Seguridad del complejo, unos de los más importantes del Cristianismo Unificado y ahora estaba intentando, junto a David, que no volara por lo aires. Mientras corría estaba tratando de deducir como habían roto las medidas de seguridad y como habían podido dejar, casi por completo, inutilizado a todo su equipo.

- ¿Cómo lograron dejarnos así? ¿Cómo pasaron la seguridad y como averiguaron del puente?

- Un soplón, de seguro. Alguien filtró información. - dijo David.

- Lo más probable es provenga del mismo equipo del puente.

- Me da vergüenza aceptarlo, pero eso mismo creo.

El tratar de dilucidar contra que tipo de amenaza se enfrentaban hacía que no se percatasen de lo ignorante que Mateo estaba sobre todo. Prácticamente, lo ignoraban aunque este chillara con preguntas.

- ¿El puente? ¿¡Qué puente!? Estamos en un llano. Ni montañas, ni túneles. ¡Ningún puente!

David y Mateo habían conocido a Ismael solo hacía un par de meses, que fue cuando tomó su puesto, y lo conocían lo mejor que se puede en unos meses de convivencia laboral. En cambio, David y Mateo se conocían de unos dos años al menos. Disfrutaban de una amistad que había comenzado cuando Mateo llegó al complejo, para ese momento David llevaba al menos un par de años más en el complejo. A pesar de que siempre trabajaron en áreas del complejo por entero diferentes y alejadas y tener una clara diferencia de edad entre ellos, habían logrado tener una solidad amistad y mantenerla con facilidad, incluso fuera del trabajo. Habían logrado sortear las diferencias de sus horarios y los años que los separaban. La cabellera blanca y el rostro con arrugas de David contrastaban con los pelos oscuros de Mateo y los colorados de Ismael.

A pesar de su fuerte vínculo, en este punto, Mateo pensaba que David parecía tener muchas cosas más en común con Ismael que con él. En tan poco tiempo, parecía que habían logrado tener una relación más estrecha. Desde que este había entrado al complejo, David había pasado bastante tiempo con Ismael y, era obvio, que compartían muchos secretos entre ellos. Pero lo que más le molestaba es que parecía que no se interesaban en explicarle, al menos, una mínima cosa de lo que estaba sucediendo. No pudo resistirlo más y, casi en seco, detuvo su carrera. Exigía una explicación.

- ¿¡Pueden decirme que demonios hablan!? Aquí no hay puentes. - dijo mientras extendía sus brazos mostrando sus alrededores.

David e Ismael se detuvieron al sentir que Mateo dejó de correr. Ismael se dirigió directamente a él.

- ¡Vamos! No podemos detenernos. Debemos llegar antes de que lleguen al puente.

Su respuesta nada le explicó a Mateo y eso lo enfureció algo más. Pensó que al menos ya no lo ignoraban, pero nada cambiaba y seguí parado sin mostrar la intención de volver a correr. Se plantó más firme en el lugar y no dudó en volver a interrogarlos..

- ¿¡De qué hablan!? … ¡Hay gente muriendo y ustedes hablan de puentes! Aquí no hay más que papeles, ropas y alimentos. ¡Nada más! Solo oficinas y muchos sellos. ¿¡De qué puente hablan!?

- ¡No hay tiempo para esto! - dijo Ismael mirando con impaciencia a David y haciendo un gesto para que se encargue de su amigo.

David pensó que algún dato haría que volviera a correr, pero no fue así.

- Mirá. Yo soy el director del proyecto del puente. Trabajó en él desde antes de conocerte y está justo donde sonaron los disparos.

- Pero sí ahí no hay más que oficinas llenas de burócratas. - dijo Mateo, plantado en su lugar, indicando en dirección al edificio central del complejo.

- En realidad, no. Hay burócratas y sellos, pero también está el proyecto del puente. Lo siento, pero tenía que mentir y ocultar lo que hago a todos, incluso de ti.

«Pero no de Ismael» pensó Mateo algo ofuscado y, a decir la verdad, también algo celoso. David continuó.

- Específicamente, soy un físico especializado en …

Ismael lo interrumpió.

- ¿No podemos dejar esto para después? Es muy probable que nos quieran hacernos volar a todos en pedazos. ¿Recuerdan? No debemos dejar de movernos.

Su voz cambió y se hizo exigente, casi autoritaria.

- ¡No se detengan! No hay tiempo para explicaciones de ningún tipo. Lleguemos al comando y luego resolvemos cualquier problema que tengan entre ustedes. ¿Seguimos? - dijo con un gesto condescendiente e impaciente.

Frente a la incredulidad de Ismael, por tener que hacer tal pedido, Mateo reinició su carrera y David lo acompañó en eso. Ismael los siguió detrás. Luego de sortear algunos edificios, almacenes y algunos pasillos estrechos entre las estructuras llegaron a las oficinas de donde provenían los disparos. Al doblar la esquina de un edificio los tres tropezaron con el resultado de la balacera.

Delante de la entrada del edificio se encontraba, cuando menos, unos diez cuerpos tirados en el piso entre charcos de sangre. Varios de esos cuerpos eran de miembros de la seguridad y el resto llevaba batas blancas. Los de seguridad aún tenían armas en sus manos. Ismael entendió que habían muerto acorralados en plena lucha y de forma rápida. Mateo se detuvo al ver la escena. Caminó unos pasos, cayó de rodillas agitando su cabeza y exclamando para sí:

- ¡No! … ¡No! … ¿¡Qué está pasando!?

Varios de los cuerpos eran de personas que conocía y que saludaba casi a diario. Aunque no tenía una profunda relación con ellas, no dejó de lamentar sus muertes y derramar lágrimas mientras se esforzaba por comprender eso que veía. Para David el impacto fue mayor. Se había quedado parado en silencio y ni siquiera se movía. Sus ojos estaban fijados en los cuerpos que yacían en el piso. Eran colegas con los que trabaja a diario y con los que muchas veces compartió largas jornadas laborales, pero también eran amigos. Ahora yacían muertos a sus pies.

Para Ismael todo resultaba diferente. Su entrenamiento entró en efecto. Aunque no dejó lamentarse por los compañeros caídos, comenzó a revisar algunos de los cuerpos. Pasaba de uno a otro chequeando sus signos vitales y revisa algunas de sus armas que estaban prácticamente llenas. A medida que hacía esto iba evaluando la situación en voz alta.

- Creo que están todos los que estaban apostados a la entrada. A pesar de estar bien entrenados, los eliminaron fácilmente. Los superaron con demasiada rapidez.

Ismael quedó en silencio, pensativo y con la mirada fija luego de decir eso. Parecía haber entrado en trance, como si lo hubieran puesto en pausa. Reflexionaba sobre lo que tenía enfrente. Su intuición le estaba diciendo que algo no encajaba. Los habían superado con gran facilidad. No podía ser una simple filtración. Sabían el día y la hora para entrar y encontrar la seguridad más débil. Pero lo más desconcertante es que parecía que habían aparecido a la mitad del complejo y habían podido sortear la mayoría de las medidas de seguridad. Era más que claro que era algo más que una simple brecha de seguridad. Con cada momento que pasaba se hacía más evidente que era un ataque coordinado desde dentro.

Mateo, al verlo quieto, hizo una pregunta que Ismael no pudo ignorar.

- ¿Eso importa ahora? ¿No hablaban de que todo podía volar por los aires?

La pregunta reactivó a Ismael como si le hubieran presionado un interruptor.

- Sabían desde el inicio donde estaba. Fueron directo al puente. Algo no encaja, pero tienes razón. No importa eso ahora. Debemos seguir.

Se volvió hacia David.

- Vamos. Debemos llegar antes que destruyan el puente. ¿David?

David seguía detenido. Estaba de pie, casi catatónico, donde había dejado de correr. Ismael se acercó a él y lo miró de cerca. Puso su cara frente a la suya, pero, aun así, David no quitaba la mirada de los cuerpos.

- ¿David? ¿Estás conmigo? - dijo mientras lo sacudía suavemente para que volviera en sí - ¡Vamos! - Lo volvió a sacudir, pero más fuerte. - No podemos quedarnos aquí. No hay tiempo que perder.

David volvió en sí. Dirigió su mirada a Ismael pero de inmediato la volvió a depositar en los cuerpos.

Ismael siguió hablándole frente a su rostro y, sin pensarlo mucho más, lo abofeteó y casi le gritó.

- ¡Vamos! ¡No podemos detenernos!

David volvió en sí, casi por completo. Levantó la vista y la depositó en los ojos de Ismael. Este pudo ver como unas lagrimas nacían de sus ojos. Ismael trató, con voz calmada, de consolarlo y que volviera a concentrarse en lo que estaba pasando.

- Lo sé. Lo sé, pero no podemos ahora preocuparnos por ellos. Ahora debemos llegar al puente antes que lo destruyan. De seguro, terminarán volando todo el complejo y a todos con él. No podemos seguir aquí. Hay que llegar antes que lo hagan.

Mateo estaba aún contemplado la escena y lamentado lo que veía cuando escuchó la palabra «puente». De inmediato, volvió a su interrogatorio.

- ¿¡De … qué … demonios … hablan!? - dijo, claramente nervioso, haciendo una pequeña pausa entre las palabras acentuándolas. - ¿¡Qué rayos está pasando!?

Mientras Mateo intentaba entender que estaba sucediendo, Ismael guiaba a David, forzándolo un poco, entre los cuerpos, ignorando todo lo que Mateo decía. ante la escena, los siguió y los tres cruzaron la puerta del edificio. Entraron al lobby y David e Ismael se dirigieron al mostrador de la entrada. Ismael se aseguró que David estuviera lo suficientemente atento y con fuerzas para seguir y cuando lo hizo lo dejó en manos de Mateo. Luego pasó su tarjeta de identificación por un dispositivo que se encontraba sobre el mostrador. El aparato emitió un pitido que Mateo encontró sumamente familiar. Era el mismo que escuchaba todos los días al entrar a trabajar a sus oficinas en el complejo. En seguida, Ismael buscó un botón detrás del mostrador. Una puerta al costado del mostrador, que tenía escrito en el dintel la palabra «depósito». Esta emitió un zumbido eléctrico que anunciaba que sus cerrojos estaban desactivados y que lo estarían mientras Ismael mantuviera su dedo en el botón.

- David, ¿puedes? - dijo Ismael instándolo a ir a la puerta.

Este estaba algo distraído con la mirada perdida en el piso, pero cuando sintió su nombre levantó la vista y miró a Ismael. Este hizo un gesto con el rostro indicándole que vaya a la puerta. David sacudió su cabeza fuertemente y se acercó a ella. Giró el picaporte y la sostuvo abierta. Ismael soltó el botón e instó a Mateo a cruzarla con un gesto algo impaciente.

- ¿Vamos?

- ¿A un depósito? - replicó Mateo

- Ya lo dije. No tenemos tiempo para eso. Debemos movernos más rápido. ¿Puedes confiar por un momento en mí? - respondió Ismael con clara impaciencia.

Aunque Mateo se movió hacia la puerta lo hizo despacio. Estaba bastante ansioso y confuso por lo que pasaba y algo ofuscado por tanto secreto como para aceptar las cosas sin más. Todo le parecía irreal y un poco ridículo.

- Vamos a un sótano lleno de … - dijo entre dientes mientras caminaba hacia la puerta.

Antes que pudiera terminar la frase, Ismael lo interrumpió.

- En realidad, nunca estuvo lleno.

Esto descolocó a Mateo. Demasiados secretos y ahora esa puerta era uno más. Ismael siguió hablando y no le dejó tiempo para hacerse la idea de lo que implicaba aquello.

- Ahora si dejamos las preguntas para después, puede que evitemos que estos desgraciados vuelen todo. ¿Podemos seguir? - dijo y su impaciencia seguía allí.

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El grupo cruzó la puerta y ahora los tres se encontraban en una habitación que era pequeña incluso para dos personas. No había ventanas y en el extremo opuesto de la habitación había otra puerta. Ismael, haciendo a un lado a David, se aseguró que la puerta de entrada se hubiera cerrado bien y se dirigió hacia la nueva haciendo a un lado a Mateo.

Esta nueva puerta tenía un dispositivo de identificación bastante diferente al del mostrador de la entrada. Era algo que Mateo nunca había visto a pesar de que había recorrido muchos lugares del complejo. Ismael, haciéndolo a un lado, enfrentó a la puerta. Sacó de entre sus ropas una nueva tarjeta que Mateo no pudo identificar de que clase era, la pasó por el identificador y este le devolvió un pitido algo prolongado. Casi de inmediato, Ismael puso su pulgar derecho en la pantalla del dispositivo. El identificador emitió un par de pitidos más, que eran unos que Mateo nunca había escuchado y eso lo ponía nervioso.

Muchas veces Mateo había pasado por el edificio a recoger a David para ir a almorzar juntos y siempre había supuesto que la puerta ocultaba un cuarto como cualquier otro. Imaginó que detrás de ella habría una habitación con poca luz llena de estantes con muchas hojas blancas y lápices. Incluso, cierta vez, imaginó que ese sería el destino final de alguna que otra máquina fotocopiadora rota. Esos pitidos extraños, por lo tanto, no solo le indicaban que estaba equivocado. Le estaban mostrando que tan equivocado estaba. Resultaba ahora que incluso los pequeños e inocentes letreros le ocultaban secretos. Ciertamente, esto no ayudó en nada para controlar su nerviosismo. Afortunadamente, para él, no vio la cámara que estaba sobre su cabeza y los sospechosos agujeros de los que estaba lleno el techo de la habitación.

Luego de los pitidos del identificador, la puerta emitió un zumbido eléctrico similar al anterior y la puerta por la que habían entrado sonó como si se le hubieran echado unos cuantos cerrojos más. Entonces, Ismael empujó la nueva puerta en cuanto sintió un zumbido eléctrico y la sostuvo hasta que todos pasaran por ella.

Ahora estaban en un extremo de una amplia sala rectangular, bien iluminada y, como le había dicho Ismael, vacía a excepción de un mostrador, una silla y una puerta, que por su tipo anunciaba un elevador. Mateo al ver la silla vacía, pensó que debía ser el sitio de un guardia y emitió un suspiro al no ver sangre en el lugar. De nuevo, afortunadamente para él, no se había percatado que el guardia estaba muerto en la puerta del edificio. Tampoco se había dado cuenta que uno de los monitores de ese mostrador tenía la imagen de la habitación de la cual habían salido y que había un gran botón rojo, protegido de presiones accidentales, a su lado.

Frente a ellos, había una pequeña plataforma y una escalera de metal, casi vertical, de unos cuantos peldaños.

- Cuidado al bajar. - advirtió Ismael cuando fue el turno de bajar de Mateo.

Mientras este lo hacía una idea surgió en su cabeza. Si estaba tan equivocado, ¿acaso había oficinas detrás de esas mamparas de vidrio oscuro del lobby?

- Pero hay oficinas en la otra parte, ¿no? - le preguntó a David mientras todo se acercaban al mostrador y a la puerta del elevador.

- Sí, pero solo las usamos para aparentar frente a proveedores. Prácticamente, están nuevas.

Mateo creía que sabiendo un poco de lo que sucedería se calmaría, pero, nuevamente, se daba cuenta que sabía menos que antes. «!Maldita sea!» pensó y recordó las letras que estaban en las puertas de vidrio de la entrada. «Otro cartel de depósito.» se dijo. ¿Todo este tiempo guardó un secreto tan grande? Pero lo que más le molestaba era que él nunca había sospechado en lo más mínimo. No sabía si enojarse con David o simplemente sentirse estúpido por ni siquiera haber tenido el impulso de sospechar. Todo le empezaba a parecer una gran fachada, incluso el mismo complejo y hasta el mismo movimiento. Solo deseaba que su amistad no fuera una fachada. Esperaba que no fuera otro cartel de depósito.

Mientras Mateo reflexionaba, David había puesto su mirada en la puerta y se mostraba algo pensativo. Sin que se lo pidiera, sin que este hiciera era alguna pregunta, David comenzó a explicarle lo que estaba pasando.

- Ahora vamos a ir a la sala de control de los reactores del puente. Unos treinta niveles abajo nuestro. Son unos cinco reactores que …

Ismael cortó su conversación. Mientras David hablaba se había acercado a la puerta. Un nuevo dispositivo de identificación estaba a un costado y junto a él estaba el indicador del elevador que mostraba el número 23.

- El elevador no está en los reactores. Está en la sala de entrada. - dijo mientras golpeaba con su dedo el indicador - Fueron a la puerta del puente.

David puso cara de extrañeza, quedo pensativo y en silencio. Ismael, sin esperar respuesta, pasó la misma identificación anterior, pero esta vez no usó su pulgar. Hizo un paso atrás y una cámara registró su rostro. Un pitido le hizo saber que tenia una cara habilitada y un lector algo extraño asomó de la pared. Ismael posó su ojo derecho en él y el aparato emitió un nuevo pitido. Un momento luego, el indicador del elevador cambió del número 23 al 22. Ismael puso su vista en él y continuó hablando sin mover sus ojos ni un centímetro.

- ¿Alguna idea?

David negó con su cabeza.

- No, no sé que significa eso. Quizás quieran algo antes de volarlo todo.

- O usar el puente de alguna forma.

- Pero nadie sabe del proyecto. No puede ser.

- Y, sin embargo, se detuvieron en el 23. Debemos ir allí a verificarlo. ¿Podemos detener los reactores desde allí?

- Sí, mediante una orden de parada de emergencia.

- Ok. Nivel 23 será.

Ismael y David quedaron en silencio como valorando la posibilidad que el puente no sea un medio, sino un fin. Mateo aprovechó el silencio para preguntar.

- ¿Un puente subterráneo?

No recibió respuesta por lo cual elevó un poco la voz y se hizo notar.

- ¿Allá abajo?

David salió de sus pensamientos y le respondió de forma algo seca.

- Sí, allá abajo.

- Ok. - aceptó Mateo algo escéptico

David volvió a sus pensamientos. Mateo insistió con otra pregunta.

- ¿Y a dónde conduce?

- No donde, sino cuando. - le respondió David como si fuera algo cotidiano decirlo.

La incredulidad reemplazó a la confusión en el rostro de Mateo.

- ¿¡Eh!?

Parecía que David se daba por rendido. no podría ponerse a reflexionar tranquilo, así que continuó hablándole.

- Verás. Yo no soy un oficinista como tú. De hecho, no soy oficinista para nada. Siempre trabajé en laboratorios. Soy un físico y el puente es el trabajo de mi vida. Es el más importante de todos los proyectos en los que estuve. Yo no lo creé, pero fui él que lo puso en marcha. Mi trabajo fue ajustar todo y asegurarme, por así decirlo, que no reventara todo por los aires. Demasiada energía junta. Cinco reactores de fusión prototipos que generan cada uno la potencia para alimentar varias ciudades.

Ismael seguía con la vista fija en el indicador del elevador, que ahora mostraba un número 19. Parecía sumamente atento a él y estaba distante de lo que hablaban Mateo y David. Prácticamente, no se movía.

Mateo se puso frente a David.

- Un segundo. ¿Cómo que «cuando»?

- Sí. Un puente a cuando quieras … También a donde sea, pero no empezaría por ahí para describirlo. Podemos ir de aquí a cuando sea … pero solo al pasado.

David lo había dicho todo como quien comunica un recado telefónico. Mientras tanto, Ismael quitó la vista del indicador del elevador para revisar su arma. La sacó de su funda, la sopeso en su mano, reviso que estuviera cargada y la volvió a guardar en la funda que dejó abierta. Hecho esto su mirada volvió, casi automáticamente, al indicador.

- No, no puede ser. - dijo Mateo agitando su cabeza. - ¿Me estás diciendo que allá abajo hay una máquina … ?

Detuvo sus palabras como si estuviera a punto de decir un delirio, como que si lo expresara iba a convertirse en realidad y lo volvería loco. Cambió sus palabras al vuelo.

- No, no puede ser. Es broma ¿no? Todo esto es broma.

- Te puedo asegurar que no. - le respondió David con la misma tranquilidad de antes.

- Debe ser broma.

- No, no lo es. Es real.

David Lo dijo de una forma muy tranquila y confiada. Frente a tal seguridad, Mateo no pudo darse el lujo de no creerle. Sin embargo, David no estaba por entero tranquilo, pero comparado con Mateo si lo estaba. El indicador del elevador pasó de 15 a 14 y David continuó hablando.

- En realidad, no está allá debajo. Estamos prácticamente encima. Debajo de este piso empieza toda la maquinaria del puente y se extiende por unos 70 niveles hacia abajo y por unos dos kilómetros en cada dirección.

Hizo una pausa dejando que Mateo procesara el dato.

- Estamos en el centro del puente. - dijo estirando sus brazos a su alrededor repitiendo el gesto que Mateo había hecho antes al decir que no había puentes. - Ahora vamos al centro mismo de todo. El comando esté justo en medio del puente. Es el extremo de entrada.

David hizo una pausa. Luego de unos instantes siguió hablando. Con todas las puntas de sus dedos juntas de su mano derecha, golpeó su propio pecho unas tres veces y dijo:

- Vamos directo al corazón de la primera máquina del tiempo conocida … y exitosamente funcional, debo decir.

Se podía sentir orgullo en la voz de David al decirlo. Mateo quedo inmóvil cuando sintió estas palabras haciendo un esfuerzo por comprender y uno más fuerte para convencerse de lo verdadero de lo que parecía ser un delirio de su amigo. Ismael interrumpió.

- Nivel 10.

David le dirigió una rápida mirada a su amigo. Lo vio inmóvil como analizando lo que él decía, pero no esperó a que se moviera para seguir hablando.

- Lo llamamos «puente» porque es justo lo que es. Se establece un pasaje entre este punto en el tiempo y el espacio y otro que desees. Podemos ir a donde sea y cuando sea … aunque solo al pasado. Suena simple, pero es complejo. Se requiere mucha energía y, valga la ironía, mucho tiempo para formar un puente estable. Cuanto más lejos, más tiempo y más energía, pero luego todo se vuelve mucho mas sencillo. Se mantiene con poco esfuerzo, pero hay que hacer ajustes constantes para mantenerlo en el lugar. El tiempo y el espacio pasa de un extremo y se aleja del otro extremo. Hay que mantener todo ajustado todo el tiempo. Afortunadamente, tenemos toda una granja de supercomputadores que hacen los ajustes en todo momento cuando ya se establece los parámetros de formación del puente. Además hay que cuidar los niveles de energía constantemente. Si no se hace eso el puente puede desvanecerse o bien puede expandirse más allá de lo que buscas. No me preguntes que significa eso, porque …

- ¿Cuándo planeaban decirnos a todos que tienen una máquina del tiempo? - lo interrumpió Mateo.

No tenía ni intención de complicar más el enredo y confusión de su cabeza, así que, en realidad, no deseaba preguntar algo más, pero se veía como forzado a hacerlo. Era demasiado fantástico todo. Ahora, justo al terminar de formular la pregunta se dio cuenta de algo, que con todo el apuro y la ansiedad, había pasado por alto.

- ¡Un momento! Dijiste «exitosamente funcional».

- En realidad, nunca lo íbamos a contar. Es un proyecto secreto que es vital para el movimiento. Nos hace prácticamente invencibles - dijo como si hubiera demasiado ingenuo por haberlo pensado. - o es lo que creíamos hasta hoy.

- ¡Lo que sea! - dijo abruptamente Mateo. - Dijiste «exitosamente funcional».

- Sí, eso dije. - replicó David.

- Eso significa que … que … ¿Qué demonios significa?

- Significa que ya cambiamos la historia un par de veces. - lo dijo sin dejar de mirar hacia adelante a la puerta del elevador y sin que su voz se alterara. - Este no fue el primer ataque que sufrimos, pero ninguno había llegado tan lejos. Por lo general, solo mataban a dirigentes claves del movimiento de diferentes regiones. Ahora aquí parece que van por todo el complejo.

David echo una rápida mirada a Mateo. Estaba callado y al parecer atento, por lo que siguió hablando sin esperar gesto alguno de respuesta.

- No hay duda que quieren eliminarnos. Quieren derribar el Cristianismo Unificado. Deben haber descubierto, por algún traidor de seguro, que hay reactores debajo de nosotros y los quieren estallar para que ya no evitemos … - David se detuvo y se corrigió. - Bueno, no es que las evitemos. Pasaron. Murieron. Nosotros solo corregimos la historia para que no vuelva a suceder. De seguro, quieren destruir el puente para que no podamos hacerlo más. ¿Qué mejor para hacerlo que volar por los aires más de un siglo de trabajo?

David le echó otra mirada rápida al rostro de Mateo solo para ver que casi no había cambio en él y viendo que aún estaba atento siguió explicándole.

- Pero lo dejamos de hacer hace unos cinco años, porque no nos llevaba a ninguna parte, así que decidimos darle un mejor uso. Un proyecto más ambicioso y que cambiaría la historia futura y no la pasada, pero no creo que se hayan enterado de eso. - dijo dirigiéndose a Ismael.

- Y, aun así, fueron al 23. No podemos descartar esa posibilidad. - dijo Ismael sin dejar de atender al indicador.

- Pero … - replicó David

- Es posible.

- Sí, pero ¿Cómo?

Ismael insistió.

- Es posible y no debemos dejar de lado la posibilidad.

- ¿Qué es posible? - intervino Mateo y se calló al ver las reacciones de sus dos compañeros..

- Pero ¿¡cómo!? - replicó de nuevo David bastante ansioso.

- Terminaron en el 23. Es muy posible que sepan que está sucediendo. Allí no hay nada más importante que la entrada. Todo en el nivel está para eso. ¿A qué otra cosa podrían ir ahí justo ahora que todo está preparado? - respondió Ismael con bastante calma y decisión en su voz, mientras comprobaba, casi como un acto reflejo, que su pistola siguiera en su funda.

- Pero … pero … ¿Quién? … ¿¡Cómo!?

- Ya llega el elevador. Estén atentos. - dijo Ismael con voz firme y con autoridad tratando que se volviera a enfocar en el problema que tenían entre manos.

El indicador del elevador, por fin, llegó a cero y la puerta se abrió. David y Mateo se acercaron a Ismael poniéndose ambos a su lado y cuando intentaron entrar él los detuvo para echar un vistazo al interior. Era otro acto reflejo que Ismael dejaba que sucediera. Nunca era demasiada precaución y más en momentos como este.

Luego de revisado el interior del elevador, dejó que entraran al elevador y esperó a que lo hicieran para ingresar él. Ya dentro, introdujo una serie de números en un teclado numérico en una de las paredes del elevador. Apretó la tecla de ingreso, las puertas se cerraron y el elevador comenzó a bajar. Un indicador sobre la puerta del elevador pasó a indicar uno y que luego se convirtió en dos. Los tres tenían la mirada fijada, sin decir palabra, en esos números. Pasado un par de niveles, Mateo rompió el silencio que se había formado.

- Entonces ¿pueden volver y salvar a cualquiera?

David respondió sin quitar la mirada de la puerta. El indicador llegaba a 5.

- En teoría sí, pero en la práctica es bastante complicado. Tenemos que hacer muchos cálculos para ubicar bien el extremo de salida del puente, pero lo más difícil es siempre tener que hacerlo contra reloj, lo que siempre me pareció irónico. Tenemos todo el tiempo para nosotros, pero debemos siempre correr contra él para hacer los cálculos y formar el puente. Cuanto más tardamos más lejos se ubica el extremo de salida del puente y más complicado se hace poderlo posicionar con la mejor precisión posible. Si tardamos un día para un cálculo es otro día que se agrega a los cálculos de la posición del extremo de salida. Más tardamos, más ajustes hay que hacer. Afortunadamente, podemos empezar a generar el puente antes de que podamos ingresar las coordenadas finales del puente y los supercomputadores lo mantienen lo suficiente en el lugar con un margen de horas y un par de kilómetros, lo cual, modestia aparte, es muy impresionante.

David hizo una pequeña pausa y continuó.

- A todo esto hay que agregarle el tiempo de generación del puente. Un puente de un día puede formarse en un par de horas. Uno de unos años puede tardar un mes y alcanzar siglos puede llevarnos varios años. Y aparte hay que hacer los cálculos históricos y sociológicos de la época para evitar cambios indeseables en la historia. Aunque solo podemos evitar que nuestros cambios afecten la macrohistoria de forma que no queremos, siempre hay cambios en la microhistoria.

Mateo escuchaba atentamente todo lo que decía David, pero solo comprendiendo la mitad. David continuó hablando ignorando el gesto de extrañeza que Mateo mostraba en su cara.

- Yo mismo perdí un par de novias por el puente. La mayoría compañeras del complejo, fuera del puente. Ellas ya no recuerdan nada de todo esto. Los cambios que introdujimos para salvar a algunos líderes y evitar algunas muertes hicieron que esas relaciones se esfumaran. Nunca pasaron.

Mateo le pareció percibir una especie de tristeza o nostalgia contenida en la voz de David. Este hizo una pequeña pausa. Luego de una inspiración, que a Mateo le pareció algo profunda, siguió relatando los efectos del puente.

- Tú también fuiste afectado. Tú perdiste un hermoso auto, entre otras cosas. ¡Una verdadera lástima! ¡Como amaba ese auto! Aunque lo busqué luego de los cambios, no pude encontrarlo más. Y es claro que también perdiste el buen gusto. No puedo creer que tengas ese monstruoso y horripilante pedazo de chatarra.

- ¡Hey! - exclamó Mateo, pero agradeció internamente la broma.

Se sentía menos tenso gracias a ella, al igual que David. Ambos compartieron una sonrisa por unos segundos y se olvidaron por un instante en que clase de problema estaban metidos. El indicador del elevador justo pasaba a 10 cuando David continuó con su exposición.

- Y no hay que olvidar a nuestro amigo aquí presente. Es quizás lo que más lamento del proyecto. Estuvo encargado de la seguridad muchas veces en el complejo. Por lo que recuerdo, una docena de veces al menos y, en cada ocasión, terminó salvando a un montón de personas de muchos enemigos diferentes. Tú no lo recuerdas porque justamente para ti nunca pasó, pero para mí …

David dejó de hablar. Está vez, Mateo pudo sentir con claridad la tristeza en la voz de David, aunque este hiciera un esfuerzo para ocultarla. David continuó hablando luego de lo que pareció un pequeño esfuerzo por recomponerse.

- Incluso Ismael desarticuló dos conspiraciones para matar a la mitad del consejo. No podemos estar en mejores manos, pero el puente se encargó de borrar cada acto heroico que hizo. Es muy injusto eso.

David se detuvo y se mostró algo dubitativo. A Mateo le pareció percibir, que detrás de la tristeza que había en la voz de David se transformaba en enojo. Antes de seguir hablando, David tomó un poco de aire, en una inspiración algo profunda.

- Yo elegí a Ismael cada vez para el puesto de jefe de seguridad aquí. El consejo confía plenamente en mi decisión y la del equipo del puente. Él no recuerda nada de eso, pero en cada ocasión mostró un valor y determinación que nos salvó a todos. Pero yo … tengo una deuda mucho más grande con él. Me salvó la vida en tres ocasiones diferentes y nada de eso está en su currículum.

Hizo una pausa tratando de contenerse, pero sin éxito.

- ¡Y nada de esto siquiera está en la historia! - dijo mientras golpeaba un costado del elevador.

El enojo que Mateo creía sentir en la voz de David se hizo claro, pero se parecía más a la ira.

- Nadie lo recuerda, excepto algunos del proyecto del puente. -continuó elevando un poco su voz - Ni siquiera lo recuerdan aquellos a los que salvó ¡Lo siento, Ismael! Siento que nadie sepa la clase de héroe que eres y como nos has mantenido a salvo a todos tantas veces. ¡Es injusto que te hayamos hecho esto!

Sin embargo, Ismael no parecía tan conmovido o afectado por lo que decía David. Con la mirada fija en el indicador del elevador, que ahora mostraba un número 15, y sin girar su cabeza un segundo le respondió.

- Ya te lo dije antes. Nunca fueron mi vida. Yo nunca las sufrí, solo tú. Yo soy el que lamenta que hayas tenido que pasar por todo esto. Yo nunca lo sufrí. Tu sí.

Dicho esto, pareció volver a un estado de trance que parecía que le provocaba el indicador del elevador.

- Igual lo lamento. En esta versión de la historia, o en la que sea, eres un gran soldado. Quiero que lo sepas. - dijo David compungido, pero Mateo veía un enojo contenido en sus palabras.

David, ahora volviéndose a Mateo, dijo:

- No podemos estar en mejores manos para cuidarnos y cuidar del proyecto.

- Será así en las otras historias, pero en esta fallé. - interrumpió Ismael con un tono reflexivo - Nunca habían llegado tan lejos. Tú mismo lo dijiste. Pero lo que me molesta no es eso. No parece que fuera un ataque de fuerza elaborado. Es más que eso. Es demasiado preciso. Demasiado … conocedor de todo. Saben donde ir, cuando y como acceder. Algo no está bien. Definitivamente, algo no está bien y nunca lo vi venir.

Luego de su última palabra, casi de inmediato, volvió a contemplar el indicador del elevador y a entrar en ese estado de profunda reflexión y análisis que parecía que le provocaba hacerlo. Mateo al escucharlo pensó que realmente no está mirando ese número que cambiada. Solo tenía la mirada allí, como podía tenerla en cualquier lado.

- Pero de seguro resolverás todo esto. Eres muy bueno. El mejor. - dijo David esperanzado, pero triste como pidiendo perdón por lo hecho.

- No tanto si debo morir para solucionar las cosas. - replicó Ismael con algo de desdén y preocupación.

David volvió a dirigirse a Mateo.

- Lo que no te dije es que Ismael murió, pero no solo para salvar mi vida. Lo he visto morirse muchas veces por muchas personas diferentes … Quizás demasiadas veces.

Su voz se le entrecortaba y sus ojos se habían puesto llorosos, pero ninguna lágrima se derramó. Mateo no lo percibió o más bien no dijo nada sobre eso. Ya no procesaba nada de lo que escuchaba, solo lo aceptaba, por lo que no se percató de lo que significaban las palabras de David para el mismo David. Solo dejaba entrar las palabras a su cabeza sin cuestionarlo. Decidió dentro suyo que era mejor lidiar con el peligro de un enemigo suelto que entender que significaba en sí mismo el puente.

Luego de la última palabra de David el silencio, por un par de niveles, se apropió del elevador hasta que Mateo volvió a hablar.

- Si has vivido la misma historia varias veces pues eso significa que me conociste muchas veces. ¿no?

- Sí, muchas.

Mateo siguió su razonamiento.

- Comprendo que Ismael es parte fundamental del proyecto que tienes aquí y lo demostró muchas veces, pero ¿yo? Supongo que nunca fui necesario para todo esto, pero igual decidiste buscarme todas las veces. … Bueno, lo supongo porque recuerdo que tú fuiste el que me hablo primero en la cafetería buscando un lugar para comer. ¿Siempre fue así en todas las otras ocasiones?

David fue seco en su respuesta.

- Sí.

Mateo fue igual de seco.

- ¿Por qué?

- Me agradas. Me agrada tenerte como amigo. - dijo mientras se recostaba contra una de las paredes del elevador - Almorzar contigo me da un tiempo de descanso del proyecto. No sabías nada de él y eso me gustaba, pero, más allá de eso, eres agradable y divertido. Eres mi amigo y, al parecer, lo única constante en mi historia.

David hizo una gran inspiración.

- Notamos que muchos cambios giran alrededor de personajes que se presentan siempre en cada versión de la historia que producen los cambios que hacemos. Las llamamos contantes y creo que tú eres una. Otros amigos fueron y vinieron. Algunos desaparecieron, cuando menos por esta versión de la historia, pero tú siempre estuviste presente en todas. Hace unos cuantos cambios, empecé a creer que tú eres una constante.

- Sería algo así como el destino ¿no?

- Algo así. Por algún motivo, en todas las versiones de la historia, siempre estás presente. A veces las personas están, pero en otros roles. A veces una esposa de años pasa a ser una simple conocida y, a veces, una completa desconocida. Incluso un buen amigo se convierte en el enemigo, pero tú siempre estás y en el mismo rol. Eres un muy viejo amigo, aunque no lo recuerdes, pero lo más importante es que me mantienes centrado al darme un espacio para no tener que hablar del puente y de sus efectos.

Hizo una corta pausa antes de seguir.

- Cuando te conocí por primera vez, tenía tu misma edad. De hecho, ambos nacimos en el mismo año. Siempre me preguntas por mi cumpleaños la primera vez que me conoces. Esa parte nunca cambia. Cuando lo haces te dejo adivinar y desde ahí calculó cuantos años han pasado. Según tú, tengo unos 55 años, lo que significa que ya pasaron 30 años desde la primera vez real que te conocí. Somos amigos por 30 años, pero tú no te acuerdas excepto, claro esta, los últimos años.

Esto último dejó más que pensativo a Mateo. Necesitaba pensar es todo eso, pero ya no tenía fuerzas intelectuales para hacerlo. Era mejor aceptarlo todo y luego pensarlo, pero tampoco tenía tiempo para eso. El indicador del elevador ya se acercaba al 21. Ismael salió de su aparente estado de trance, quitó los ojos del indicador y les habló a los dos.

- Señores, ya llegamos al comando. Estén atentos. Cuando lleguemos, manténganse detrás de mí y no se distraigan ¿Ok?

David y Mateo asintieron con sus cabezas, aunque Ismael no estaba viéndolos. Tenía su atención sobre su arma. La sacó de su funda y realizó la misma rutina que había hecho antes de subir al elevador: la sopeso en su mano, comprobó que estuviera cargada, revisó que no tuviera el seguro puesto y la amartilló para asegurarse una bala en la recámara. Esta vez, la pistola no volvió a su funda. Al ver esto, David y Mateo, se enderezaron y se pusieron atentos. Mateo se abofeteó el rostro intentando que eso lo pusiera más despierto y concentrado. David simplemente se irguió e hizo otra nueva inspiración profunda. Mientras cerraba los ojos, retuvo el aliento por unos segundos, exhaló y volvió a abrir los ojos para ver como el indicador llegaba al 23.

__________________________

La puerta del elevador se abrió y frente a ellos apareció un pasillo algo angosto y bien iluminado. David y Mateo estaban con la vista atenta a lo que hacía Ismael cuando este les dio una simple indicación con su arma en mano.

- Yo me voy a adelantar y ver que esté despejado. Ustedes esperen a que vuelva y no se muevan. Si no regreso traten de llegar a la entrada y apagar el puente.

A ambos lados del pasillo había una serie de puertas y ventanas emparejadas. Estas últimas permitían ver que estaba pasando dentro de cada cuarto del nivel y, obviamente, la puerta permitía entrar a esos cuartos. Ismael salió con cuidado del elevador y empezó a recorrer el pasillo revisando cada cuarto a través de esas ventanas.

- Todas esas habitaciones son parte del control de la entrada del puente, nosotros vamos a la vuelta del pasillo. Estamos a unos 40 metros de la sala de la entrada. - decía David como intentando calmar a su amigo, pero en realidad lo hacía para calmarse él.

En un momento, Ismael ingresó a uno de esos cuartos. Unos segundos después volvió a salir por la misma puerta. Continuó por el pasillo y volvió a entrar a otro cuarto. Tardó un poco más que antes en salir. Siguió recorriendo el pasillo hasta llegar a su final. Allí dobló en una esquina y tomó otro pasillo, lo que hizo que quedara fuera de la vista de Mateo y David. Al verlo desaparecer, estos se acurrucaron sobre paredes opuestas del elevador y quedaron allí esperando a que Ismael volviera. Guardaron silencio, por al menos, unos dos minutos que les pareció una hora. De repente, sintieron unos pasos aproximarse a los que les siguió una voz. Era la de Ismael.

- Está todo despejado, pero tenemos que apresurarnos.

Mateo y David salieron del elevador justo para ver como ponía su arma de vuelta en su funda.

- Parecen haberse ido, pero sin antes liquidar a todos los que se encontraron. El nivel está vacío. Vamos. - les dijo Ismael.

Los tres se dirigieron a paso apresurado por el corredor. Cuando pasaron por las ventanas, Mateo pudo ver sangre y algunos cuerpos en varios de los cuartos. Algunos yacían en el piso y otros estaban sentados y caídos sobre las mesas de trabajo. A estos les habían disparado por detrás de la cabeza, lo que significaba que les habían disparado por sorpresa y por los agujeros en las ventanas, muchos fueron desde el mismo pasillo que estaba cruzando. Apenas estaban a tiro los intrusos disparaban.

Al llegar al final del corredor, doblaron por el pasillo que Ismael había tomado antes y, luego de pasar por el frente de un par de ventanas, llegaron al cuarto que buscaban. Ismael fue el primero en pasar, pero esperó, teniendo la puerta, a que Mateo y David entraran y en cuanto lo hicieron la cerró y trabó. En cuanto constató que estaba bien asegurada, puso su arma de vuelta en su funda abierta y la cerró.

El cuarto era amplio, pero los instrumentos que había allí ocupaban mucho del lugar. Dos paredes estaban, prácticamente, cubiertas de paneles con botones e indicadores analógicos y digitales. Las otras dos paredes, aunque estaban libres de ellos, estaban también ocupadas por otras cosas. En un de esas paredes había varios paneles y en el medio había una puerta, al parecer, reforzada. Esta tenía una mirilla por la cual se escapaban unos destellos de luces de diferentes tonalidades.

La pared en la que estaba la puerta por la que entraron era la más libre, ya que solo tenía la puerta y la ventana como los demás cuartos. Esta ventana, como la mayoría de ese nivel, daba a la ventana de otro cuarto enfrentado. El cuarto que se veía a través de la ventana era del mismo tamaño que en el que estaban. Se podían ver mesas sillas y varios paneles similares a lo que había en el cuarto en el que estaban.

En el centro de la habitación había una estructura como un bloque único de panales e instrumentos. Era como un gran escritorio de metal que en el medio se elevaba para dar lugar a cuatro monitores, dos de cada lado, incrustados en su estructura. Enfrente a cada uno de ellos había un teclado. En el espacio restante había toda una serie de botones de diferentes tamaños y colores, algunos pagados, otros encendidos y algunos titilando que ocupaban casi todo el espacio disponible. Tres de los monitores desplegaban cifras que cambiaban de continuo. El restante mostraba cierta interacción reciente y no había movimiento en él. David, al entrar al cuarto y luego de echarle una mirada rápida a todo, prácticamente se abalanzó sobre el teclado enfrente de ese monitor. Acercó una de las tres sillas que había en el cuarto, lo cual era raro pensó Mateo al haber cuatro teclados, y se sentó enfrente. Iba a ingresar algunos comandos en el teclado que tenía enfrente, pero se detuvo cuando miró con un poco de detenimiento los datos que mostraba el monitor.

- Esto es raro. Mi sesión es la que está abierta.

Ingresó un comando por el teclado.

- Sí, es mi sesión.

- Puede que te la hayas olvidado abierta esta mañana. - dijo Ismael

- Imposible, frente a una inactividad de 5 minutos se cierra y empieza a mostrar valores de funcionamiento. - dijo indicando el monitor que tenía al lado que seguía desplegando cifras.

Dicho eso empezó a introducir unos cuantos comandos más. Mientras tanto Ismael se acercó a él y se puso de pie a sus espaldas viendo al monitor.

- No lo comprendo … ¿¡Que demonios pasa aquí!? Mi sesión está abierta y ahora esto. - dijo a Ismael indicando un valor en el monitor. - Aquí. Justo aquí.

- ¿Qué cosa? - preguntó Ismael.

- Esto. - replicó David golpeando con su dedo en el monitor sobre una cifra. - Esto no puede ser.

- ¿Qué es eso?

- Eso dice que hay masa en el puente.

Ismael no dijo nada. Esperaba que David siguiera hablando..

- Específicamente, hay unos 90 kilos de materia viajando. - dijo apuntando a otra cifra en el monitor. - Eso debe ser una persona en viaje.

– ¿Una sola?

– Sí, una sola.

– Iban por el puente no para volarlo, sino para usarlo. Ahora queda claro. Puede que haya más gente bajando, pero hay que detener el puente.

– Aunque corte la energía el puente seguirá allí hasta que el viajero llegue a destino.

– ¿Cuánto para la primera ola? - preguntó Ismael.

David ingresó unos nuevos comandos y una cifra apareció en el monitor.

- Por el momento de ingreso, diría que unos 20 minutos.

Mateo había quedado parado junto a la ventana de la habitación viendo todo lo que pasaba. Por unos momentos, dejó de escuchar la charla entre David e Ismael y centró su atención en el cuarto de enfrente. Notó una pintura en la pared del fondo de aquella habitación. Era una de estilo moderno de una imagen de Jesús. Mostraba el rostro y parte del torso de él con barba y pelo largo de aspecto apacible y feliz y con una sonrisa benévola. Era una pintura como muchas de las que se podían encontrar en el complejo. Mateo la reconoció rápidamente, ya que tenía una en su habitación.

- Debemos averiguar quien es y a donde se dirige. - mencionó Ismael.

- Debe ser a donde el proyecto va. No tuvo tiempo para nada. - dijo David mientras comenzaba a ingresar unos nuevos comandos.

Ismael seguía detrás de él, a sus espaldas, viendo el monitor y las salidas de cada comando. Entre tanto, mientras David e Ismael estaban enfrascados en averiguar que quería el viajero, Mateo se puso a revisar el cuarto en que estaba. Algo le llamó la atención. Se percató que, entre los paneles, había un par de casilleros para ropa y que uno de ellos estaba abierto. Se acercó a él. Al revisarlo, encontró dentro una pila de ropa amontonada en el fondo. Fue sacando prenda por prenda y tirándolas al piso al lado del casillero. La última prenda resultó ser un overol, un mono de trabajo, como el que David y él llevaban puestos. Tenía una tarjeta de identificación en la solapa. La miró, pero no pudo comprender que era lo que leía.

- ¿Esto que significa? - dijo mientras sostenía el overol en alto mostrándolo indicando la solapa.

Mientras David seguía enfrascado lanzando comandos sobre el teclado, Ismael se acercó y tomó el overol. Revisó la identificación de la solapa y, al leer el nombre escrito en ella, la desprendió del overol con brusquedad dejando caer el overol a sus pies. Sin moverse del lugar, releyó el nombre varias veces para estar por completo seguro.

Pensó que Estuvo todo el tiempo frente suyo y no supo verlo o bien no quiso verlo. Tenía todos los indicadores. Mostraba descontento, furia e impotencia que lo hacía presa fácil para ser reclutado, pero ¿cómo no lo había visto venir?

- ¡Santo Dios! - dijo para sí mismo en voz baja.

Casi instintivamente, su mano fue hasta su arma verificando que aún estuviera en su funda y que esa estuviera abierta.

- ¿Solo esto encontraste? - preguntó Ismael.

- Y eso. - respondió Mateo apuntando a la ropa que estaba en el piso.

Ismael se acercó y revisó el casillero. En particular, buscaba algún arma que el viajero hubiera dejado, pero nada más había. Solo la ropa amontonada en el piso era el contenido del casillero. Se arrodilló y revisó la ropa con cuidado. Había una mochila de buen tamaño, pero estaba vacía. No había arma o algún indicio de quien era el viajero, pero que hubiera una mochila dejaba en claro que esa ropa le pertenecía al viajero y que se había cambiado antes de iniciar el viaje por el puente. Ismael se irguió con la tarjeta en mano.

- Creo que ya sé quien nos puede decir algo sobre el viajero.

David dejó de introducir comandos y levantó la vista hacia donde estaba Ismael.

- ¿Quién?

- Tú. - dijo Ismael mientras su mano apretaba con fuerza su arma en la funda.

- ¿¡Como que yo!?

- Explica esto. - dijo mientras, sin dejar de apretar su arma en su funda, le lanzó la identificación.

David la atrapó en el aire y leyó lo que estaba inscripto: «David E. - Director División Logística Especial.» Logística Especial no era más que un nombre en código para designar al proyecto del puente y así poder mantenerlo oculto a la vista de todos, incluso de los que llevaban la contabilidad contables del movimiento.

- ¿¡Cómo puede ser esto!? - dijo mientras miraba la identificación - No tiene nada que ver conmigo. Créeme.

- Pero tu nombre está en ella en un overol de trabajo en una habitación crítica del puente en este mismo momento con un viajero desconocido y asesino esta en curso. Tienes algo que ver con todo esto.

David tuvo el impulso de tirar la tarjeta de vuelta a Ismael, pero volvió a mirarla con más detenimiento. Algo sutil le capturó la atención. Mientras la examinaba con detenimiento, siguió hablando.

- Sabes que esto tiene que ser una copia y los datos lo pudieron obtener de alguna filtración. Prácticamente, no se pueden dupli …

Se detuvo porque su atención pasó por completo a la tarjeta. Algo no encajaba o, más bien, encajaba demasiado bien. La tarjeta tenía detalles que iban más allá del nombre que aparecía en ella, el número de serie o de los datos que su chip pudiera contener. No era solo una copia. No era una mera falsificación. Era mucho más.

Sacó la tarjeta que colgaba de su solapa de su overol y las puso lado a lado. Ismael seguía con detenimiento cada uno de sus movimientos. Mateo se mantenía algo aparte y también tenía la mirada fija en lo que David hacía. Este estaba viendo que eran idénticas en muchos aspectos. Tenían, obviamente, el mismo grosor, el mismo plástico, el mismo color, pero había más. Tenían incluso el mismo olor de su colonia que muchas veces tiraba sobre su ropa. Y había todavía más detalles. Tenía los mismos raspones, zonas desgastadas y las oscurecidas. Si era una copia, era una copia perfecta, solo que algo más usada, un poco más vieja. Pero todo estaba allí. Era una copia demasiado buena como para ser cierta. En ese instante una idea golpeó la cabeza de David y un escalofrió le corrió por la espalda.

- ¡No puede ser! ¡Esto no es una copia!

- ¿De qué hablas? Es una copia.

- ¡No! ¡Es una tarjeta auténtica!

- ¿Cómo que auténtica? - exclamó Ismael que aún no quitaba su mano de la funda abierta de su arma.

David no se había percatado del gesto defensivo de Ismael. Estaba demasiado acelerado por lo que significaba esa tarjeta como para prestar atención a algo más.

- ¿No lo entiendes? ¿No? No hay forma de duplicar las tarjetas de identificación. ¡No hay forma! El proceso es muy seguro, pero esto va más allá de eso. - dijo mientras agitaba la tarjeta. - Es demasiado perfecta esta copia para se runa copia. Solo queda una opción. Ninguna es una copia, las dos son reales.

- No. Una de las dos debe serlo. Una es real y la otra una copia. no pueden existir dos tarjetas iguales.

- No es una copia, porque no hay dos identificaciones. Solo hay una tarjeta.

- ¡Pero son dos! … Una y dos. - dijo mientras indicaba las tarjetas que David tenía en la mano. - Una y dos. ¿Acaso olvidaste como contar?

David levantó ambas tarjetas y dijo:

- No, estas dos son solo una.

Ismael estaba muy intranquilo y se estaba impacientando muy rápidamente.

- ¡Déjate de acertijos y explícate de una vez! - dijo con mucha tensión en la mano que apretaba su arma.

- ¡Son la misma identificación! ¿No lo entiendes? ¡Son la misma! una es más vieja que la otra, pero son la misma.

Con los dos brazos estirados le ofreció a Ismael las dos identificaciones. Ismael se acercó cauteloso, tomó las dos identificaciones y empezó a compararlas. David continuó hablando.

- Mismo material. Mismo color. ¡Mismo desgaste! Hasta las pequeñas imperfecciones de la firma. Nunca yo o nadie podría firmar dos veces de forma tan idéntica.

La mano de Ismael ya no estaba apretando el arma. Tenía ahora una identificación en cada mano y su mirada saltaba de una a la otra. Podía ver lo que estaba diciendo David. ¡Tenía razón! No eran dos tarjetas, era solo una. El mismo escalofrío que había recorrido la espalda de David ahora recorría la espalda de Ismael. David al ver su rostro entendió que ahora comprendía lo que estaba pasando.

- Ahora lo ves ¿no?

Mateo, que se había quedado callado tratando de entender que sucedía, aprovechó para intervenir.

- ¿Y qué con eso, si son iguales? Son muy buenos falsificando.

- No lo entiendes. Esta identificación no es solo igual. Es la misma identificación. Esta identificación - dijo David apuntaba a una de las identificaciones en las manos de Ismael - es esta. - dijo mientras apuntaba a la otra identificación. - No son idénticas, porque no hay dos identificaciones. Estas dos identificaciones son solo una, por lo que …

- El viajero debe ser tú. - interrumpió Ismael aún con la vista en las dos identificaciones.

- ¡Exacto! - dijo David con la satisfacción de un pequeño logro cumplido

Y apuntando a una de las dos tarjetas agregó:

- Y esta identificación es del futuro. - agregó David todavía algo exaltado. - Es obvio cuando piensas en todos los controles que pasaron. No hay forma más efectiva de atacarnos que desde dentro, desde bien dentro. Si querían el puente y viajar ¿quién está mejor preparados de todos nosotros para lograr ese viaje? Debo ser yo.

- ¿Cómo? Cualquier cambio debería haber borrado todo. ¿No? - dijo Mateo.

- No lo entiendes. El viajero … - replicó David.

- … es en lo que él se convertirá. - completó Ismael con la mirada aun en las identificaciones.

- Así pasaron los controles el grupo de ataque, él los hizo entrar … si es que hubo un grupo. Empiezo a pensar que solo una persona que nadie esperaba podría tener un elemento sorpresa tan grande como el que vimos. Eso le permitió atacar por sorpresa a muchos, incluso a quema ropa.

- El viajero debe ser yo mismo, pero quien sabe de qué tiempo en el futuro. - continuó David todavía con un poco de excitación - Quizás un mes, quizás un año, dos o tres. Así sabía cuando atacar. Así es como supo del proyecto y que el puente ya estaba formado y estable para viajar. Por eso pasó justo hoy. En una semana yo iba a hacer el viaje. ¿Lo ves?

- ¿Tú … del … futuro? - dijo Mateo como si decirlo lentamente le haría más fácil entenderlo.

- ¡Sí! Es la única explicación para que un ataque tan …

- Pero mataste a todas esas personas. ¡Incluso a tus amigos! - Mateo no lo dejó terminar la frase y exclamó completamente enardecido. - ¿¡Vas a matarme a mí también!?

Sentía que se iba a volver loco. Mateo ya no podía contenerse. Era claro que el nerviosismo que había soportado y contenido lo mejor que pudo lo había tomado como rehén. David empezó a acercarse a él lentamente extendiendo sus brazos en una mezcla de abrazo y gesto de confianza para contenerlo.

- ¡No fui yo! … O sí … pero nunca te mataría. Y, al parecer, no lo hice. Piénsalo. - dijo mientras comenzaba a acercarse lentamente a él y lo hacía manteniéndose a la vista.

No quería enardecerlo o enfurecerlo de alguna forma y siguió acercándose sin parar de hablar.

- Piénsalo por un solo segundo. El ataque comenzó justo cuando ambos estábamos con Ismael. Debí pensarlo muy minuciosamente en eso. Esperé, o él esperó, … ¡como sea! El ataque no se inició hasta que nosotros tres estuviéramos juntos, o sea bajo la protección de Ismael y bien lejos del puente. Es obvio que yo debía seguir con vida, si no nunca el proyecto se mantendría en pie y no hubiéramos hecho este puente. Y eso tuvo el adicional de protegerte. Yo nunca te lastimaría. Nunca te haría nada.

Al terminar de hablar, David estaba lo suficientemente cerca para abrazarlo, aunque lo hizo con bastante lentitud y cuidado. En sus brazos, Mateo comenzó a llorar en cuanto sintió el contacto. No estaba triste, ni emocionado o algo parecido. Era simplemente la tensión encontrando una válvula de escape en sus ojos.

Mientras tanto Ismael ya no comparaba las tarjetas. Las había dejado caer al piso, pero las seguía mirando. Con una de sus manos sobre la funda de su arma, sin levantar la mirada, dijo:

- Entonces, ¿por qué no dispararte? Dame una buena razón para no hacerlo.

- Porque no puedes y si podrías de nada serviría. - respondió David casi de inmediato con bastante tranquilidad y seguridad. - Ya viajó a nuestro tiempo. Matarme desataría una paradoja, por eso aunque lo intentes nunca podrías. Inténtalo y si tuvieras éxito algo más sucedería y estarías de vuelta aquí. Posiblemente, alguien más tomaría mi lugar y todo empezaría de vuelta. La Sociología Predictiva es bastante clara en esto. Estamos aquí por él y sin él no estaríamos discutiendo lo que el viajero hará o no hará.

Ismael quedó pensando. Tenía razón. Matarlo no cambiaría nada. Si había paradoja, de nada serviría ni siquiera intentar matarlo. De no haberla, el matarlo nada cambiaría. El viajero seguiría en tránsito al pasado. Llegaría a destino hiciera lo que hiciera. No parecía quedar otra opción que ir hacia adelante. No podía dejarlo suelto. Debía ir detrás de él. Un asesino despiadado decepcionado de todo en lo que creía no era un buen augurio, con viaje en el tiempo o sin él.

- No estoy seguro en lo primero, pero en lo último tienes razón. - dijo mientras su mano en el arma se relajaba. - Te necesito.

- ¿No podemos buscar ayuda? - dijo Mateo.

- ¿¡De quién!? - exclamó Ismael - Todo el equipo está muerto. Él es el único en pie - dijo indicando a David - y el único que sabe como manejar el puente y las olas se aproximan. Dime cuanto para la primera.

David se volvió al teclado y comenzó a teclear con rapidez. Ismael continuó hablando.

- ¿Y si iniciamos un apagado de emergencia? De todos modos, era lo que íbamos a hacer. ¿Si el puente se apaga, adiós con el viajero? ¿No?

- Nunca lo hemos probado en un viajero en curso, pero las matemáticas dicen que seguirá existiendo hasta que llegue a destino.

- Ya veo. - dijo Ismael. - Solo deja una opción.

En el monitor de David apareció una cifra.

- Aproximadamente, 10 minutos para la primera ola. - dijo David.

Continuó dirigiéndose a Mateo.

- Ya no podemos salir de las instalaciones a buscar ayuda o incluso salir de esta habitación. Las olas ya casi llegan. Aquí estaremos seguros de los cambios. Solo somos nosotros tres.

- Ok. ¿Qué destino tiene? - preguntó Ismael.

- El del proyecto. No pudo haberlo cambiado. No tuvo tiempo. - respondió David

- Verifica.

- Es que no pudo …

La voz de Ismael se llenó de autoridad.

- ¡Verifica!

David se volvió sobre el teclado para ingresar todo una nueva serie de comando mientras hablaba.

- Hacer un cambio en un puente estable requeriría demasiado tiempo de formación aparte de los cálculos. - dijo mientras ingresaba un último comando y esperaba el resultado - El más mínimo cambio, cuando menos, requeriría una hora de ajustes y en un nivel diferente. Él entró y viajó. Preparó la burbuja y se marchó. No tuvo tiempo para cambios y por el historial de comandos no le importó nada más. Está viajando a donde está el puente.

Unas cifras aparecieron en el monitor.

- ¿Ves? Sigue en las mismas coordenadas. Solo que ahora los seguros entraron en efecto para evitar superposición. Hay una diferencia de cuatro horas y de 50 kilómetros.

- Tienes razón. - dijo Ismael - Te necesito. No veo otra forma. Hay que adelantar el viaje del proyecto. Prepara una burbuja.

- ¡Exacto! Debo ir detrás de él y convencerlo. - dijo David entusiasmado.

- ¿Tú? ¿Convencerlo? - dijo Ismael sorprendido. - Por nada del mundo irás. Iré yo.

- Pero yo debo ir. Yo estoy preparado, tú no.

- No, no puedes y no irás. - replicó Ismael - Esta es una misión muy diferente para la que fuiste asignado.

- ¿Piensas ir detrás de él? - intervino Mateo.

- No hay otra opción. - le respondió Ismael.

- Pero no estás preparado. Yo estuve preparándome por dos años para el viaje. - replicó David.

- Sí, pero no para matar. No sabes hacerlo y, por lo que vi, no puedes aunque quisieras. No podrás razonar con él, aunque seas tú. Recuerda que esa persona - dijo Ismael mientras apuntaba a la puerta reforzada de la cámara. - mató a amigos y colegas de años a sangre fría. Aunque seas tú, no eres tú. La presión del proyecto lo devastó. ¿Estás seguro de convencerlo y, si no puedes, de matarlo?

David quedó en silencio. Se sentía apenado por pensar tan ingenuamente sobre todo.

- Eso pensé. - dijo Ismael al verlo callado. - Es más que claro que los años en el puente te han afectado y te afectaran todavía más en el futuro. Debes retirarte ya del proyecto. Confió que harás lo correcto y que Mateo te lo recordará.

Lo último dicho por Ismael le sonó a Mateo como la insinuación de hacer lo necesario para evitar que David entra al puente, pero quiso no pensarlo mucho. Esperaba que solo fuera convencerlo y que David aceptara. Esperaba que fuera solo suficiente hablar.

- Pero … - empezó a decir David, pero no pudo seguir.

- Espero que algo cambie si lo haces. Quizás otro tomé tu lugar, pero como sea. Quizás no mañana, quizás no pasado, pero en algún momento esto te afectara de alguna forma y no puedo arriesgarme a eso. Lo siento, aunque pienses que estás bien y que podrías hacerlo, es claro que estás fuera de juego. Ahora prepara una burbuja.

David estaba completamente apenado.

- Pero yo provoqué todo. Yo debería arreglarlo.

- No importa lo que pienses que es justo o no, lo que debas hacer o no. Se requiere tomar una acción y la única posible es matarlo. Prepara una burbuja. - dijo acentuando lo último.

David pensó que Ismael tenía mucha razón en lo que decía. Tenía la cabeza gacha evitando los ojos de Ismael, el cual volvió a insistir.

- No hay tiempo para lamentaciones o recriminaciones. ¡Prepara … una … burbuja! - dijo lo último con su tono de autoridad.

David volvió sobre el teclado. Ingresó unos tantos comandos y quedó viendo el monitor que empezaba a mostrar cifras de todo tipo y una barra de progreso indicando la formación de la burbuja. Ismael continuó dando sus razones.

- Si lo piensas, él me espera a mí. Entrenó por quien sabe cuanto. Es obvio que lo hizo. Prácticamente, no falló en ninguna ocasión, pero su entrenamiento puede que sea limitado. Es muy posible que solo haya entrenado para este momento en particular. Quizás solo lo hizo con una arma de mano que conoce bien, pero, es muy posible, que no más allá de eso. Tampoco tiene experiencia en el campo y el elemento sorpresa lo ayudó mucho, pero ya lo perdió y lo sabe. Yo sí tengo experiencia. Desea que vayas tú, por eso no puedes ir y sabe que soy la única posibilidad. Aunque sepa que me espera a mí, iré. No tengo opción.

Hizo una pausa y se mostró algo contemplativo al seguir hablando.

- Sé que dijiste que morí muchas veces salvando personas. Eso también dice que estoy dispuesto a morir; él no, lo que es obvio al verte y otro motivo por que el que no irás. Tú sabrás del proyecto, pero yo sé morir. - dijo con una mueca burlona en su boca. - Por otro lado, si voy a morir moriré por todo lo que creo. Esta vez, si muero, mi vida será para el movimiento cristiano en sí mismo.

- Entonces, déjame ir contigo. - dijo David. - No vayas solo.

- No, no iras. No puedo arriesgarme. Eres inestable, amigo. Lo siento. ¿Quién sabe cuanto tardaré allí y cómo la presión te afectaría, sin importar cuanto conozcas de la época? No puedo arriesgarme a que tú te conviertas … - quedó pensando por unos segundos. - No puedo arriesgarme a que te conviertas en ti mismo. Contigo allá el viajero tiene una segunda oportunidad de destruir todo el Cristianismo cuando tú te transformes en él.

- ¡Un momento! - exclamó Mateo. - ¿Cómo que todo el Cristianismo?

- Si consideras el destino del puente, las muertes y quien está viajando es claro su objetivo. Quiere destruir al movimiento para destruir al puente. - dijo Ismael.

- ¿A dónde se dirige el puente? ¿A la unificación? - preguntó Mateo algo temeroso de la respuesta.

- No, no solo quiere destruir al Cristianismo Unificado. Quiere destruir todo Cristianismo habido y por haber.

- ¿A dónde va el puente? - dijo Mateo aún más temeroso de lo que iba a oír.

- ¿No lo entiendes aún? ¿No? ¡Quiere matar a Jesús! - respondió Ismael y de inmediato preguntó - ¿Cuánto para la burbuja?

El asombro hizo tambalear a Mateo. Tuvo que sostenerse de la estructura central del cuarto para no caerse. Afortunadamente, al alcance de la mano tenía una silla y pudo sentarse. David volvió a mirar el monitor.

- Unos 30 segundos.

- Bien. Luego de resolver tu problema, completaré la misión del proyecto. - comentó Ismael.

- Pero ¿cómo harás allá? ¿Cómo te moverás sin que la historia te descubra?

- Lo que tú no sabes es que me entrenaron a espaldas tuyas como respaldo. Nadie lo sabía excepto el mismo comité del proyecto. No querían dejar cabo suelto y hasta pienso que en algún lado existen un par de planes de respaldo más. Me enseñaron todo lo posible para moverme sin que se afecte la historia más de lo debido: tradiciones, costumbres, historia y religión de la época, incluso a hablar en arameo.

En ese instante Ismael empezó a recitar en esa lengua los primeros versos del Padre Nuestro.

- Incluso me enseñaron lo más que suficiente de Sociología Predictiva como para poder desaparecer en algún lugar donde la historia no me toque.

David lo miraba impávido.

- Y esto nunca lo sabías, por lo tanto, tu otro yo creé que voy sin preparación. Cree que tiene ventaja, pero no.

- ¿No piensas volver? - le preguntó Mateo.

- Es un viaje de ida. - dijo Ismael con un tono de resignación. - No puedo sentarme y ver pasar miles de años esperando a que este tierno momento regrese. Seguramente encontrarás mi cuerpo en la cápsula del tiempo del proyecto. ¿Cuánto para la burbuja?

David seguía impávido. Ismael insistió.

- ¿Cuánto para la burbuja? … ¡David! ¿¡Cuánto!?

David volvió en sí y miró el monitor.

- Está lista. Puedes entrar. En cuanto el sistema detecte tu masa te lanzara automáticamente en unos segundos.

- ¡Perfecto! - exclamó Ismael mientras se dirigía la puerta reforzada de la habitación, aquella de la cual por su mirilla salían esos destellos multicolores.

Mateo, que estuvo en silencio escuchando todo lo que le parecía el diálogo de dos delirantes, los interrumpió.

- ¿Están diciendo del otro lado de la puerta hay un … algo que lleva hasta la época de Jesús?

- Si, exactamente eso.

De cierta forma, aún sentado, Mateo se dejó caer más pesadamente en la silla. En tanto, Ismael se acercó a la puerta reforzada, se paró enfrente y, una vez más, revisó su arma, le puso el seguro y la dejó en su funda, la cual cerró. Al abrir la puerta, se topó con un montón de destellos de diversos colores que por un momento no lo dejó ver. La puerta abría hacia su lado por lo que Mateo solo pudo ver de la habitación fueron los destellos reflejados en el rostro de Ismael.

- Buena suerte. - dijo Mateo, pero no recibió respuesta.

Ismael, en cuanto su vista se acostumbró a las luces, entró y cerró la puerta sin emitir palabra alguna. Justo al cerrarse detrás de él, una cuenta regresiva apareció en la pantalla de David. A medida que los números cambiaban David los mencionaba en voz alta.

- 3 … 2 … 1 … Listo. Está en tránsito.

- ¿Listo? ¿Nada más? - dijo Mateo bastante extrañado.

Él esperaba algo más elaborado. La falta de palabras de despedida de Ismael lo dejó algo confuso y algo asombrado cuando lo pensó. Ismael había salido del cuarto como quien sale en busca de aire fresco o dar un paseo de unos minutos, pero ya no volvería ver nunca más. «¿Cuántos hombres entregarían sin dudarlo, no solo su vida, sino directamente su historia, a todo lo que creé?» pensó admirado.

- ¿Una persona va a cruzar milenios, va a conocer a Jesús y tú solo dices «listo»?

David lo miraba sin entender que le pedía.

- Un hombre entró en un cuarto, segundos después está viajando a conocer a Jesús y nada espectacular sucedió. Ni un temblor. Ningún trueno. Ningún relámpago que inundara todo. ¡Nada! Solo una sosa cuenta regresiva.

- ¿Qué querías que sucediera? Por otro lado, él nunca fue afecto a despedidas. Siempre fue un hombre comprometido por la causa y cuando esta es primordial nada le va a obstaculizar el camino, ni siquiera las despedidas. Siempre peleó hasta la muerte. Su último aliento nunca fue para despedirse, sino para maldecir con el que seguía luchando. Solo espero que pueda salvar al Cristianismo … de mí. - dijo lo último bastante consternado quedando por un momento en silencio.

Luego, como si hubiera despejado su cabeza, volvió a hablar.

- ¿Qué querías que pasara?

- ¡No lo sé! ¡Algo!

- ¿Qué? ¿Fuegos artificiales?

- No fuegos artificiales, pero algo.

- ¿Y por qué debería haberlos?

- No lo sé, quizás porque es un ¡maldito viaje en el tiempo! - dijo casi gritando. - ¿Sabes lo delirante que suena todo esto? Todavía no entiendo la mitad de lo que dices. También me es muy difícil creerlo todo y eso que estoy aquí en primera fila.

- No es tan espectacular como suena. - dijo David mientras comenzaba a ingresar unos nuevos comandos en el teclado. - Yo hice varios viajes. Es entrar en esta habitación y salir por otra similar. De alguna forma, al crearse el puente se crea en la eternidad. Existe en todo tiempo, pero para uno es instantáneo y nosotros no vemos los efectos hasta pasado un tiempo. Deberíamos tener las olas de inmediato, pero cuanto más largo el viaje, más tardan en llegar.

- ¿Olas?

- Olas de cambio histórico. Así las llamamos. Lo que tardan en llegar, de luego de iniciado el viaje, es la distancia que consideramos que dura el viaje por el puente.

El monitor mostraba un par de cifras nuevas.

- Faltan, más o menos, un par de minutos para que la primera ola del primer viajero llegue. Luego vendrán las que provoque Ismael que se sumaran a las del viajero, por lo que van a ser notorias … Como sea, para este viaje estaremos un par de horas aquí antes de poder ver si Ismael tuvo éxito. No hay nada más que podamos hacer. Yo no puedo ir y tú tampoco, así que ponte cómodo.

- ¿Olas? - repitió Mateo haciendo una mueca con su cara para remarcar lo obvio.

David vio el rostro de Mateo y comprendió.

- Ok. Déjame explicarte.

David hizo una pequeña inspiración antes de continuar.

- Cuando un viajero llega a destino cambios históricos empiezan a suceder. Nuestra historia se altera porque el viajero está en el pasado. Incluso su mera presencia provoca olas, o sea cambios sucesivos en nuestra historia. Veremos un cambio tras otro. Cuánto más interactúa el viajero, más olas suceden. A veces podemos verlos, pero a veces son cambios imperceptibles. No es que no suceda, pero lo que habrá cambiado en la historia, esta no lo registró y no sabemos que cambió. Lo que decía: cambios en la microhistoria, pero no en la macro.

- ¿Las veremos? ¿Cómo?

- No sé como será esta vez. No he llegado a presenciar más que cambios de 10 años. Nunca he visto olas de milenios. Lo que sé es que solo vamos a poder ver lo que sucede por la ventana. No nos enteramos de que tan grande seré el cambio. A veces no veremos mucho, pero a veces mucho cambia. Si la interacciones del viajero son profundas veremos cosas raras aquí. Algunas veces no fuimos a salvar personas, sino que corregimos algunos eventos a favor nuestro. No estoy orgulloso de esto, pero hemos cambiado a nuestro favor algunas elecciones de ciertos países entre otras cosas.

David lo pensó lo último un segundo y dijo:

- En realidad, estoy algo orgulloso. Muestra de lo que es capaz el puente. Quizás por eso mi otro yo quiere eliminarlo. Esto - hizo un gesto mostrando todo su alrededor - es un poder muy grande que fácilmente puede corromper a cualquiera. Quizás eso me pasó en el futuro.

Mateo vio que David volvía a mostrar tristeza y culpa por algo que no había hecho aún. Intentó nuevamente de distraerlo de esos pensamientos.

- ¿10 años dijiste? ¿Viajabas al pasado y tenías que quedarte hasta que el momento de tu partida se cumpliera?

- Yo no hice ese viaje. Lo hizo otra persona. En realidad, fueron tres. Algo arriesgado, pero resultó. Ellos tres se quedaron esperando, luego de hacer los cambios que se requerían, en una isla alejada de todo, y principalmente, sin contacto alguno con el movimiento. Quedaron allí hasta que la fecha de su salida se cumplió y volvieron a contactarnos y reportarnos sobre sus misiones.

- Déjame entender. ¿Les creían a unos desconocidos?

- Veo que aún te cuesta entenderlo todo. Velo así. Esas tres personas salieron por esa puerta. - dijo indicando la puerta reforzada - y volvieron, segundos después, por aquella. - dijo indicando la puerta por donde habían entrado al cuarto. - Pero tampoco somos unos confiados. Los enviamos con documentos firmados por miembros del mismo comité que hablan de ciertos secretos y claves que nunca pudieron averiguar de otra forma. Ya de inicio, conocían del proyecto y de su ubicación.

- ¿Tú viajaste?

Mateo seguía preguntando para tenerlo entretenido.

- Sí. Yo a veces tuve que esperar meses, a veces semanas, pero un par de veces tuve que esperar años. Lo raro de esto, es que aún teniendo una máquina del tiempo los años pasan rápidos. Un poco aquí, un poco allá, mucho por aquí y tienes fácil una década invertida en viajes. Ir a vivir a la época de Jesús iba a ser mi retiro. En esta semana te lo iba a contar, pero todo esto pasó y bueno … Lo siento.

Otra vez la culpa, la ira y la frustración asomaban en su voz.

- Quizás debía decirte antes y no como te enteraste. Juro que te lo iba a contar, pero no podía hacerlo hasta el último momento.

La voz de David se ponía cada vez más triste. Mateo comprendió que no podía hacerlo eludir ese sentimiento. Más valía reconocerlo.

- Está bien. No tienes nada de lo que pedir perdón.

El reconocer el sentimiento pareció que había dado resultado, pero de todas formas intento cambiar de tema solo apra estar seguro.

- ¿Las olas serán como viento? Digo, ¿las vamos a sentir pasar? ¿Serán como olas en el aire? ¿Cómo luces moviéndose?

David estaba ahora algo más relajado y hasta tenía una sonrisa en su rostro. Lo que Mateo no sabía era que David encontraba muy entretenido y refrescante ver a alguien novato haciendo tales suposiciones fantásticas sobre el viaje en el tiempo.

- ¿Aún no lo entiendes? ¿No? Te esfuerzas y no lo logras. ¡Nada de eso! - dijo casi riendo.

- ¿Entonces como sabes que algo cambió si solo ves esta ventana?

- Bueno, lo sé por algo como eso. - dijo apuntando a la ventana.

Mateo giró su cabeza y pudo ver que ya no existía el cuarto de enfrente. En donde se suponía que debía haber una ventana ahora había una pared lisa. Se levantó y se acercó hasta la ventana para verlo todo de cerca. Parecía que la ventana fue removida y una pared creció para ocupar su espacio. Quizás el cuarto seguía allí, pero no podía verlo.

- ¿¡Que pasó ahí!? - exclamó mientras apretaba su rostro a la ventana.

David ingresó un par de comandos y el monitor le devolvió unas cifras.

- Al parecer, un cambio menor. Puedo notar el movimiento en el tejido temporal y su intensidad, pero no puedo decirte que alcance tuvo. Que sea menor no significa que todo allá fuera no haya cambiado. Puede que todo haya cambiado o que, en todo el universo, esta pared haya sido el único cambio. A veces he visto cosas raras por un par de años de viaje y prácticamente afuera nada había cambiado. Pero, ya verás a lo que me refiero con «raras».

David estaba bastante entretenido viendo como su amigo se debatía ante tal pequeño cambio. Esperaba que algo bien extraño pasara para ver como reaccionaba. Estaba muy interesado en eso, que casi se olvidó de todo, hasta de Ismael.

– Algo veremos. Siempre sucede algún cambio aquí. Eso debe ser porque el puente está involucrado en todo. Fue bastante gracioso cuando los baños cambiaron de lugar o cuando solo había un baño para ambos sexos. Pero, supongo que nos faltan una cuantas horas más aquí. Veremos algunas cosas extrañas por esa ventana.

Mateo casi no escuchaba. Estaba intentando ver el resto del pasillo. Estaba probando diferentes posiciones en la ventana para obtener nuevos ángulos de visión del pasillo, pero sin éxito. Solo podía ver unos diez o quince metros. Esto significa que no veía más allá de los cuartos contiguos. Tampoco podía ver dentro de ellos. No podía ver más que los marcos de sus ventanas y algo de sus vidrios. Parecía que solo la ventana del cuarto de enfrente había desaparecido. Cuando menos, él no notaba cambio en lo poco que podía ver. Luego un par de intentos sin éxito más para ver algo más que eso, se volvió hacia David.

- ¿Extrañas? ¿Cómo que?

- La verdad, no lo sé. Nunca tuve que esperar tanto y de un viaje tan lejano.

- ¿Esos cambios nos van a afectar?

- No te preocupes.

- ¿Y sí ya nos afectaron y no nos dimos cuenta?

- Entonces, ¿importa?

Mateo quedo pensando en eso.

- Pero, no te preocupes. No nos afectan, cuando menos hasta donde recuerdo.

Aunque David había dicho lo último como una broma, para picar e incomodar a Mateo, era cierto. Él sabía que nunca podría estar por entero seguro que estaba protegido allí dentro. Solo podía confiar en sus habilidades matemáticas y la de su equipo. Sin embargo.

- ¿Y si son más fuertes?

- Ni los más grandes. Estamos protegidos aquí. Lo vamos a recordar todo.

Eso no pareció calmarlo, por lo que David continuó explicándole.

- Mirá. En cada nivel hay un cuarto similar a este para proteger a las personas de los cambios. Te explicaría la matemática implicada para lograr eso, pero creo que no entenderías. Yo apenas lo entiendo y llevo años aquí, pero estoy seguro de que funciona. No podríamos estar más seguros aquí dentro. Todos esos cuartos forman parte de un sistema independiente con su propia energía. Podemos pasarnos meses aquí. Hay almacenes de comida en ciertos niveles y, si hubiera un problema, podemos bajar o subir niveles. - le dijo mientras indicaba dos esclusas bastante disimuladas, una el techo y otra en el piso. - Así que relájate. Nada puedes hacer. Y en el peor de los casos tenemos una salida.

Esto último David lo dijo indicando la puerta reforzada del cuarto. Mateo de pronto recordó a Ismael y su pedido de recordar a David el hacer lo correcto. Aunque este estaba bastante anonadado por la desaparición de la ventana, no pudo dejar de pensar en Ismael. Volvió a su silla y pensó en distraer a David de esa idea.

- Cuéntame más sobre el puente. ¿Por qué hasta Jesús?

- La idea de salvar a la gente corrigiendo la historia no nos llevó muy lejos. No nos dejaba avanzar. Muchos cambios terminaron borrando nuestros avances. Así perdimos influencia en muchos territorios y varios logros en investigación. Incluso el mismo puente se afectó un par de veces. Los nuevos desarrollos en él desaparecieron. Era dar tres pasos adelante y dos hacia atrás. Entonces pensamos nuevas formas de usar el puente. Pensamos en el futuro, antes que en el pasado.

- ¿Pero no dijiste que el puente solo puede ir al pasado?

- Sí, pero podemos ir al pasado y acercarlo al futuro como se hizo antes de existir una máquina del tiempo. Pensamos en usar una cápsula del tiempo con un truco para hacerlas perfectas. Teniendo el puente podemos enviar agentes a diferentes épocas y hacer que creen cápsulas del tiempo con todos los datos que necesitamos o queramos. Sabiendo donde encontrarlas, tendríamos registros históricos sumamente fiables de cualquier época. Nunca puedes estar seguro si lo que está enterrado es verdadero o una falsificación. Y menos si el historiador no está sesgado por algo que creía. Por lo menos los nuestros estarían sesgados con nuestro sesgo. Otro beneficio de nuestro método es para nuestro favor.

David guiñó un ojo.

- Solo nosotros sabríamos de las cápsulas y tendríamos el monopolio de la historia. Bueno, en realidad, ya lo tenemos, pero como te dije no nos lleva a ningún lado corregir la historia. De esta forma, evitaríamos las olas.

David hizo una pausa a propósito. Esperaba que Mateo reaccionara y mirara por la ventana, pero tardó en hacerlo. Quedó esperando que David continuara y en cuanto él insistió en que siga, David apuntó hacia la ventana.

La pared que se veía por la ventana cambió. Ya no tenía un color grisáceo. Se había vuelto roja y una luz brillante parecía iluminarla desde enfrente. Mateo se levantó y trató de ver si era así. David lo miraba desde su silla agacharse lo más que podía para tratar de ver la parte superior exterior de la ventana. Mateo pudo notar algo que identificó como un foco había aparecido que, como esperaba, estaba iluminando la pared. Se dio vuelta y dijo:

- ¿Viste eso?

- Ven, siéntate. No podrás hacer nada ahí. Bueno, tampoco acá, pero es mejor la vista.

Mateo volvió a su silla, pero todavía no parecía haber salido por completo de su asombro. David esperó a que se le pasara un poco la excitación para seguir hablando.

- El agente se mantendría al margen de la historia mientras formula la cápsula. Algo triste de decirlo, pero la cápsula sería su propio lecho mortuorio. No podemos dejar que el cuerpo de un agente fuera investigado de alguna forma. Las mejoras y cambios orgánicos que pudieran tener podrían destacar en la historia, incluso crear mitos, y no podemos arriesgarnos a eso.

Mateo lo miraba con atención.

- La cápsula se abriría al público en un par de meses luego de que yo hiciera el viaje. - David estaba pensando en voz alta - Ahora habrá que ser mucho más cuidadosos y esperar un año, al menos, para informarlo al público, lo que nos va a dar tiempo de sobra para analizar antes todo lo que deje Ismael allí. Por fortuna, la compra de los terrenos ya está completa y, por lo que sé, un nuevo complejo se está fundando allí ahora mismo.

David cayó en cuenta que ese plan ya no era un plan tan perfecto.

- ¡Demonios! Eso si los cambios no afectaron eso. Al salir de aquí vamos a tener que movernos rápido para informar al comité. ¡Demonios! Pero bueno, lo que Ismael haga seré una crónica de todo lo que hiciera Jesús con la que podríamos comprobar lo certero de los evangelios. La cápsula de tiempo que iba a dejar yo, ahora Ismael, nos haría las autoridades máximas en Jesús, o sea de todas las religiones cristianas y eso llevaría a la unificación total. Ya no habría interpretaciones o malas traducciones. La Gran Unificación Total sería casi un hecho.

- Ya veo. - dijo Mateo.

- Y entenderás que ese plan no era cambiar algo, por lo que las olas serían casi imperceptibles. Era un plan perfecto, o eso creíamos. - dijo apesadumbrado - ¡Yo lo jodí todo! ¡Mierda!

Mateo buscó algunas palabras para consolarlo, pero no las encontró. Por suerte, algo nuevo estaba pasando que terminó distrayendo a los dos. La pared roja ahora tenía una ventana, pero no se podía ver la habitación porque estaba oscura. No había luces en su interior y la que iluminaba la pared parecía haber desaparecido, pero, esta vez, Mateo no sintió el impulso de revisar eso o de levantarse de la silla. Siguió sentado viendo lo que pasaba por esa ventana y David siguió hablando.

- Yo iba a hacer ese viaje. Era mi retiro, pero parece que el puente todavía me necesita. Me quiere aquí.

De nuevo, la tristeza aparecía en la voz de David. Mateo intentó, de nuevo, distraerlo.

- Así que vamos a estar aquí por horas viendo una pared. ¿Y si tengo que ir?

- Pero no puedes salir.

- Sí, lo sé. Pero ¿si tengo que ir? - Mateo puso cara de que había algo obvio que David no se daba cuenta.

David lo miró extrañado y Mateo acentuó el gesto de su rostro.

- ¡Ah! Detrás de esos paneles se oculta un pequeño cuarto.

Mateo suspiró.

- ¿Pensaron en todo? ¿No?

- También hay algo de comer y una reserva de agua en una caja dentro.

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El trabajo con Ismael había alejado a David un poco de Mateo, aunque no lo suficiente para preocuparse por su relación, pero sí para enfriarla y aprovecharon el tiempo dentro del cuarto para ponerse al corriente y volver a acercarse ponerse al corriente. Mientras conversaban y pasaban el tiempo allí, las olas seguían llegando. Algunas eran casi imperceptibles, algunas notorias y otras eran, cuando menos, como David advirtió un par de veces, extrañas.

Las olas hacían, por lo general, aparecer y desaparecer la ventana del cuarto de enfrente. En una de esas ocasiones la ventana estaba desaparecida y la pared, en esa ocasión de color verde, estaba corroída, al parecer por la humedad de mucho tiempo. La pintura estaba desquebrajada, pero la pared seguía manteniendo la suficiente como para llamarla verde. También el pasillo y su piso estaban en iguales condiciones.

Mateo y David pasaban parte del tiempo viendo los cambios que sucedían. En esa ocasión, ambos pudieron notar un agujero en la pared, algo profundo y nuevo al parecer. De pronto, de ese agujero salió una rata de buen tamaño. Eso sorprendió a ambos y los hizo reír. Mateo golpeó el vidrio de la ventana para llamar la atención de la rata y pareció percibir el sonido del golpe. Justo luego del golpeteo en el vidrio, la rata giró su cabeza y volvió a entrar a su agujero. En ese mismo instante, la pared volvió a cambiar. Pasó a ser casi nueva, de color amarillo y, por lo que se podía ver, hecha de acero como el techo y el piso del pasillo.

En un momento, una de las olas provocó que no solo que la pared y la ventana reaparecieran. El cuarto de enfrente se volvió visible. Estaba iluminado y lleno con personas. Mateo notó que la pintura que había visto anteriormente, antes que las olas empezaran a llegar, se había transformado en una fotografía de un hombre asiático vestido con una camisa y saco de estilo occidental. Ni Mateo ni David pudieron reconocer quien era. Cuando pusieron su atención a las personas del cuarto se dieron cuenta de que eran asiáticas también y parecían ajetreadas y bastante nerviosas. Estaban juntando papeles apresuradamente cuando de pronto empezaron a caer. Alguien le disparaba y caían muertos de un solo disparo.

Mateo pudo percibir a una persona en la sala. Por un segundo, pensó que era David, pero a medida que se acercaba pudo ver que no era él, sino él mismo. Era otro Mateo el que venía. Ya no le quedaron dudas cuando se acercó a la ventana de su habitación e intentó entrar a la habitación. Todo empezaba a parecer una pesadilla. David estaba también atónito por lo que veía. Sabía que nada de eso se podría mantener, pero verlo en vivo, en primera persona, era mucho aunque tuviera mucha experiencia en el puente. Afortunadamente, para ambos, una nueva ola pasó y todo cambió antes que este Mateo lograra hacer algo más. Solo después de unas cuantas olas y horas más, pudieron recomponerse de la experiencia.

En otra de las olas, la pared desapareció y también el pasillo. Este se había convertido en un túnel iluminado por unas cuantas luces unidas por un cable. Cuando vieron que había una pala y un pico en un costado, Mateo y David pensaron que todo se había convertido en una mina rudimentaria.

Luego de que pasaran algunas olas, ya no había nada, ni ventana ni pared. Todo había desaparecido y el cuarto donde estaban parecía estar en un descampado. Lo único que se veía por la ventana era una llanura verde con algunos grupos de árboles separados entre sí y algunas vegetaciones pequeñas distribuidas por toda ella. A lo lejos, a medio kilómetro al menos, se podía percibir unas estructuras. Eran unas casas de varios tamaños hechas de madera como cabañas. Entre estas se podía ver el movimiento de lo que parecieran personas yendo y viniendo y que, al parecer, estaban preparándose para algo. Luego se agruparon y comenzaron a caminar hacia donde estaban David y Mateo. Esto maravilló a David.

Según le explicó a Mateo, las ecuaciones de los campos temporales diferenciales, esas personas no podrían percibir que estaban allí. Ni siquiera pasando por encima de ellos y no podrían hacerlo hasta que el campo temporal que los rodeaba fuera desactivado o bien salieran del cuarto, o sea del campo. Sin embargo, esas personas parecían ir a su encuentro y no parecían amistosas. Iban todas armadas con arcos y flechas y se aproximaban con paso firme y constante. Antes que pudieran saber que buscaban y si podían verlos, una nueva ola pasó y todo se transformó en un desierto. Las casas se transformaron en unos monolitos hechos de rocas apiladas sin presencia humana alguna.

Varias olas más pasaron, que llevaron cuando menos unas cuantas horas. Diferentes paisajes, algunos conocidos, otros extraños, pasaron frente a la ventana. En varios el cuarto regresaba. En otras la ventana desaparecía y ya no podían ver si el cuarto seguía existiendo o no. En cierto momento, la ventana reapareció y se pudo ver el cuarto. Estaba iluminado y con personas. A diferencia de la ocasión en que eran asiáticas, estaban tranquilas, relajadas y eran occidentales. No parecía haber problema alguno. Era una escena que les resultaba familiar. El pasillo retomó su color grisáceo original. Incluso el cuadro de Jesús estaba allí en el fondo del cuarto., lo que alegró mucho a Mateo.

- ¡Creo que ya volvimos! ¡Ismael debió tener éxito! ¡Volvimos!

David no compartía su entusiasmo. Estaba escéptico. Se acercó la ventana para ver con detenimiento la escena. Su rostro pasó de mostrar interés a mostrar decepción.

- No. Lo siento. No es la misma historia. ¿Reconoces a alguien?

- No.

- Pues yo tampoco. Déjame verificar.

David acercó una silla al teclado que estaba usando. Ingresó unos comandos y esperó el resultado.

- Lo que temía. Las olas todavía son grandes. No son intensas, pero todavía no es seguro salir.

El rostro de Mateo ahora mostraba la misma decepción que el de David hacía un momento.

- ¿Debemos seguir esperando?

- Sí, creo que sí.

Ambos se sentaron y vieron pasar un par de olas y unas cuantas horas más. Los cambios se hacían menores cada vez El pasillo, por ejemplo, ya no cambiaba de color, pero sí de intensidad. A veces el gris era oscuro, a veces claro, pero ya no era algún otro color como tampoco la ventana ya no desaparecía más. A veces el cuarto estaba vacío por completo y en otras estaba lleno de equipos y personas. Todos los cambios variaban de forma similar. Luego de lo que sería casi una hora, al fin, todo pareció estabilizarse. La ventana mostraba un cuarto iluminado con instrumentos similares a del cuarto donde estaban.

- Parece que todo volvió. No veo diferencias con lo que recuerdo. - dijo Mateo evitando ponerse alegre.

Afinó su vista y observó los rostros de las personas que veía en el cuarto de enfrente. Creyó divisar un rostro que había visto en uno de los cuerpos en la entrada del edificio.

- ¡David! Creo que reconozco a una persona de allí.

- ¿A cuál? - dijo David mientras se acercaba a la ventana.

- A aquel hombre moreno. - dijo Mateo apretando su dedo contra el vidrio.

- ¡Sí! Ese es Juan. … Un momento. ¡Esa es Raquel! Y aquel … ¡es Jose! Creo que es posible que haya pasado todo.

David volvió rápido a su teclado, escribió varios comandos con rapidez y esperó ansioso los resultados. El monitor mostró valores mínimos, casi cero, en todos los parámetros que le importaban a David cotejar. Se alegró mucho de ver esos números.

- No hay más olas en el tejido temporal. Ya pasaron. ¡Ismael lo logró!

- Entonces, ¿ya está? ¿Ya podemos salir?

- Sí, no hay problema. No habrá más olas.

Mateo estaba apoyado con ambas manos en el borde de la ventana y dejó caer su cabeza contra el vidrio. Lanzó un suspiro pensando «¡Ismael lo logró!». Quedó con la mirada en el piso tratando de controlar su alegría. Sentía un gran alivió luego de esperar muchas horas en esa habitación. «Todo volvería a su cause» pensó.

David seguía en el teclado enfrascado en ingresar todos los comandos que necesitara para verificar que ya no habría más olas. El monitor le seguía devolviendo los mismos resultados cada vez.

- Sí, es un hecho. Ya todo pasó. Podemos salir. ¡Gracias a Dios! ¡Lo logró! - dijo muy aliviado y contento.

- ¡Alabado sea Dios! - dijo Mateo y elevó su cabeza.

Mientras lo hacía, su mirada fue recorriendo paso a paso la habitación de enfrente. Miró las mesas, escudriñó los paneles y vio cada uno de los rostros que se movían allí dentro alegrándose al reconocer cada uno. Al final puso su mirada en el cuadro que estaba colgado al fondo y su alegría se esfumó de inmediato.

- ¡Demonios!

- ¿Qué sucede?

- Te equivocas. No lo logró. - dijo mientras volvía a dejar su cabeza caer sobre el vidrio.

- ¿Cómo que no lo logró? ¿Cómo lo sabes? - le preguntó David

- Lo sé por cosas como esa. - le dijo Mateo mientras apuntaba a la pintura.

La imagen había cambiado. Mostraba a un hombre que le resultaba conocido. Llevaba el pelo corto y estaba afeitado. Su expresión era seria, solemne, algo orgullosa y llevaba puesto lo que parecía un uniforme romano, pero su pelo era lo más característico. Al ver eso concluyó diciendo:

- ¿Desde cuándo Jesús fue pelirrojo?